Lustrad

Winds of Freedom

Autoeditado (2021)

Por: Alfredo Villaescusa

7

Hay veces en las que es necesario sacar todo lo que uno lleva dentro. Expulsar lo que se ha estado acumulando a lo largo de varios años y hacer a los demás partícipes de ello, una meta suprema que persigue cualquier artista. Demostrar al mundo que no estamos aquí simplemente para pasar el rato, sino para aportar nuestro granito de arena y tratar de convertir el planeta en un lugar más habitable. Sin puñetazos en la mesa ni aspavientos, de una manera serena, huyendo del cariz panfletario. Que cada cual decida lo que quiere creer.

Tal parece la actitud de este proyecto sereno bajo el que se esconde el compositor y productor Lauren Stradmann, un veterano de la escena musical con amplia experiencia en sesiones de batería y percusión. Ha trabajado también para figuras nacionales e internacionales como Lou Marini (The Blues Brothers), Kirk Fletcher (The Fabulous Thunderbirds), La Guardia o Raphael, entre muchos otros.

Es de suponer que una trayectoria de más de treinta años ha debido permitir acumular el bagaje suficiente para que este primer álbum en solitario cantado adquiera el tono de una especie de diario de vivencias. Esa es la impresión que se desprende de un conjunto de canciones mayoritariamente sosegadas y con una ligera inclinación hacia el folk rock americano. No en vano este madrileño cita como influencias a artistas de la talla de The Eagles, Eric Clapton o Paul Carrack.

Con la intención de no esperar demasiado desmelene, hay que afrontar este interesante trabajo que se abre con “It Seems”, una pieza tranquilita con leves toques AOR que nos predispone hacia la tónica general de este redondo. “We Can Rise” adopta algo más de brío rockero y no sería descabellado pensar en el canadiense Bryan Adams, mientras que “One More Change” se mueve por terrenos pop rock sin demasiadas estridencias. Lo habitual cuando cada canción se transforma en una especie de confesión.

“Sometimes” posee una atmósfera muy de garito noctívago y me atrevería a decir que constituye lo mejor del álbum, con un estribillo muy conseguido. “Sing Your Song” no abandona la faceta sosegada y nos lega soberbios juegos de voces en los que se nota la colaboración junto a otro avezado compositor como Ramón Prendes. Y en “Turn Around” se encarga de echar una mano Carlos Nebot, otro veterano cantante, guitarrista y productor con más de un cuarto de siglo a sus espaldas.

“#Wwg1wga” abraza sin reparos el folk hasta el punto de que se podría imaginar sin problemas a alguien interpretándola en frente de una hoguera. En “Bright Blue Eyes” vuelve el ímpetu y podría considerarse otro de los puntos álgidos del disco, con los vientos desatados de Hermano Gonzalo Sax y un estribillo muy guapo que encajaría en un paseo nocturno en coche por cualquier gran ciudad.

“Perhaps” se inicia con un riff rockero con los Stones en lontananza y aporta la energía que quizás echábamos más en falta en el comienzo. Una tendencia que se rompe con la intimista “Time to Be”, aunque ya se sabe que en unas memorias siempre tenemos montañas y valles, momentos de explosión y otros de reposo. Y para acentuar esto último, nada como recurrir al celebérrimo “Imagine” de John Lennon, una versión que no se limita a calcar la manida original, sino que intenta aportar su propia perspectiva del tema en un giro que solo se podría calificar como personal.

En definitiva, si se anda buscando emociones fuertes y guitarreo incesante, esta obra no resulta adecuada para nada, pero si lo que se persigue es un equilibrio entre rock, composiciones relajadas y letras con marcado poso autobiográfico, entonces aquí tenemos una reseñable opción. Una amplia paleta de colores según el estado de ánimo.

Alfredo Villaescusa
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