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Crítica de Los Niños de los Ojos Rojos: Hard Folk

Los Niños de los Ojos Rojos regresan con ‘Hard Folk’ en un momento en el que ya no necesitan presentaciones ni reafirmaciones. Con un buen puñado de años de trayectoria, la banda se encuentra en un punto donde el sonido está definido, las ideas claras y la música fluye sin necesidad de subrayados. Este nuevo trabajo no pretende sorprender desde la urgencia, sino mostrar el estado actual de un grupo que ha aprendido a confiar en su propio lenguaje.

El disco se construye desde la solidez. Se percibe una banda cohesionada, cómoda en su fusión de folk, rock y músicas de raíz, pero con una mirada más madura que en anteriores entregas. La energía sigue ahí, pero ahora aparece mejor dosificada, al servicio de las canciones y no del impacto inmediato. Todo suena medido, trabajado y pensado para perdurar más allá de la primera escucha.

‘Hard Folk’ refleja claramente el bagaje acumulado a lo largo de los años. La experiencia de conciertos, festivales y giras internacionales se traduce en un sonido seguro, sin fisuras, donde cada elemento cumple una función concreta. No hay exceso ni dispersión: los arreglos están bien integrados y la producción apuesta por un enfoque orgánico, cercano, que respeta la identidad del grupo.

Uno de los aspectos más destacados del disco es su equilibrio. Consiguen mantener su carácter festivo y abierto sin caer en la repetición. Al mismo tiempo, incorporan un tono más reflexivo que aporta profundidad al conjunto. No es un álbum que mire constantemente al pasado, pero tampoco intenta reinventarse de forma artificial.

El trabajo colectivo se nota especialmente en la forma en que el disco avanza. Las canciones se enlazan con naturalidad, creando una escucha continua que invita a recorrer el álbum completo. No hay altibajos forzados ni picos diseñados para llamar la atención. El interés se mantiene gracias a una construcción sólida y a un sonido reconocible.

Los diez cortes que lo componen te llevan a Sugarless, O'Funk'illo, Ska-P, Robe, claro… Al final hay gente aquí que recorrió junto al Rey de Extremadura su andadura en solitario. Rock, funk, ska, reggae; incluso furiosas arrancadas metaleras. Un buen mejunje resuelto eficazmente. Mis preferencias personales hacen que destaque “Fuera de control”, “Mystik selektah” o la homónima. También destaca por su claridad de intención. Sabe lo que quiere ser.

No buscan competir con tendencias ni adaptarse a modas; hacen lo que mejor saben hacer. Es un trabajo que confirma su madurez artística; sólido, bien construido y sincero. Sin duda, la banda está ante una nueva etapa que los consolida como un proyecto con identidad propia.

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