No abundan las bandas que apelen a conceptos tan elevados como asumir los propios límites, recuperar el poder personal o cuestionar la percepción que se tiene de las cosas. Toda una rareza en los tiempos actuales, donde lo habitual es ir frenéticamente de un lugar a otro y no pararse a pensar en nada, salvo cuando se torne inevitable. Un complicado contexto que afecta sin duda a la salud mental y del que convendría escapar como si se tratara de una diabólica rueda de hámster.
Los asturianos OBR hacen lo posible para que el personal vea la luz en esta reciente reválida que les consolida como un grupo inclasificable en cuanto a género, pues lo mismo picotean del rock alternativo noventero que del progresivo y hasta se acercan en ocasiones al metal. No en vano en la breve biografía que se puede leer en Spotify asumen sin ambages la mezcla de estilos como una de sus principales señas de identidad.
Si en su anterior disco incidían en las interferencias generadas por el mundo que nos rodea, en ‘Perspectivas’ profundizan en su introspección y nos ofrecen un viaje a través de ocho cortes que van desde la luminosidad a la penumbra o desde el miedo a la claridad. Todo ello sin perder de vista un enfoque emocional que no prolifera en el panorama musical y que justo por eso les proporciona bastante personalidad en ese sentido.
“Trago amargo” se inicia de manera reposada, un poco a la manera de Audioslave, pero va cogiendo fuerza a medida que se suceden los minutos y al llegar al estribillo se antojará imposible no pensar en bandas tipo Alice in Chains o Nirvana. “Cuervo negro” se torna mucho más épica y nos muestra la capacidad del combo para crear cierto tipo de atmósferas de alta intensidad emocional, el contexto adecuado para abordar la libertad interior y el poder de la identidad personal.
“No volveré jamás” reincide en su vertiente más reposada y accesible, incluso cercana al pop rock, pues también poseen un lado amable, capaz de ser disfrutado por cualquiera. Ojo, que en esa tesitura tampoco abandonan las letras intimistas, una constante en la travesía que nos proponen.
“Arañando el silencio” recupera el brío rockero en uno de los cortes más conseguidos del redondo, con clara predominancia de guitarras potentes y con el vocalista exprimiendo al máximo sus capacidades. “Invierno perpetuo” profundiza en el concepto de vulnerabilidad y reinvención personal sin dejarse nada de energía por el camino, con las seis cuerdas marcando del mismo modo su impronta.
“El mundo gira” se aproxima al hard rock mientras las estrofas adquieren un tono apocalíptico y hasta existencialista al preguntarse dónde quedarán los efímeros placeres “cuando tus huesos sean polvo”. “A la deriva” amplía el mapa emocional con metáforas que aluden al mar y a la necesidad de ir contracorriente en determinados momentos vitales.
La última clase magistral nos llega con “Cada vez”, inspirada en el mito de la caverna de Platón y en los textos de Carlos Castaneda, lo típico de lo que hablan los adolescentes entre un vistazo al TikTok y al Instagram. Ya podría haber más grupos que invitaran tanto a la reflexión como ellos, algo que haría falta a la sociedad en su conjunto.
Si eres de los que les gusta dar vueltas a las cosas, preguntarte por tu lugar en el universo y explorar diferentes maneras de crecimiento personal, he aquí una interesante propuesta para cultivar todo ello sin perder de vista el rock en el sentido más amplio de la palabra. ¿Estás preparado para afrontar esta suerte de psicoanálisis?
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