Bunbury
Posible
Warner Music (2020)
Por: Alfredo Villaescusa
9
Reflexionar sobre uno mismo siempre aporta múltiples beneficios. Algo que no suele suceder a menudo a tenor de las tonterías que se escuchan cada día desde el hemiciclo y demás organismos oficiales. No se trata de una tarea que requiera un esfuerzo descomunal, pero sí que es necesario dedicar cierto tiempo, minutos que serán de oro a la hora de salvaguardar la salud mental, tanto la propia como la del prójimo. Y en esos irrepetibles momentos introspectivos conviene recordar la sabiduría que nos legaba Loquillo en “El último clásico” y no “buscar nada nuevo”, sino volver a “lo básico”. Al minimalismo. A las emociones puras.
De eso trata en esencia el último trabajo de Bunbury, una colección de canciones tan intimistas como las que aparecían en el álbum ‘Las consecuencias’, pero con el matiz rompedor de los coqueteos con la electrónica de ‘Radical Sonora’. Es un poco lo que nuestros mayores llamaban “nadar y guardar la ropa”, una combinación entre pasado y futuro que se sitúa en una especie de limbo estético y que confirma que el ex Héroes del Silencio ha creado ya a estas alturas un género en sí mismo en el que cabe desde la copla o el tango hasta el rock fronterizo o el glam rock. Una inabarcable paleta de colores en la que, por supuesto, cuentan mucho los detalles.
Como criaturas independientes con vida propia cabría considerar a los diferentes cortes que conforman este redondo, textos abiertos a varias interpretaciones y que “giran en torno a las distintas versiones de uno mismo que hemos dejado pasar y las infinitas opciones y posibilidades con las que podemos moldear nuestro futuro individual”, según ha confesado el artista. Vayamos pues a lo que nos depara este nuevo viaje sentimental de Don Enrique.
“Cualquiera en su sano juicio (se habría vuelto loco por ti)” supone un salto a la piscina con tirabuzón debido a su aire sintético y actitud rockera contenida, como la que derrochaban Depeche Mode en “I Feel You”. La letra, de enmarcar de la primera a la última estrofa, una suerte de declaración de amor para la época moderna en la que no duda en lanzar alguna pulla al “escuadrón de la moral”. Perder la cabeza por alguien debería situarse en la cima de las artes poéticas. Dejemos las aplicaciones de contactos y los romances efímeros para los mandriles.
“Hombre de acción” se antoja todo un catálogo de supervivencia, a la altura de “El boxeador”, “Bujías para el dolor” y tantos temas de Bunbury que más bien parecen claves para desenvolverse en la jungla humana. “Deseos de usar y tirar” podría considerarse otro alegato a contracorriente con dardos hacia un “estado permanente de emergencia” o la fugacidad de las emociones en la era contemporánea. Y todo ello con influencias de folklore mexicano aderezadas con electrónica, aparte de mención al icono maldito Nick Cave.
“Mis posibilidades (Interstellar)” eleva el poso maquinal, pero sin renunciar a esas características sentencias epatantes del zaragozano y un leve aroma espacial a lo “Lady Blue”. Y en esa senda de experimentación sigue “Las palabras”, que en lo musical no anda muy alejada del “Lotus Flower” de Radiohead. Seguro que en las distancias cortas Bunbury despliega aquí todo su repertorio de movimientos de púgil.
“Arte de vanguardia” adquiere, al igual que otras piezas, también tonalidades de manifiesto, no político, sino personal, se trata de la fidelidad a unos principios, como cuando el vocalista se reafirma en su intención de “vivir tan al margen de todo como pueda”. De los momentos más emocionantes del disco. “Mariachi sin cabeza”, con una base casi trip-hop, recoge frases memorables, como “correspondes a mis criterios estéticos”, todo un piropo inocuo para el siglo XXI. Y en “Como un millón de dólares” el aragonés errante descarga la artillería pesada contra esa sociedad de consumo en la que “te van a regalar amor, fama y alcohol”, entre críticas al postureo en redes sociales y otros necesarios dardos. Brilla en su faceta de cronista de lo divino y lo humano, al igual que lo hacía en “Cuna de Caín” o “Bandeja de plata” de su trabajo precedente. El cuchillo afilado.
En la recta final, “Indeciso o no” sirve para ir abriendo terreno ante el epílogo total de “Los términos de mi rendición”, canto de despedida que bien podría entonarse desde lo alto de un desfiladero o de un puente, no sin antes recordar que “ningún placer dura lo suficiente”, en línea con aquella inolvidable máxima de Gustavo Adolfo Bécquer de “¡Ah, barro miserable, eternamente no podrás ni aun sufrir!”. Romanticismo en vena.
Quizás a muchos este esfuerzo se les torne inabarcable, pues su complejidad y sus textos retorcidos impiden apreciarlo de golpe y porrazo. Hace falta meditarlo y asumir el viaje hacia el fondo del ser que nos propone Enrique con la certeza de que uno solo saldrá reforzado de semejante lance. Y conseguir mirar en pie de igualdad a los molinos de viento de nuestra mente.
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13 comentarios
Que no haya espacio en este medio para grupos como Rival Sons o The Struts, y nos deis la paliza con este payaso que no ha hecho rock en su vida, es para pensarselo antes de visitaros mas.
¿Que no ha hecho rock en su vida? Me da a mi que el payaso no es el Maestro Bunbury.
"Las palabras te pueden alcanzar a golpe de rima o de kung Fu", si knock, knock, knock, knock responde usted. Auuu!! No tengo "palabras" para disparar tan certeramente como lo hacen las letras de esta canción. Los artistas como Bunbury usan la rima para hacer poemas, los "sincericidas" matan toda consideración al hablar sin el filtro de la empatía. ¡Grande Bunbury! Cualquiera en su sano juicio se hubiera vuelto loca por ti y tus canciones.
Sinceramente, después de HEROES DEL SILENCIO este wey lo único que ha echo ha sido el pendejo
güei
Lo termino de escuchar ahora, y teniendo ya sobados los adelantos, más la primera escucha de las nuevas, opino que es de los mejores trabajos de su carrera
Parece un álbum muy difícil de escuchar.
hay grupos mergentes nacionales e internacionales que se merecen reconocimiento, pero como no os pagan para que les pongais un 9...
Discazo. Solo me sobra Mariachi sin cabeza.
Héroes parasiempre!!!!!!!!!. BUnbury en solitario es.... la sombra de un rock que ya murió en los dedos de Juan Valdivia. Pedazo de frontman desperdiciado para el rock y hard rock patrio. Aquello que hicieron Héroes no se ha vuelto a repetir, esas melodías, esa esencia de grupo compacto y representante internacional del rock de la piel del toro...., nadie se aproxima. Pon a Mago de Oz a girar por Alemania, Bélgica, Austria o Suiza con Sold Out.
Temas como parasempre, la sirena varada, deshacer el mundo, la chispa adecuada, fuente esperanza, o Flor de loto y los placeres de la pobreza dan fé de toda la diversidad rockera de este grupo maño. Los más heaveis pueden escuchar sangre hirviendo o Parasiempre y luego a opinar. Lo más hard rockeros pueden tirar para Rueda, Fortuna!, Opio o El camino del exceso, En fin elenco de temazos para un grupo único que supo pasar del pop rock al hard rock con una naturalidad impecable. Lástima, en mi opinión, de Bunbury con sus rancheras, tangos y su electromestizaje.