Su nuevo trabajo, ‘Érase’, es un álbum que recuerda a los Dünedain primigenios. Los chicos liderados por Tony Delgado nos traen pasajes cargados de ritmos power metaleros a más no poder y llenos de épica.
Comienza con “Oh Yeah”, un título, cuanto menos, curioso para una canción, pero siendo sincero, funciona, y de qué manera. Es un tema de apertura de manual, con un estribillo más que coreable y una energía arrolladora.
Pasamos a “La Misma Canción”, el single del disco, una composición que inevitablemente te transporta al sonido clásico de Dünedain, a esa época maravillosa de ‘Buscando el Norte’ y ‘Mágica’. Las estrofas están tratadas con mimo, destacando la voz personal y la guitarra de Tony, que cobran gran protagonismo, interpeladas por Carlos y su registro agudo, que aporta épica y fuerza. Un auténtico temazo, con un sonido optimista y un mensaje poderoso.
El tema que da nombre al álbum, “Érase”, funciona algo menos en su desarrollo, especialmente en el estribillo, que resulta un tanto machacón y repetitivo, bajando ligeramente el ritmo del disco en este primer tramo. Velocidad y potencia que recupera con creces “Pandora”, una canción canónica de power metal: riffs precisos, un puente que acelera el pulso y un estribillo que entra directo en vena, sostenido por una batería a doble bombo espectacular. Pura épica.
“Silencio” es quizá la pieza donde más brilla Carlos, con más líneas de voz y una fuerza impresionante. Sin embargo, el estribillo recuerda en exceso a otro tema de la banda, “Confía en el Amanecer”, de ‘Pandemonium’. Este punto negativo se compensa con uno de los mejores solos de guitarra del álbum, a mitad del corte. Lo que hace Tony aquí con la guitarra es sencillamente brutal.
En la parte final del trabajo, compuesto por nueve canciones, aparece “Hilo Rojo”, con una sonoridad luminosa y un aire romántico que Dünedain ya ha explorado en anteriores discos.
Las dos mejores canciones del álbum, en mi opinión, se encuentran en este tramo final. “La Herida” es un tema épico a más no poder, que por momentos recuerda a Tierra Santa, con ese sonido que evoca gloria y valor. La batería es una auténtica locura. Un tema que espero ver en directo, porque musicalmente es muy complejo.
La joya de la corona, para mí, es “Fénix”, uno de esos temas que escuchas una y otra vez sin poder parar. Es pura fuerza, velocidad, rabia y belleza a partes iguales. Las dos voces se entrelazan con precisión, acompañadas por una batería que no te deja estar quieto. Una gran canción, posiblemente de las mejores no solo del disco, sino de toda la trayectoria de Dünedain.
Cierra el álbum “Némesis”, una balada muy interesante. Aunque no descubre nada nuevo, cuenta con un acompañamiento de cuerdas sinfónicas excelente. Quizá para cerrar el disco habría elegido algo con más fuerza y ritmo, pero eso no empaña el notable trabajo de los abulenses, que vuelven a demostrar que están en plena forma.
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