Nuclear Dreams

Another Dimension

Autoeditado (2024)

Por: Hernán Osuna

9

Desde Portugalete, en tierras vascas, nos llega el segundo disco de este cuarteto, que vio la luz recientemente de manera independiente. Una obra con guiños al rock británico de Muse, Queen y Nothing But Thieves, pero con dosis de indie francés, beats electro y un universo sonoro en el que el buen gusto y la creatividad emergen a primera escucha.

Con un sonido entre futurista, expansivo y bailable, este LP de los de Portugalete, sin duda, capta tu atención a primera escucha. A lo largo de once tracks, el cuartero despliega todo su abanico de recursos e influencias en una obra convincente.

Todo se inaugura con la canción homónima del disco. Sintetizadores en plan años ochenta, a medio camino entre el synth y la new wave, mutan hacia un estribillo con carácter grandilocuente y voz distorsionada a lo Matt Bellamy de Muse. Hay cambios de tiempo, guitarras solemnes y unas voces superpuestas en capas bien pensadas y elaboradas. Dramatismo, energía y épica. Tres en uno.

"Maniac", el segundo track, suena como si una banda indie británica se uniera con Lady Gaga en una receta de pop vintage bien diagramada. Buenos arreglos, sintetizadores expansivos, nuevamente riffs a lo Muse, ahora intercalados con algo de Franz Ferdinand y Radiohead: buena fusión aquí de los vascos.

“Interstellar Boy” es un viaje de frenesí, un subidón de energía, con retazos de los franceses Phoenix, aires de los noruegos A-ha y, nuevamente, unas guitarras y voces que enlazan con Matt Bellamy y sus compañeros. Antes del cierre, un interludio con guitarra española, un beat electrónico y luego una despedida a todo vapor.

Más tarde, “Broken Hourglass” llega con un halo de melancolía y sus acordes menores, que la ubican como de una de esas baladas british (en este caso bilbaínas) memorables: sé que a Conor Mason de Nothing But Thieves le gustaría este tema. Después viene “There’s No Heaven”, con sintes que mezclan EDM y aires a los 80: electrónica refinada, buenas melodías y un estribillo directo, con gancho, radiable y guitarras marcadas.

Si de electrónica mezclada con hechizante rock y coros grandilocuentes se trata, “Popcorn” es la que se lleva toda tu atención: beats de batería que recuerdan al “Uprising” de Muse dan paso a un abrupto descenso en el tempo de la canción que muta hacia un interludio vigoroso, saturado, envolvente y tenso. “Superstar.superdark” tiene algo de los riffs de The Edge de U2 mezclado con la energía de Nothing But Thieves, Foals o incluso la riqueza creativa de Don Broco. Hay jugueteos vocales, un beat sensual, y una arquitectura sónica que propende hacia el baile y el desenfreno. De las mejores piezas del disco.

El octavo track, “Where Is Everyone?” sorprende por su frescura y carácter alegre: imagina a los Queen de “Killer Queen” o “Somebody To Love” uniéndose a The Platters y su “The Great Pretender” (que también cantó Freddie Mercury como solista) con una pieza en 6/8 aclimatada por voces angelicales y prometedoras.

“I.The Falling Man” tiene un aura a The Killers que aporta brillo y dinamismo a través de rockerísimos riffs de guitarra y unas baterías marcadas; también destacan las armonías vocales y el cierre afilado como un cuchillo. Posteriormente aparece “II. The Infinite Nightmare”, que se va acelerando progresivamente, como si Keane, Robbie Williams, Muse o el irlandés James Morrison se juntaran una tarde a beber, reír y componer una canción en plena campiña inglesa. Las guitarras en plan Brian May inundan el estribillo y el piano indudablemente es uno de los protagonistas fuertes de la canción.

El grupo gana personalidad en "Who Won?", la canción que da cierre a la placa. Las guitarras limpias de la apertura luego dan pie al dramatismo y al dolor; como si no quedara ninguna duda que, cuando se da una batalla, ambas partes pierden.

Nuclear Dreams sabe crear piezas magnéticas que pillan por sorpresa a cualquier desprevenido. En su segundo trabajo, el cuarteto de Portugalete valida sus emociones y es honesto acerca de sus influencias claras (Muse y Queen), pero lleva todo a un paso más allá, generando un sonido elegante y pulcro. Este es el camino. Hay que seguir trabajando en ese ADN musical propio.

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