40 años del ‘Easter’ de Patti Smith: Santificada sea la noche
2 marzo, 2018 1:09 pm Deja tus comentariosMucho antes de que ciertas canciones estuvieran en el punto de mira por sus connotaciones sexistas, ya existía una persona cuya sola presencia reivindicaba más que ninguna el papel de las mujeres en el mundo del rock. Capaz de saltar del escenario como Iggy Pop o de imbuirse del misticismo decadente de Jim Morrison, la poeta laureada del punk logró una gesta similar a caminar sobre las aguas con su disco ‘Easter’, un trabajo de resonancias bíblicas que conectaba a Lou Reed con Bruce Springsteen o al simbolista Arthur Rimbaud con la tribu indígena de los Paiutes. Alfredo Villaescusa rememora los diez entresijos de una obra visionaria que pronosticaba la muerte de la ametralladora y el nacimiento y ascenso de la guitarra eléctrica.
1. La pasión de los amantes
Si por algo será recordado ‘Easter’, aparte de por suponer el álbum más exitoso a nivel comercial de Patti Smith Group, es por la inclusión del himno noctívago y pasional “Because The Night”, una composición inacabada de Bruce Springsteen de las sesiones del ‘Darkness On The Edge Of Town’ que dormía el sueño de los justos porque el Boss la consideraba “otra canción de amor”. Pero por casualidad el productor Jimmy Lovine, que trabajaba en ambos discos, dio con una maqueta de la canción y se la pasó a la poeta, que en un principio se negó a interpretarla porque prefería componer cosas con su banda.
Y así fue hasta que una noche, añorando la presencia de su futuro esposo Fred “Sonic” Smith de MC5, escuchó la cinta mientras esperaba una llamada de teléfono a altas horas de la madrugada. Ese fue el impulso necesario para desatar el fuego y terminar un corte que pasaría a la historia del rock como uno de los singles más vendidos y sin duda la pieza más célebre de todo el catálogo de Patti Smith.
Se estrenó en directo por primera vez en el legendario CBGB de Nueva York el 30 de diciembre de 1977, con Springsteen también participando a la voz y a la guitarra. Curiosamente, este se animaría asimismo a editar una versión con su propia letra que aparecería en su mítico trabajo en vivo ‘Live/1975-85’ y varias décadas más tarde en la recopilación de 2010 ‘The Promise’, aunque en este caso con las palabras de Smith. A día de hoy, cuando el Boss se arranca con ella en las distancias cortas constituye uno de los momentos más emocionantes de sus shows cantando al alimón con Steve Van Zandt mientras Nils Lofgren da vueltas de peonza con su guitarra. Majestuoso.
No podemos tampoco pasar por alto la adaptación en castellano que hizo Aurora Beltrán para Tahúres Zurdos en ‘El tiempo de la luz’, sin perder ni un ápice de intensidad respecto a la original, o incluso la versión gótica que se marcaron los alemanes Das Scheit con Jape Perätalo de To/Die/For a la voz. Cada cual arrima el ascua a la sardina como mejor le conviene.
2. Negros del rock n’ roll
Pese a que el punk nihilista británico del 77 estaba en determinados aspectos en las antípodas del rollo cultureta beatnik neoyorquino, en “Rock N’ Roll Nigger” aparece uno de los inevitables nexos en común junto con la reverencia absoluta por The Stooges. No podría ser menos con un estribillo que reza “fuera de la sociedad es donde quiero estar” que debería hacer saltar lágrimas a todos los parias sociales y descarriados del planeta. Aquí Smith adoptó un término extremadamente ofensivo en 1978 para los biempensantes como “nigger” (negro) y le dotó de nuevo significado en consonancia con el ensayo de Norman Mailer ‘The White Negro: Superficial Reflections on the Hipster’, en el que una persona blanca adopta formas de la cultura de color para expresar cosas que no podría hacer por sus propios canales y de esta manera rechazar la opresión impuesta por su raza durante décadas.
