Estamos ante la primera producción de Cemican dedicada a la cultura maya, que se convierte en un auténtico viaje astral a lo largo de doce cortes. Arranca con "kukulkán wakah chan" con un inicio ambiental en lengua maya y un coro que envuelve. Además, el tema presenta un riff cortado y poderoso, seguido de una armonía enérgica que impulsa la voz. Este preludio te prepara para mover la cabeza y reflexionar sobre cómo, entre la sangre y el sacrificio, te encontrarás con el dios Kukulkán.
El segundo tema, "Tan Ti le Xibalba", arranca con un auténtico riff de death metal que se fusiona perfectamente con el sonido de la flauta prehispánica. La melodía avanza con un golpeteo contundente; el solo es agresivo y técnico, aunque breve, dejando paso a la presencia de la muerte en los coros. A continuación llega "El niño que contemplaba a las estrellas", interpretada por Adrián Zerimar, vocalista de Megaton. Adrián realiza un gran trabajo vocal, con un tono claro y poderoso que recuerda al heavy metal más melódico de Cemican, como en "Águila espiritual". El álbum reúne distintos estilos de metal (death, black y heavy) y es el primero del grupo en incluir varias canciones con instrumentos autóctonos, como "Tak Ti Ulaák Íin", donde destaca el uso de las trompetas mayas, un instrumento poco conocido.
"Horizonte de almas" es otra de las grandes canciones del disco. Comienza con un ambiente místico y sombrío, llevando al oyente a un viaje al inframundo por un camino de serpientes. Las flautas crean una melodía fascinante, acompañada de una guitarra potente. La letra es oscura y melancólica, rompiendo con las estructuras habituales y presentando un coro atípico. Todos estos elementos convierten a la canción en un viaje de tristeza eterna. Es evidente que Tecutli ha alcanzado un nuevo nivel como músico y cantante.
"Viaje astral del quetzal de fuego" es una de las composiciones más largas de la historia de la banda, con una duración superior a los ocho minutos. Con palabras en maya y danzas rituales, el tema invita a un viaje espiritual acompañado de tambores y lamentos. La batería mantiene un equilibrio preciso, alternando entre pasajes con doble pedal y remates exactos. La letra recuerda que el tiempo en este mundo es limitado y que la muerte siempre acecha: el cuerpo puede pudrirse o convertirse en cenizas, pero el alma vagará en el cosmos. El coro explica que el lamento no residirá solo en quien parte, sino también en quienes quedan. Una gran canción, con una temática profunda.
"El castigo de los dioses" es probablemente el tema más potente del álbum, con tres tipos de guturales que invitan a mover la cabeza sin parar. "Los guardianes de la tierra" y "Hum Came" son las canciones más representativas del death y black metal, respectivamente, y destacan por cómo los instrumentos autóctonos se integran con total armonía.
La balada "¿Dónde estás?" ofrece un respiro emocional; es un tema de metal melódico muy bien estructurado, liderado por la voz de Ariadna Dheva, quien sostiene toda la canción con elegancia. Luego llega "Yóok ol Kaáb Maya", una de las primeras composiciones íntegramente en lengua maya. Aquí, el bajo toma protagonismo con un sonido poderoso y matices que sorprenden.
Finalmente, "Bolom Octé" cierra el disco de manera instrumental, despidiéndose con una atmósfera introspectiva que invita al descanso eterno en la tristeza del inframundo, Xibalbá.
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