Moonloop

Fate In Motion

Autoeditado (2024)

Por: Alfredo Villaescusa

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Que un grupo escoja como nombre una canción de Porcupine Tree podría dar una buena pista acerca de sus intenciones. Quizás otros temerosos piensen que se avecina una chapa progresiva del quince, habida cuenta de los habituales prejuicios inherentes al género. Digamos que su bautismo en honor a Steven Wilson está justificado, pero tampoco se trata de una propuesta cerrada únicamente para forofos del estilo, pues aquí nos encontramos con una especie de puente entre dos orillas, una trallera y otra más técnica, por así decirlo.

Con precedentes tan elevados en el imaginario popular del metal progresivo como Opeth o Death, uno no se lanzaría en tromba en una aventura tan arriesgada sin presentar ciertas credenciales, que en el caso de estos catalanes consisten en haber compartido escenario con Anathema, Leaves Eyes o Draconian. Y eso sin mencionar que su anterior ‘Devocean’ ya les puso en el radar de los entusiastas del género.

Obras intrincadas de este calibre no surgen como churros, por lo que resulta hasta entendible que desde su trabajo previo de estudio haya pasado la friolera de siete años. Podemos barruntar por lo tanto que aquí no nos toparemos estribillos facilones o cancioncillas para tararear en la ducha, sino un despliegue considerable de talento, con mil y un detalles que harán las delicias de los puros melómanos.

De esta forma, “Cosmic Matter” cursa evocando a piedras angulares como Dream Theater o Amorphis, en especial a estos últimos por su tono épico y su combinación de guturales y voces limpias. Pese a que estos barceloneses sean bastante más enrevesados que los fineses, tampoco desentonaría demasiado escuchar a continuación “Among Stars”, determinados solos de guitarra te recordarán de igual modo a los creadores de “Black Winter Day”.

En una vertiente más cruda y próxima al death metal se mueve “Mask”, pero sin renunciar a cambios de ritmo dignos de Messhugah o ese matiz grandilocuente que proporcionan los tonos limpios. “New Dark Reality” pilla el punto en el que se quedó la anterior canción y sube la apuesta con riffs más densos, mayor dosis de épica y hasta fragmentos con los blast beats característicos del black metal o ínfulas orientales. Desde luego, con composiciones tan versátiles uno jamás se aburriría. Maravilla.

“Awaken” probablemente sea la pieza más oscura del redondo, pero también de las más sorprendentes a nivel instrumental, con partes en las que parece que van al galope y otras en las que simulan sumergirse en un pozo sin fondo. Hay tantos elementos en sus cortes que realmente es necesaria una escucha activa para percibir todo y no perderse nada.

“Arrival” certifica que la sencillez no va con ellos, en otro gran ejemplo de que su música es para espíritus elevados, o más bien para los que no les importa dedicar tiempo, porque ya hemos dicho que esto a buen seguro no entrará ni a la primera ni a la segunda. Hay que dejarles macerar en el subconsciente una temporada.

“Garghoul” parece pensada para los más cafeteros del death metal, pues se trata de un corte a degüello, directo, con la única voluntad de seccionar, sin detenerse a esbozar obras de arte. Y echan el resto con la monumental “Portal” de más de trece minutos, en los que incorporan el catalán como lengua y además cuentan con la colaboración a la flauta de Pablo Selnik, todo un derroche de talento no apto para mentes cerradas.

Recomendables por completo si te tiran Opeth o Porcupine Tree, eso ni hay que decirlo, pero también son una gran opción para los entusiastas de los retos a los que la palabra progresivo a veces les da un poco miedo. En su favor, señalaremos que se hallan mucho más cercanos al metal extremo que a los virtuosismos sin ton ni son. Como un puré hecho con mimo, rebañarás sin darte cuenta.

Alfredo Villaescusa
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