Crítica de Julie Christmas: Ridiculous And Full of Blood

Julie Christmas

Ridiculous And Full of Blood

Red CRK (2024)

Por: Alfredo Villaescusa

No suele ser habitual encontrarse con uno de esos espíritus libres en pleno esplendor de los que hablaba el gurú Charles Bukowski. Almas puras sin prejuicios ni complejos que hacen lo que les sale de los mismísimos sin rendir cuentas ante nadie. Ofrecen su producto, que en la mayoría de los casos no se podría calificar como algo para todos los públicos, y al que le guste, bien, y al que no, pues a otra cosa, que el mundo es un lugar muy amplio para perderse por ahí.

Aquellos más puestos, no obstante, es probable que hayan oído hablar de Julie Christmas, no solo por ese curioso apellido que hace referencia al día de Navidad en el que nació, sino también por una trayectoria vinculada a bandas como Made Out of Babies, Battle of Mice o Cult of Luna, estos últimos de notable prestigio en el apartado del post metal contemporáneo. Además de ello, esta chica todavía tuvo tiempo para sacar un disco en solitario en 2010 llamado ‘The Bad Wife’, que la consolidó como una voz a tener muy en cuenta en la escena alternativa.

Acompañada de unos músicos capaces de amoldarse a todo tipo de idas de olla, entre los que destaca precisamente el guitarrista y vocalista de Cult of Luna Johannes Persson, nos entrega un ambicioso trabajo que desciende a las tenebrosas profundidades de la psique humana, pues el propio título del álbum alude a la manera en la que Christmas se percibe a sí misma. Diferentes partes de una personalidad que sobresalen, ya sea a ritmo de rock alternativo, punk o noise rock, entre otros géneros.

“Not Enough” establece en cierta forma los cimientos con los tonos atormentados de Julie que no renuncian tampoco a explosiones de rabia, un espectacular in crescendo que seguro que en las distancias cortas pone hasta la piel de gallina. “Supernatural” se escora más hacia el rock alternativo cargado de cierta profundidad y diría que sube incluso un peldaño por el espectacular dramatismo del tema, así como por su leve atmósfera post rock.

El inicio de “The Ash” no es que invite a la alegría infinita, pero tiene su rollo esta especie de banda sonora para ponerse una camisa de fuerza, solo los más grandes consiguen mantener la mirada al abismo y salir reforzados de tal proceso. “Thin Skin”, por el contrario, parece una concesión a estructuras más típicas del metal alternativo y no sería descartable que viniera a la cabeza Jonathan Davis, de Korn, otro maestro que abrió en ‘Untouchables’ un entero abanico de posibilidades a nivel vocal.

Esta falta de escrúpulos en materia estilística destaca en “End of the World”, donde tenemos hasta guturales, así como desarrollos instrumentales y ambientes que recordarán a Cult of Luna. “Silver Dollars” constituye otra reseñable muestra de versatilidad vocal. Dijo Christmas que uno de los objetivos de este disco era sacar a relucir las diferentes facetas de su propia personalidad, así que en este sentido lo clava por completo.

“Kids” o “Blast”, por su escasa duración, se antojan más bien intervalos que contribuyen a una marcada y caótica impresión general, mientras que “The Lighthouse” vuelve a elevar el nivel con otra de esas piezas en las que reluce y se eleva la poliédrica personalidad de una artista inimitable. “Seven Days”, con su halo de marcha fúnebre, ya nos pone en modo despedida con fragmentos en los que se desgañita y otros que casi poseen la liturgia de unos salmos. Orar o explotar de rabia, esa es la cuestión.

Al igual que la naturaleza humana en ocasiones desafía cualquier intento de categorización, lo mismo podríamos aplicar a este álbum que intenta explicar por qué una persona afable también es capaz de actos de una crueldad extrema. Cada uno posee sus monstruos personales y lanzamientos como este no dejan de ser una particular manera de exorcismo. Entren dispuestos a despojarse de impurezas.