BERRI TXARRAK: SU DISCO MÁS DIFÍCIL
10 noviembre, 2011 3:14 pm Deja tus comentariosAcostumbrado a la redondez que a lo largo de la discografía de Berri Txarrak se aposentaba en sus canciones, aun con los ostensibles giros que desde siempre ha ido efectuando su sonido entre álbum y álbum, uno no se esperaba lo que se desprende de la primera escucha de ‘Haria’. El nuevo trabajo de los de Lekunberri, cuyo título viene a significar ‘El Hilo’, es, a todas luces, el más difícil de asimilar a la primera de toda su trayectoria. Pocos son los que en la primera toma de contacto no se le quedaron en su día grabadas a fuego las adictivas melodías vocales de “Oreka” y “Maravillas”, y eso es lo primero de lo que parece distanciarse buena parte de las composiciones de su próxima obra, grabada bajo la batuta del prestigioso productor Ross Robinson, que ha trabajado anteriormente con conjuntos del calibre de Machine Head, Sepultura, Korn, The Cure o Slipknot. La salida de este séptimo disco del trío euskaldún, que por primera vez se metió a estudio con su nueva formación (Gorka a la voz y guitarra, Galder Izaguirre a la batería y David González al bajo), está programada para el próximo 21 de noviembre. Se podrá obtener en formato Digipack 5 cuerpos, vinilo y digital.
En esta nueva entrega, esta vez registrada en digital frente al analógico de ‘Payola’, pero sin desprenderse en absoluto de la aureola retro que envolvía a este último compacto; enseguida se atisba una mayor crudeza en guitarras afiladas, que a veces adquieren un primer plano incluso por encima de la voz, como ocurre en la inaugural “Sugea Suge”. La voz de Gorka, por su parte, lidia con su propia guitarra para establecer un latente contraste la aspereza de esta y las melodías aterciopeladas, repletas de sentimiento, que salen de su garganta, en la que siempre queda un hueco para la rabia y el arrebato.
Son guitarras bulliciosas las que a lo largo del elepé esbozan acertados y entusiasmantes riffs como los de “Haria”, que sucede al ya publicado single “Albo Kalteak”. La composición que da nombre al disco tiene un irresistible carácter rockero amparándose en la sencillez que siempre les ha abanderado perfectamente entretejida con su talento, pero se presenta muy cambiante, pasando de la tempestad a la calma en menos que canta un gallo. A estas alturas ya está más que claro que se trata de un disco más picudo, con estructuras mucho menos áureas que sus predecesores. Cuesta mucho más coger el hilo de las canciones. Más eficaz y tremendamente agresiva resulta “Guda”, marcada por guitarras desbarnizadas y más que directas. En ella se adivina un guiño a la época de ‘Eskuak/Ukabilak’.
Por si el disco no estaba resultando lo suficientemente sorprendente, dentro de la inherente capacidad para sorprendernos que siempre han exhibido Gorka y los suyos, el implacable riff metalero de “Lepokoak” nos pilla totalmente desprevenidos, desembocando de nuevo en un corte con subidas y bajadas. Está claro que la velocidad sigue siendo una de sus cualidades más arraigadas junto con la simplicidad técnica de la que nunca se han escondido, y eso hace que la media de duración de las canciones sea inferior a cuatro minutos. Berri Txarrak nunca necesitó de filigranas excesivas para revestir de magia sus composiciones. “Iraila” llama a la puerta en forma de balada pero pronto se convierte en un medio tiempo en el que las guitarras desmaquilladas siguen manifestándose, al igual que en la destacada “Harra”, que rebosa de gancho en su riff y que termina adquiriendo un tinte más bien melancólico, matiz que también se cuela en “Makuluak”, y eso que se trata de una de las más incisivas y acuchillantes del álbum. Llegados a este punto, no sorprenden sus alternancias.
A mi juicio, son los temas más redondos, marca de la casa, los que se llevan la palma en este redondo. El mayor ejemplo de ello es “FAQ”, que, con la colaboración de Matt Sharp (ex Weezer, The Rentals), se yergue como buque insignia de ‘Haria’. Un típico, vibrante y veloz arranque; un estribillo memorable y lúcidos punteos que aunque breves son caviar rockero, son sus principales credenciales.
Asomándonos al final de disco, el pesado riff de “Non Bestela” recuerda al toque stoner que esgrimieron en más de una composición de su anterior edición. En esta canción la guitarra parece jugar a ser lo más garajera posible. “Soilik Agur” resulta, en contrapunto con su antecesora, mucho más fluida y accesible, siendo un buen broche antes de la inclasificable y misteriosa “Lehortzen”, que cierra elocuentemente su disco más experimental. Por eso quizá se hace precisamente tan complicada la primera escucha si lo comparamos con los demás trabajos del hoy renovado trío. Por eso también, y por los galones que se ha ganado a pulso la banda navarra, le daré más de una oportunidad más cuando vea la luz a finales de este lluvioso noviembre.
Jason Cenador
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