Bruce Dickinson, la voz de Iron Maiden, ha ofrecido una extensa, detallada y muy interesante explicación de cómo vivió todo el proceso desde que le fue diagnosticado su cáncer de garganta en 2014 hasta que empezó a ver cómo su inigualable voz volvía a resurgir tras un duro año de tratamiento. Bruce asegura que estaba en shock con su voz, y pese a su firmeza y determinación en ganar aquella pelea, no oculta parte de resignación si hubiera tenido que labrarse un nuevo camino alejado de los micrófonos. “Sonaba como un búfalo herido”, describe sobre cómo sonaba cuando intentó cantar pocos meses después de empezar el tratamiento.
El profundo discurso con el que Bruce nos lleva de nuevo a conocer todos los detalles de su diagnóstico y tratamiento contra el cáncer de garganta ha llegado durante su participación en el canal de Youtube The Charismatic Voice, donde nos lleva más de una década atrás para recordar hasta el último detalle: “El diagnóstico técnico en mi caso fue T3 N1 M0. Eso significa que el tumor en la garganta se consideró un tumor en estadio tres. Y eso es más o menos el tamaño que tenía. La “N” se refería a si había ganglios linfáticos asociados al tumor. N1 significa que había uno; también tenía cáncer en un ganglio linfático. Y la parte “M” se refiere a si había metástasis, es decir, si se había extendido a otras partes del cuerpo. Por suerte, la respuesta fue negativa. La gente me decía: “Qué suerte que lo detectaste a tiempo”. Yo respondía: “Bueno, no lo detecté tan pronto”. Medía tres centímetros y medio. Era como una pelota de golf en la base de la lengua, y luego había una fresa, de dos centímetros y medio, en el ganglio linfático del otro lado”.
El vocalista recuerda que la grabación de ‘The Book of Souls’ ya la hizo con las molestias que terminaron llevándolo a consultar a un médico: “Cantar con el tumor no me pareció tan diferente. Eso fue lo más extraño de todo. Quizás sentía una ligera restricción en la parte superior, una ligera restricción, pero eso era todo. Sin embargo, sabía que algo andaba mal en mi cuerpo. Mi cuerpo me daba otras señales. La gente me decía: “Oh, ¿estabas perdiendo peso?” Yo respondía: “No, no estaba perdiendo peso”. Pero tenía unos sudores nocturnos muy extraños. Y lo que lo delató… y la verdad es que esto es lo que lo delata en los hombres, porque, por supuesto, a las mujeres también les pasa… De hecho, la forma de pensar en esto... Cuando hablo con la gente, me dicen: “¿Fue por el alcohol y el tabaco?” Yo respondía: "No. Piénsalo de esta manera: tenía cáncer cervical de boca”. Me respondían: “¿Qué? ¿Qué quieres decir? ¿Qué has estado haciendo?”. Les decía: “He estado haciendo exactamente lo mismo que todo el mundo en el planeta”. Así que si tienes este cáncer, no has hecho nada malo. No tienes nada de qué avergonzarte. No es un castigo de Dios”.
Bruce continúa recordando cómo empezó a afrontar la situación: “Le pregunté a mi oncólogo: “¿Por qué tengo este cáncer?” Sé cuál es la causa: el VPH16 (un tipo de virus del papiloma humano de alto riesgo), en mi caso. Y él me respondió: “Es una pregunta razonable”. Me dijo: “No deberías tener este cáncer”. Dijo: “Mira, estás en forma, estás sano. Haces todo lo correcto”. Dijo: “No es justo, ¿verdad?”. Le dije: “No, pero ¿por qué yo?” Él respondió: “¿Sabes qué? Se llama mala suerte”. Y yo dije: “Ah”. Cuando dijo eso, todo se volvió mucho más fácil de afrontar, porque no buscabas a alguien a quien culpar, no te aferrabas a un clavo ardiendo. Si hubiera alguien a quien culpar, entonces tal vez... No, no, no, no, no. Simplemente se llama mala suerte. Son cosas que pasan. Y en ese momento, pensé: “Vale, puedo afrontarlo”. Así que no tiene sentido compadecerse de uno mismo”.
Desde el principio, el vocalista decidió coger el toro por los cuernos: “Hay que dar un paso al frente, deshacerse de ello y pensar más allá, si conseguimos deshacernos de ello. Y mis posibilidades, en realidad, eran bastante buenas. Pensé: “Dios mío, estadio tres. El siguiente es el estadio cuatro. Y eso es como el fin”. Y él me dijo: “No”. Me dijo: “No te obsesiones con eso. Porque cada cáncer es diferente, y cada uno es único para cada persona, pero también cada cáncer es diferente en su pronóstico”. Me dijo: “Prefiero tener la fase tres de tu cáncer que la fase uno de un cáncer de pulmón”. Así que le dije: “Vale, lo entiendo. Claro. Entonces, algunos cánceres son peores que otros””.

