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Crítica de The Smoky Rednecks Band: Aullidos

“No me vengas a buscar que te puedes encontrar un lobo del desierto, que no sabes dónde está, aullando en la oscuridad. / Tú lo quieres ver, pues acércate”, nos dicen en la primera frase del disco, cánticos indios y tambores de guerra mediante. De repente y sin darte cuenta, estamos en su territorio y ya nos han atrapado con su particular propuesta de hard rock, country / southern y blues rock de claro corte americano. Le unimos a la mezcla el polvo del Mediterráneo con el fuego del sur, como dicen ellos acertadamente, e incluso la intensidad de la Pampa, me permito añadir yo, y lo tenemos.

Una banda formada por dos españoles y dos argentinos, todos ellos experimentados y avezados músicos veteranos, pero dirigidos por un querido conocido como es “El Rojas” (ex SYR – Santos y Rebeldes entre otros), vocalista / guitarrista y del que parten los temas y el espíritu sureño y rocanrolero del disco. Curiosa la variedad estilística del trabajo y a la vez destaca lo bien que encajan -y maridan si nos permitimos el término culinario- canciones tan diferentes pero a la vez complementarias en este ‘Aullidos’.

El sonido es clásico, atemporal y elegante, estamos en territorio comanche pero a la vez sabemos de lo que hablamos y lo que estamos haciendo, además de cómo hacerlo mejor y que encima suene de lujo. Aquí hay clase, calidad y experiencia, pero también mucho corazón, actitud, autenticidad e incluso “calle”, si entendéis lo que quiero decir (aunque aquí todo tenga más sabor a western que a cine quinqui precisamente).

Escuchando el disco, nos podemos acordar indisimuladamente de Blackberry Smoke, Neil Young o Rival Sons, e incluso de nuestros Uzzhuaïa, King Sapo, Héroes o unos argentinos Airbag (que por ejemplo versionan en uno de los temas que encontramos en redes). Y de tantos más, por supuesto, pero en realidad las reminiscencias de otros son solo polvo volátil, porque de inmediato te atrapan por ellos mismos como caballos pura sangre y guerreros de corazón e instinto salvaje que son.

Y sí, según el tema hay vientos puntuales, o usan coros particulares casi góspel, o nos vuelven locos cuerdos de manera consciente, porque aquí no hay reglas ni las necesitamos. Todo ello mezclando de repente baladas bluesies como la preciosa “Paraíso” y una intensa “La razón”, o ensoñadores cortes sureños a medio tiempo como “La roca” y “Echar a volar; con furiosas explosiones guitarreras como “Pura sangre”, tremenda, o la propia “Aullando” para empezar.

Incluso nos descolocan con canciones de verso libre y espíritu indómito como son “Paracaídas”, casi rapmetalera, o esa adaptación del tradicional “Born Free” norteamericano que han recreado bajo el título de “Soy así”. ¿Qué me queda? Decir que “Romper el hechizo” es deliciosa y me tiene enganchado, o que el final con la adictiva “Jim Beam” nos deja ese áspero pero a la vez reconfortante sabor añejo y cálido en la garganta para querer volver a abrir la botella de bourbon y servirnos otro vaso bien colmado de néctar venenoso. ¡Ah!, y que la portada del disco es un puntazo (me recuerda a Los Suaves, aunque musicalmente no tenga nada que ver como de familias distintas son felinos y cánidos).

Aquí otro redneck convencido, escupiendo tabaco de mascar, con el mono vaquero desabrochado de un lado, gesticulando con el sombrero vaquero (o la gorra de gasolinera) en la mano… y reverenciando el trabajo de estos tipos que lo han bordado. ¡Bravo!

David Esquitino

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