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Ekeko el Perro

Autoeditado (2024)

Por: Jesús Ortega Mingo

Alejandro González Iñárritu y Eneko González Ardura tienen algo en común. El primero debutó como director con "Amores perros" en el año 2000, una película que, narrada con un realismo visceral, profundiza en temáticas universales a través de un entramado de historias situadas en la Ciudad de México. El segundo lo hace con su proyecto en solitario y el homónimo álbum 'Ekeko el Perro', con el que también nos abre las puertas de su propio Distrito Federal.

‘Ekeko el Perro’ es el debut en solitario de este experimentado rockero guipuzcoano, tras una destacada trayectoria musical que se extiende desde Izurri Berria (1990-2002) hasta Perros del Norte (2013-2016), pasando por Ekeko el Perro y Luna Llena (2005-2012). Bajo este nuevo proyecto, nos presenta su primer larga duración, iniciando así el capítulo más introspectivo de su carrera.

El camino se despliega a través de los doce cortes que conforman el álbum, grabado en los estudios Punta Paloma de Tarifa, en Cádiz. Para esta obra, contó con la producción de José María Sagrista (ex-Triana y Círculo Vicioso). Destacados músicos del País Vasco, de Andalucía y Uruguay, como Andrés Tomás Rodríguez (José Mercé, Vanessa Martín…), Coki Giménez Citorel (Fito, Carlos Tarque…), Fredi Peláez y Nika Bitchiasvilli (Marea, Mikel Urdangarin…), Pello Ramírez y Gurutz Bikuña (Benito Lertxundi, Unidad Alavesa…) o Julen Ormaetxea, entre otros, contribuyeron a dar forma a este proyecto.

La ansiedad y la depresión se convierten en tu sombra cuando la confusión desdibuja la línea que delimita la realidad y la ficción. Experiencias difíciles que convierten en tu mantra la idea de desaparecer. Las puertas de tu Ciudad de México han abierto con “Ida sin retorno”. Hoy arde lo que un día fue vida.

“He conocido el cielo” se consagra como una suite musical que cede el testigo a “Amores perros”, relación feroz, salvaje e incontrolable, como una persecución en un reino sin ley que desemboca en un fatídico y mortal accidente.

Podría quedarme los 59 minutos y 20 segundos que dura el disco escuchando solamente la siguiente pista: “Vacilón”, la historia de alguien que ha caído en el olvido y a quien la sociedad desprecia, que consume su vida en cubos de basura y cartones de vino barato, y que sonríe despreocupado con el corazón marchito. Sin duda, la canción que más he disfrutado del disco.

La música en euskera también encuentra su lugar con “Ispiluan”. “Pal@s titos” va de cantares que nacen desde lo más hondo, en la raíz. "El camaleón" se presenta como un réquiem para Lucio Urtubia, un destacado anarquista español y máximo exponente de la guerrilla urbana antifranquista en Cataluña, quien estuvo activamente involucrado en la resistencia contra el régimen de Franco. “Tótems caídos” es la carta de despedida para alguien a quien solías conocer, alguien que se perdió en la facilidad del fingir.

“Sonrisa de Boomer-man” es una canción-vitamina en clave de reggae, con la que recordarte que volando es más difícil caer en depresión. “Que no se parta la noche” relata la conversación que mantiene con un inmigrante que viajará por el mar Mediterráneo en un frágil y vulnerable barquito de papel con el que no llegará a tierra. Un grito desesperado por retroceder en el tiempo, con la sapiencia de no poder volver a empezar.

“The typical life style” es una vida de ensueño, muy americana, producto de la contaminación propagandística y neoliberal. Y “Los leones de Essauira” cierra la obra con un nuevo cántico popular dedicado a esta ciudad portuaria de Marruecos.

En definitiva, para mí, Ekeko el Perro es un espejo fiel a la realidad que el autor guarda en sus adentros, un reflejo auténtico que no busca más que contar lo frágil e imperfecto que es el ser humano, tal y como se manifiestan en cada uno de los personajes que han cruzado su historia, así como en aquellos que aguardan para encontrarse en tu propio camino.

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