Los detalles de cómo se llevó a cabo la pelea tampoco los ha olvidado: “No hubo cirugía... Pero tuve —y debo decir que es un tratamiento bastante habitual— 33 sesiones de radioterapia, unas cinco sesiones a la semana durante seis semanas y pico. Y la dosis total que me administraron fue de dos grays al día, lo cual es una dosis bastante fuerte. Creo que 13 grays es una dosis letal de radiación para todo el cuerpo. Así que recibí 66 grays durante seis semanas y pico, todo en la cabeza y el cuello. Eso es mucho. Y al mismo tiempo, recibí nueve semanas de quimioterapia con cisplatino, que básicamente servía para que la radiación fuera más eficaz contra el cáncer. Esa era la idea. Era un ciclo de tres semanas; iba cada tres semanas, me sentaba allí un par de horas y luego me iba. Y todo esto se hacía de forma ambulatoria. Así que simplemente iba, cogía el metro, recibía la radiación y me iba a dar un paseo por el parque. Las cosas no empezaron a ponerse raras hasta pasadas dos o tres semanas, y entonces empezaba a sentir fatiga y todo el interior, básicamente todas las membranas mucosas del interior de mi boca, se desprendían. La lengua, perdías todo el sentido del gusto. La lengua se queda desnuda, con todos los nervios al descubierto”.
Ante los momentos más complicados, Bruce seguía esforzándose: “Querían ponerme una sonda de alimentación. Cuando me diagnosticaron, el médico me dijo: “Ven, te voy a poner una pequeña sonda de alimentación”. Yo le respondí: “No. No lo harás”. Le dije: “Me alimentaré yo mismo”. Él me dijo: “A la mayoría de las personas les resulta muy difícil alimentarse por sí mismas después de cuatro o cinco semanas”. Le respondí: “Me alimentaré yo mismo. Si no puedo, puedes venir y ponerme una sonda en la nariz, pero me alimentaré yo mismo”. Porque no quería que me hicieran un agujero y no quería estar en el hospital. Porque si estás en el hospital, ya estás medio muerto, según mi forma de ver las cosas. Así que pensé: “Lo haré. A pesar de todo, lo haré por mi cuenta”. Y a él le gustó bastante mi actitud combativa. Me dijo: “Mira, el cincuenta por ciento de tu recuperación es mental””.
Al recordar el aterrador proceso de diagnóstico, Bruce anima a cualquiera a no tener miedo de acudir al médico cuanto antes: “La primera persona a la que acudí fue un médico generalista. Y le dije: “Mire, creo que tengo esto. Tengo un bulto en el cuello”. La mayoría de los hombres descubren que tienen cáncer de cabeza y cuello porque tienen un bulto en el cuello que no desaparece. Puede que no sea el síntoma original del cáncer, pero podría ser un ganglio linfático duro y abultado. No desaparece y no se convierte en gripe. Y se puede diagnosticar erróneamente como: “Oh, tienes un absceso”, o “tienes un quiste”, o “tienes algo”. Conozco a un par de personas a las que les ha pasado eso y han sobrevivido, pero tuvieron que ir a tres médicos y a uno de ellos le operaron por error. Y nadie se dio cuenta de que en realidad tenían cáncer de garganta. Es aterrador, pero así son las cosas. Así que no tengas miedo de ir y decir: “Creo que podría tener esto”. Y lo sabrás en un segundo. Es decir, me hicieron una ecografía por este bulto en el lado del cuello, y el médico dijo: “Hmm, sí, sí, definitivamente tienes un bulto ahí. La pregunta es por qué”. Y yo dije: “Sí”. Él dijo: “¿Cómo te sientes con las agujas?” Yo dije: “Eh, ya sabes”. Él dijo: “Voy a pincharlo con una aguja pequeña, sacar un poco y echarle un vistazo”. Y voilà, ahí lo tienes. Bingo. Tres o cuatro días después, recibí una llamada: “Tiene que venir inmediatamente. Hemos encontrado X, Y, Z”. Y yo dije: “Vale, es cáncer”. Lo supieron enseguida”.

