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Crítica de Killed By Deaf: A Punk Tribute to Motörhead

No son pocos los que han visto en el legado del difunto Lemmy Kilmister la rabia congénita y suciedad del punk, pese a que muchos de sus fieles procedan de la escena del metal. El propio líder de Motörhead se pronunció en repetidas ocasiones a favor del movimiento del imperdible y los tres acordes y no hay más que recordar aquella mítica frase que soltaban al inicio de sus bolos a modo de presentación que reducía la ecuación a “rock n’ roll”, sin más vuelta de hoja.

Metal o punk, lo cierto es que Motörhead sin duda sirvieron de puente de plata entre ambos géneros, una suerte de común denominador entre dos tribus en unos tiempos en los que la versatilidad no se llevaba demasiado. Por tal motivo era más necesario que nunca este homenaje con nombres tan destacados como The Damned, Rancid, GBH o Anti-Nowhere League, entre otras luminarias del género. Y si encima llega en el año en el que el nacimiento de la banda cumple medio siglo, pues bienvenida sea dicha iniciativa.

Los históricos californianos Pennywise abren con la frenética “Ace of Spades” sin apartarse mucho de la versión original y conservando por completo las agallas que debe poseer semejante trallazo. Sus paisanos Rancid recuperan “Sex & Death” y tampoco se andan con medias tintas a la hora de mantener fidelidad a los parámetros establecidos, pero a la vez la hacen suya de tal manera que hasta podría haber aparecido en su último disco de estudio al lado de “Tomorrow Never Comes”.

The Bronx abogan del mismo modo por la ortodoxia en “Over The Top”, pero les queda tan convincente que no se les podría reprochar nada. Y “Rock N’ Roll” de Lagwagon nos traen uno de los instantes más inspirados de este redondo, aunque habría que decir que dicho himno sonaría bien hasta con flauta travesera. Al que no le hierva la sangre con esto, mejor que se vaya a dar palmas o a escuchar pop.

Fear sí que se hacen notar en “The Chase Is Better Than The Catch”, que le otorgan una rugosidad casi de papel de lija, el desayuno de campeones para la gente aguerrida. Sigo esperando que haya alguna canción un poco floja, pero eso tampoco lo voy a encontrar con un “Bomber” de GBH que deja el culo torcido. “Stay Clean”, a cargo de Murphy’s Law, se antoja algo más ralentizada de lo que estamos acostumbrados, aunque el espíritu sucio de la original permanece.

Las nuevas promesas se hacen notar en “Love Me Like A Reptile” de Slaughterhouse, otra oda a la electricidad desbocada para dar en los morros a los que dicen que a la juventud no le interesa el rock. The Casualties en “The Hammer” no se estrujan demasiado la cabeza, pero no es necesario para disfrutar de un himno punk de semejante calibre. Y Anti-Nowhere League, como no podría ser de otra manera, eligen “Born to Raise Hell”, de los temas más macarras de toda la trayectoria de Motörhead. El resultado es sublime, con un Nick Culmer inspiradísimo y otorgando la dignidad exigible.

“No Voices in the Sky” de Love Canal no desentona en el conjunto, mientras que Soldiers of Destruction insuflan a “Overkill” una marcha apabullante, de no dejar títere con cabeza. Y lo mismo podríamos aplicar a “Iron Fist” de Wisdom in Chains. El cierre llega con “Neat Neat Neat” con The Damned y Motörhead en una emotiva coalición de talentos que había permanecido inédita hasta la fecha.

El que busque sorprendentes vueltas de tuerca en este sincero homenaje, mejor que se vuelva por donde haya venido, pues tal no parece el propósito de este lanzamiento. Pese a echar en falta algún que otro temazo, lo importante en esta ocasión no eran las ausencias, sino rendir devoción a un cancionero inmortal que hace tiempo que forma parte de la historia de la música. Es el equivalente a una sucesión de chupitos. Luego ya depende de cada uno tomárselos todos de golpe o espaciarlos. Pura electricidad en vena.

Alfredo Villaescusa

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