Kike M

Cantares de arcilla

Metales Preciosos (2024)

Por: Javier Pérez

8.5

Desde Salamanca regresa Kike M con este su segundo disco en solitario, un proyecto que se va consolidando a cada firme paso que da. ‘Cantares de arcilla’ es una colección de canciones que, tocando muchos palos, consigue funcionar extraordinariamente.

Porque armándose desde el rock urbano, la obra, producida y dirigida por Iñaki Uoho, bebe más de Extremoduro y las nuevas vertientes de Robe que de imperecederos clásicos de los arranques del género como tal.

Pero esto no es ninguna copia, no es un trabajo que fusile el rock transgresivo al uso; ni mucho menos. Lo aquí expuesto va de punta a punta recogiendo vicisitudes, recargando melodías y encontrando su camino. A veces se pone más duro, y otras inunda el sonido de tonos incluso pop. O indie, si me lo permiten. Y así, tirando con certeza de sus inspiraciones y escuchas pretéritas, consigue encajar todas las piezas con carisma y un buen hacer digno de mención.

Y es que los primeros instantes de “Cantos bordados” te van a remover de inmediato. Una carta de presentación que apenas sobrepasa el minuto con aires que a mí me recuerdan incluso a tonadas populares, inspiradas, supongo y sin suponer, ya que nos lo comenta en la nota de prensa, en las frías montañas de su Sierra de Francia (Salamanca).

“Huella” enlaza con la previa con eficacia; aquí también veo aromas de Huecco, del que se deja llevar por las lejanías de la capital y se aleja del todo de Sugarless. “La cara de la muerte” continúa por los mismos pasos guiados al amparo de lo que hemos comentado algo más arriba. Otro temazo.

La ligereza que marca “Malas hierbas”, con pesadumbre de primeras, luz cuando llega el estribillo y un buen empaquetado en la producción, me ha hecho recordar la época en la que La Vacazul ponían en circulación ‘Radio tangente’. “Ojos de dragón” es una balada suave que se desmelena en cierto rapeo final; queda de lujo. Sin mucho escándalo aparece “Cascabel”, meticulosamente montada en una base semiflamenca en instrumentación y composición.

“Interludio de Simón Vela” es tal cual, un paso intermedio antes de regresar a lo suyo con una espléndida “Cigüeñas” en la que nos cuenta de donde viene. “Mr. Hyde” es algo más contundente, mas únicamente es un intervalo antes de clavar otra joyita: “Cafñe con aguacate”. Se mueve en los hilos de sus hermanas, sí, pero es que, una vez más, lo hace con mucho tino.

Los últimos movimientos corren a cargo de “Un plan” y “Ausencia presente”. La una es un rocanrol en base que urge más que la media y la otra baja ya el tempo para dejarte sosegado.

Inspirado por la naturaleza de su pueblo natal, entre paseos Kike M fue hilvanando riffs de Extremoduro con arpegios de Fito, reparando en figuras de animales y seres mitológicos, identificando tales motivos con sus canciones.

El resultado es esta colección que nos atañe, una de las sorpresas más positivas de la escena estatal en este 2024 que está al límite. Muchos artistas con imaginerías desbocadas, suculentas y en gran medida, particulares, han llegado lejos de las fronteras del rock más puro. Pues aquí encontramos una nueva eclosión en ciernes. Bravísimo.

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Esta entrada fue escrita por Javier Pérez

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