La definición de “negro” de la poeta es un tanto peculiar, pues a los rasgos evidentes de Jimi Hendrix se suma el artista expresionista Jackson Pollock, quizás por sus tratos con los mecenas poderosos, o incluso Mick Jagger, teniendo en cuenta que entrarían en esta categoría todos los “artistas-mutantes” que traspasaban las fronteras de género, según se explicaba en uno de los textos que acompañaba al álbum ‘Easter’. La propia Patti se explayaba en este sentido en una entrevista a la revista Rolling Stone el año de publicación del disco en la que decía lo siguiente: “Sufrir no te hace negro. Quiero decir que yo también crecí siendo pobre. En términos de estilo, creo que te otorga legitimidad. Y yo creo que Mick Jagger ha sufrido mucho. Tiene también un gran corazón, y creo que, incluso en sus momentos más cínicos, expresa un gran amor por sus hijos. Tiene mucha alma”.
Tan importante como este intento de redefinición de una palabra sería esa introducción a modo de “spoken word” llamado “Babelogue” sacado de su poemario ‘Babel’ y con las silabas sucediéndose a una velocidad vertiginosa hasta terminar la verborrea con una lapidaria frase: “No he vendido mi alma a Dios”. La mueca desafiante frente a los corsés que tratan de imponer las diferentes religiones.
3. Los designios del Señor
Todo revolucionario tiene sus contradicciones y Patti Smith no iba a ser menos en ‘Easter’, un álbum cargado de referencias religiosas. Pero para entender este furor por los símbolos cristianos, especialmente aquellos de muerte y resurrección, habría que retroceder un poco en el tiempo, hasta el momento en que la poeta giraba con Bob Seger a propósito del disco ‘Radio Ethiopia’. Durante su parada en Tampa (Florida), en una intensa interpretación de “Ain’t It Strange”, Patti tropezó con un monitor y se cayó del escenario para darse de bruces con el sólido suelo de hormigón. Por fortuna, no se rompió el cuello, pero sí un par de vértebras, así como varios huesos de la cara y necesitó 22 puntos para cerrar las heridas de la cabeza.
Hecha un guiñapo, tuvo que pasar una temporada importante en el hospital, al tiempo que consideraba el incidente como una respuesta de Dios ante sus frecuentes desafíos. Y cuando le preguntaban por su recuperación total, ella siempre aludía a la misma fecha: el domingo de Pascua (Easter). De ahí viene el título del álbum, de hecho, existía asimismo un poema con ese epígrafe sobre su regreso a la primera línea de batalla.
Una prueba de fe que no se quedó allí, porque en el tema homónimo el texto que le acompañaba en el libreto incluía referencias al bautismo y a la sangre de Cristo. Y la foto de Arthur y Frédéric Rimbaud que aparece en el interior pertenece a la Primera Comunión de ambos, aunque cuando de verdad despeja ambigüedades es con esa cruz trazada a mano al final de los créditos de la banda y con la inapelable cita de la Segunda epístola a Timoteo: “He luchado una buena batalla, he terminado mi tarea”. Oremos, pues.
4. El ansia de libertad
A pesar de incontestables himnos del calibre de “Because The Night” o “Rock N’ Roll Nigger”, algunos sienten que la pieza clave de ‘Easter’ sería “Privilege (Set Me Free)”, una composición de Mel London y Mike Leander para el filme “Privilege” de 1967. Una obra en la que se retrata al protagonista Paul Jones como una estrella del rock atrapada y manipulada por un entorno totalitario y que se erige en metáfora absoluta del estado del rock n’ roll de la época. Ahí vemos de nuevo la idea del martirio entre “imágenes sacramentales de los sesenta”, según relata en las notas del libreto interior. Y la Biblia también debía de andar a mano porque en el interludio instrumental Patti recita fragmentos del Salmo 23. Nunca un púlpito resonó con tanta potencia y profundidad.