La explicación continúa con una referencia a la suerte que tuvo de no haber sido fumador: “Así que allí estaba yo, delante de la otorrinolaringóloga. Ella me examinó y dijo: “Sí, creo que puedo ver dónde está el tumor, en la base de la lengua”. Y ahí lo tienes. Y ahora... ¡bum! Y lo siguiente es que estás delante del oncólogo y él te dice: “Voy a quitarte esto”. Yo respondí: “Vaya, me gusta cómo suena eso”. Me dijo: “Te lo voy a quitar y no volverá”. Y luego me preguntó: “¿Fumas?” Le respondí: “Eh, no”. Y me preguntó: “¿Alguna vez has fumado?” Le respondí: “No…Bueno, cuando tenía 18 o 19 años, fumé un par de porros porque estaba en una banda y esas cosas”. Él dijo: “No, fumar de verdad”. Yo respondí: “No, nunca”. Mes dijo: “Vale, eso es genial”. Yo dije: “Bueno, ¿qué diferencia supone eso?” Él dijo: “Bueno, sea cual sea la probabilidad de que lo elimine ahora, significa que es un veinte por ciento mejor si no fumas y significa que es un veinte por ciento menos probable que vuelva a aparecer. Eso es mucho”. Le dije: “Vaya. Eso es muchísimo. Déjame adivinar, la gente deja de fumar cuando descubre que tiene cáncer”. Él respondió: “No”. Dijo que se sientan fuera de la máquina de radiación fumando un cigarrillo antes de entrar para recibir el tratamiento. Yo le dije: “Eso es una locura”. Pero así es la adicción. Demuestra lo poderosa que es”.
El tiempo de recuperación pasaba a ser la siguiente preocupación: “En fin, me sometí a toda la radioterapia y le pregunté cuánto tiempo tardaría en recuperarme, no solo la voz, sino todo el cuerpo. Empecé el tratamiento en enero y duró unas seis semanas. A finales de febrero, el tratamiento había terminado. La radiación sigue actuando durante un tiempo y no pueden hacerte una exploración para saber si has eliminado todo hasta mayo porque, según me explicó, lo único que conseguirían si lo hicieran sería obtener un montón de puntos calientes radiactivos. Yo no era radiactivo, pero he estado... Pon un poco de comida en el microondas y luego caliéntala hasta que se queme. Cuando lo sacas, te das cuenta de que se calienta más después de sacarlo porque le has dado mucha energía a la comida y seguirá calentándose. Eso es lo que pasa con tu cabeza, excepto que no es energía de microondas, es un nivel más alto. Así que la radiación seguirá cocinando básicamente el interior de tu cabeza durante unas semanas y luego disminuirá gradualmente. Entonces pueden hacer una foto y averiguar si ha desaparecido”.
Dickinson continúa: “Pero, a pesar de eso, le pregunté: “¿Cuánto tiempo tardaré en…?" Él respondió: “Bueno, por ejemplo, tuve un piloto de combate de la Royal Air Force que tenía el mismo cáncer que tú y estaba sentado en esa silla”. Y añadió: “Pasó aproximadamente un año antes de que lo viera recuperado y volviera a pilotar aviones y hacer todo lo que hacía antes”. Yo le dije: “¿Un año, eh?” Él respondió: “Sí”. Yo le dije: “Bien, lo superaré”. Y entonces pensé: “Voy a superarlo. Voy a superar a un piloto de combate de la RAF y lo haré mejor. Voy a ir más rápido que él”. Y así fue, en unos 10 meses, más o menos, y no fue tan fácil como pensaba. Bueno, no pensaba que fuera a ser fácil, pero en mi cabeza pensaba: “Sí, sí, sí. Lo conseguiré en cinco minutos”. No perdí tanto peso como otras personas, pero perdí unos 5,5 kilos. No, un poco más, un poco más de 5,5 kilos. Entre 5,5 y 7 kilos, lo cual está bien, porque estaba un poco gordito cuando entré. Me di un atracón: “Voy a comer como un cerdo en Navidad, porque voy a perder peso”. Pero conozco a algunas personas que han tenido una reacción muy mala y han perdido como 15 kilos o 25 kilos. Y la gente reacciona de forma diferente”.
Como es normal, el vocalista tocó todas las puertas posibles, incluyendo a un naturópata: “Le dije: “Vale, tengo cáncer de garganta. Voy a someterme a radioterapia y quimioterapia”. Y esperaba que se diera la vuelta y me dijera: "Oh, no deberías hacerlo. Hagamos algo alternativo con hierba de trigo o algo así”. Por suerte, es un tipo sensato, se dio la vuelta y me dijo: “Sí. Eso es lo que tienes que hacer. Eso lo eliminará”. Le pregunté: “¿Entonces no hay nada más que pueda hacer?” Me respondió: “No”. Y yo dije: “De acuerdo". Me dijo: “Sin embargo, creo que podríamos reforzar algunos aspectos de tu sistema inmunológico para que te recuperes más rápido y le hagas menos daño al resto de tu cuerpo durante el tratamiento”. Así que me recetó un montón de pastillas de hongos y otras cosas, y se lo llevé todo a mi oncólogo y le dije: “Oye, escucha, estoy pensando en hacer esto junto con tu tratamiento”. Él lo miró y dijo: “Sí, genial”. Y yo le pregunté: “¿Hay algo ahí?”. Él respondió: “Lo único…", y esto no es una broma, “lo único es que no debe haber metales pesados (heavy metal) ahí”. Y suena como el juego de palabras más horrible del mundo. Y yo le dije: “Estás bromeando”. Él me dijo: “No, no estoy bromeando”. Me dijo: “Así que los suplementos de hierro, cromo, cobre, todo ese tipo de cosas, no se pueden tomar, porque realmente interfieren con la eficacia de la radiación contra el cáncer”.
