Nidhögg

El devorador de almas

Autoeditado (2024)

Por: Mario Ariza

7.5

Los gaditanos Nidhögg presentan su tercer trabajo, que lleva por sugerente título 'El devorador de almas'. La banda procedente de Chiclana de la Frontera da una vuelta de tuerca en su evolución y ofrece un metal más oscuro y atmosférico, aunque sin desprenderse de los característicos trazos de folk y power que dominaron sus dos primeros discos.

Si algo caracteriza este disco es la extraordinaria amplitud en la apuesta musical de Nidhögg. Con hueco todavía para composiciones folk en las que el teclado de Juanra adquiere una especial importancia, también podemos encontrar temas a doble bombo con gusto power, pasajes influidos por el rock andaluz, el metal clásico o incluso retazos de otros estilos como el metal gótico o incluso el thrash.

La temática del disco, orientada especialmente hacia experiencias vitales, sentimientos y vivencias de la propia banda, favorece esa evolución hacia un metal más maduro, con composiciones más directas y un sonido que, en general, es más pesado y oscuro. Aparte, la reciente incorporación de Juan Carlos “Juanki” en la voz ha permitido esa transición hacia temas más amplios y variados musicalmente, aprovechando su característico timbre y lo versátil de su rango.

“Sin condición” es el primer corte del disco y es buena muestra de los apuntes antes mencionados. Con un buen doble pedal a cargo de Pablo “Perilla” y un teclado pomposo arranca uno de los temas más cañeros de todo el trabajo, dominado por un estribillo muy power que enlaza con un riff potente y un solo vertiginoso. “En las vértebras del miedo” es otro tema plenamente power metal que, además, cuenta con varios cambios de ritmo y un intercambio de solos de guitarra y teclado que resulta muy convincente.

“Ex cathedra” es el primero de los temas que exploran atmósferas más oscuras. Tanto la letra, que evoca el tema de la muerte, como la música a base de riffs potentes y la inclusión de unos guturales muy bien puestos dan como resultado un tema interesante que es distinto a lo que Nidhögg nos tiene acostumbrados. Sin embargo, esta incursión en temáticas y melodías más envolventes resulta todo un acierto. Con “Amor, he vuelto por ti” de nuevo encontramos un tema original con apoyo gutural, aunque esta vez agudo y más crudo si cabe. La música tiene una orientación más clara hacia el metal gótico con un estribillo muy pegadizo y un solo bien hilado sobre una batería realmente cañera.

“Grito mudo” tiene un inicio misterioso, con un teclado omnipresente. Destaca la voz rota de Juanki y el estribillo, con la colaboración femenina de Bianka, cantante de la banda granadina Astter. Con una temática centrada en la depresión y el suicidio, tanto guitarras como teclado crean una atmósfera oscura que combina a la perfección con la letra desgarrada.

Cambiando completamente de tercio, “Ángel” es un tema mayoritariamente acústico que resulta muy íntimo y cargado de emociones. En este tema se canta al orgullo que se siente por una hermana que se dedicó a cuidar a enfermos en tiempos del Covid, basado en vivencias propias de la banda.

Dando otro vuelco musical, nos encontramos con “El devorador de almas”, tema que da título al disco. Aquí vuelven las melodías más pesadas que combinan el power y el thrash metal siempre mezclados con el oportuno teclado de Juanra. “Imbatible” y “Conciencia” son dos cortes de temática enlazada en los que la banda expresa mediante la música los conflictos internos sufridos en el pasado reciente y las enseñanzas aprendidas que les sirven para continuar si cabe con más fuerza. Ambos temas son testigos de dicha fuerza con una canción, “Imbatible” que suena potentísima y otra, “Conciencia” que va in crescendo.

En esta última los teclados son especialmente destacados y se nota en ellos una clara reminiscencia a rock andaluz si bien su estribillo derrocha buen power metal. Siguiendo por derroteros thrashers aunque con un tempo todavía más lento y pesado nos encontramos con “Parabellum”. Para terminar el disco, “Como la luna y el sol” es un retorno a las raíces en las que las melodías folk dominan para contar de manera metafórica la formación del sol y la luna como dos entes que se aman pero que jamás podrán estar juntos. En esta canción la banda ha contado con la inestimable colaboración de Narci Lara, el reconocido líder de los también gaditanos Saurom. En este caso, Narci aporta ese toque mágico a través de la flauta y la gaita que permite a la canción tener una atmósfera plenamente folk.

Esta nueva entrega de Nidhögg supone un cambio evidente en su rumbo musical, pero el resultado es exitoso a todas luces. El disco suena perfecto, pues tiene una producción notable y bien cuidada. Aparte, la combinación de estilos, incluso dentro de una misma canción, es una apuesta arriesgada que los gaditanos superan con nota al crear canciones muy personales y originales.

Si bien es el guitarra Daniel “Dragön” quien lleva el peso compositivo de la banda, el resto de los miembros han contribuido tanto en el apartado musical como en el lírico en muchos de los temas. El resultado final es un trabajo muy maduro y profesional en el que los diversos estilos y sensibilidades cristalizan en una obra singular y muy profunda que atrapa con sus ricos matices.

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