Sexy Zebras

Bravo

Warner Music (2025)

Por: Alfredo Villaescusa

9

En una sociedad gobernada por las pantallas quizás algunos ya hayan olvidado aquellos álbumes de fotos de antaño que te encontrabas un buen día rebuscando entre cajones y podrían servir para evocar recuerdos de una manera más vívida que cualquier vídeo grabado por el móvil de turno. Pequeños fragmentos de la memoria que jamás desaparecerán por falta de espacio y que esperan la oportunidad de ser descubiertos en un momento casual.

De esta manera cabría afrontar este genial ‘Bravo’, sexto trabajo de los madrileños Sexy Zebras que celebra una trayectoria cada vez más redonda y con mayor poder de convocatoria. Pero si uno de sus principales atractivos residía en el directo, esa misma urgencia e ímpetu han sabido trasladarla por completo a gran parte de este brillante disco para rebañar hasta las migas y cantar a pulmón en cada concierto.

Juegan a la provocación con eco a The Beach Boys en el sensacional arranque de “Bravo”, con la mala leche de Los Punsetes o Los Nikis y el aire melódico de la faceta más power pop de los malagueños Airbag, imposible no acordarse de “Ahí viene la decepción” en esos sesenteros “pa pa pa”. Casi nada, canela fina. Sin tiempo ni para recuperar el aliento, nos plantan otro trallazo nihilista punk como “Mañana no existe” y es que ya me puedo imaginar dándolo todo en primera fila hasta acabar afónico.

Bajan algo el pistón en “Marisol”, pero es una de esas piezas que gana a cada escucha y que vincularía sin duda con “Isabel” de los mallorquines La Granja, piel de gallina, como poco. “C’est la Vie” sigue la estela reposada, sin perder la intensidad, eso sí, mirando hacia al rock alternativo de los noventa y hasta acercándose al rollo mainstream de U2. Que nadie se sulfure, no estamos ante un disco para talibanes.

La voz del guitarrista José toma el protagonismo en “333” y a la vez actúa de interludio antes de otra descarga de adrenalina como “Días de mierda”, con otro estribillo memorable para gritar hasta desfallecer. Estás muerto si con esto no quieres ir de inmediato a un bolo suyo. Y no hay que ser un lince para imaginarse de qué va “Pogo”, cuyo título alude a esos espacios de hermandad que algunas salas intentaron prohibir con mentalidad retrógrada y fascista.

“Flores a la guerra” cambia de tercio con una suerte de country punk con reminiscencias a Los Secretos o Duncan Dhu tan bien compuesto que a ningún rockero se le deberían caer los anillos. “Vivito y coleando” supone otro importante giro de timón que les lleva desde los Arctic Monkeys de ‘AM’ a los The Clash de ‘London Calling’ y echan el cierre con la épica desbordante de “El silencio”, antes del capricho spaghetti-western de “Caracol”, una ida de olla para ponerse poncho y mascar tabaco, pero sin pasarse tampoco de serio.

He aquí una de esas obras para disfrutar de principio a fin, sin saltar ninguna canción y desgañitándose con unos himnos que seguro que en directo alcanzan su verdadera dimensión. Bravísimo, de lo mejor de su carrera, y también del presente año.

Alfredo Villaescusa
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