La recuperación continuaba y Bruce empezó a probar su voz: “Así que investigué un montón sobre todo eso. Y sí, simplemente hice ejercicio regularmente y caminé como si nada pasara. Y entonces empezaron a pasar cosas. Intenté cantar, supongo que unos cuatro o cinco meses después del tratamiento contra el cáncer, y fue aterrador lo mal que sonaba. Le pregunté a la otorrinolaringóloga: “¿Cuánto tiempo tendré que esperar para poder intentar cantar?”. Y esto fue en diciembre, y me dijo: “Bueno, si te sometes al tratamiento y lo terminas en febrero y todo va bien, quizá podrías pensar en empezar a cantar a finales de noviembre”. Y yo dije: “Mmmm, vale”. Así que tuve que considerar la posibilidad de que no pudiera volver a cantar como antes. Y me sentí cómodo con eso”.
Aquella resignación dio paso incluso a nuevos proyectos del siempre inquieto Dickinson: “Me resigné, porque si había alguna razón física por la que no podía cantar como lo hago normalmente, no hay nada que se pueda hacer al respecto. Si las cosas han cambiado de forma irreversible, hay que aprender a hacer las cosas de otra manera. Tienes que cantar de otra manera. No significa que no puedas cantar, sino que tienes que ser capaz de cantar de otra manera. Y fue entonces cuando se me ocurrió la idea: ¿qué hago realmente en mi vida? ¿Soy solo un generador de ruido humano o realmente cuento historias? Y fue entonces cuando pensé: “En realidad, ¿sabes qué? Pase lo que pase, sigo pudiendo contar historias””.
El mensaje de esperanza y lucha no se detiene: “Todo el mundo tiene voz en este planeta. Todo el mundo tiene voz. Y eso es lo que le digo a la gente cuando me dicen que no saben cantar. Les digo: sí que sabéis cantar. Puede que no seas capaz de cantar como yo, pero cuando cuentas tu historia con tu voz, es única para ti, y nadie más puede contar tu historia, y eso es auténtico. Leonard Cohen no tiene ningún tipo de voz clásica, pero, Dios mío, qué gran narrador es con su voz. Johnny Cash: una gran voz, pero no es Pavarotti. Es el carácter único de las voces de las personas lo que les permite contar historias. Así que desarrollé mi estilo y eso cuenta historias. Pero si ya no tuviera mi estilo, desarrollaría otro para poder contar historias. No iba a ir por ahí. Pensaba: “Esa es mi red de seguridad. Veamos qué pasa y esperemos””.
La paciencia terminó siendo el arma definitiva: “Soy el hombre más impaciente del mundo, e intenté cantar al cabo de unos seis meses, y me sorprendió lo mal que sonaba. Sonaba como un búfalo herido. Era como en... ¿cómo se llama, “El jovencito Frankenstein”? Cuando sale el monstruo y están cantando “Puttin' On The Ritz”, y él dice “Ritz”. Y ese era yo. Y yo estaba como: “Dios mío”. Y estaba en el baño haciéndolo. Solo pensaba: “Para. Han pasado cinco meses. Dijeron que serían diez meses. Espera”. Y entonces, poco a poco, mi cuerpo empezó a recuperarse, recuperé la energía y empecé a ganar un poco de peso”.
El tema llega a su fin: “Así que un día estaba paseando por la casa y me sentía bien. Así que empecé a cantar unas notas. No me dolía. Y entonces estaba ahí. Y pensé: “Me pregunto si podría cantar un poco de “Run To The Hills”. Y lo hice. Y dije: “Dios mío, está ahí. Dios mío”. Y eso fue, creo, a finales de septiembre, octubre. Y pensé: “Está ahí”. Y luego dije: “Bien. Sabes que está ahí. Así que déjalo estar. Guárdalo en su caja porque sabes que todo va a salir bien. Y cuanto más tiempo lo dejes, mejor estará cuando quieras darlo todo y empezar a esforzarte””.
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Un comentario
Ningún puto cancer de mierda puede frenar el gran timbre de voz de uno de los mejores vocalistas de la historia del heavy Metal como es el gran Bruce Dickinson.