5. La muerte de la ametralladora
Cualquiera que haya conocido a Patti Smith enseguida se daba cuenta de su verdadera devoción por el arte en sus más diversas expresiones. Ella misma se definía de la siguiente manera: “Si no me tuviera en gran consideración, pensaría que solo sirvo para citar nombres. Podéis leer mi libro, ‘Seventh Heaven’. ¿De quién hablo? Edie Sedgwick, Marianne Faithfull, Juana de Arco, Frank Sinatra; todo gente que me encanta. Pero no lo hago para citar nombres. Lo hago para decir que eso es una parte de lo que soy. Estoy envuelta en la vida de mis ídolos”.
Una actitud que se antoja más que palpable en el texto que acompañaba a “Till Victory”, la pieza que inicia ‘Easter’, cargada de referencias cinematográficas que van desde Alain Delon o Pier Paolo Pasolini hasta Bernardo Bertolucci y Jean-Luc Godard. Un collage poético en el que termina augurando la muerte de la metralleta ante el nacimiento y ascensión de la guitarra eléctrica. Diapositivas de un futuro parpadeante.
6. Tres son multitud
Pese a que la desmedida afición de Smith por las estrellas de rock la encasillaría en lo que entenderíamos como una groupie, tuvo también unas cuantas relaciones a las que la palabra complicada quizás se quede corta. Una de ellas era el triángulo amoroso formado por Allen Lanier, Tom Verlaine y la propia Patti descrito en la canción “We Three” y que constituía todo un pequeño escándalo para la época. Y la reacción cuando les pillaron besándose Tom y ella en el camerino del legendario CBGB fue un lapidario “Que os jodan”.
Otro aspecto en el que rompió moldes, pues las canciones que cantaban hasta entonces las mujeres eran bastante más tradicionales y no se correspondían con ese amor tan “libre”. Sin duda, uno de los momentos más emotivos del álbum desde que empieza con “Every Sunday I would go down to the bar where he played guitar” (ndr: Todos los domingos bajaba al bar donde él tocaba la guitarra) y que rememora con notable candor la inocencia del amor juvenil. Las horas que no pasan, la piel de gallina y ese hormigueo cósmico al rozarse. La pura combustión.
7. El dandy que salió del armario
Y si el trío antes mencionado podía provocar unos cuantos quebraderos de cabeza a Patti, no más sencillo resultó esa peculiar relación que mantuvo con el fotógrafo Robert Mapplethorpe, plasmada con todo lujo de detalles en el libro ‘Éramos unos niños’. Era como su artista de cabecera, así que no resultaba fuera de lo normal que se utilizaran en el libreto interior de ‘Easter’ trabajos que ya han adquirido la categoría de legendarios, como aquella foto de Smith descalza y con venda en los ojos copiada hasta la extenuación, o esa instantánea de una bandera americana deteriorada.
Y es que el magnetismo que desprendía la pareja era tan apabullante y a la vez tan transgresor que ni siquiera les permitían la entrada al Max’s, pero ellos tampoco tenían problema alguno en sentarse en la acera y hablar con la gente que entraba y salía del garito. Así los recordaba el fotógrafo, mánager y escritor Lee Childers: “Robert llevaba grandes sombreros, esos sombreros flojos de ante, y enormes camisetas de la universidad, su look era bastante chungo. La pinta de Patti era un poco mejor, se ponía cosas feas, sucias y rotas”.
Todo un cataclismo sentimental se produjo cuando cortaron debido a que Mapplethorpe asumió su condición homosexual y la poeta le dejó ir igual que a un pajarillo al que le abren la jaula. Se quedó absolutamente deshecha, pero aceptó sin problema la salida del armario de su amigo como si se tratara de un sino inevitable, algo que tenía que suceder tarde o temprano: “Ahora le gustan los hombres, y una mujer no puede hacer nada cuando a su hombre le gustan los hombres”. Más naturalidad, imposible.
8. La revolución en el sobaco
Tan icónico como su contenido fue la portada de ‘Easter’ en la que se mostraba a Patti Smith en actitud sensual, salvo un importante detalle: lucía un sobaco no depilado. Toda una revolución estética que los gerifaltes de la discográfica Arista trataron de borrar, ya que se trataba de la primera vez que una compañía de semejantes características exhibía algo semejante. A pesar de esa nota discordante, lo cierto es que la intención de tal composición fue simplemente vender discos. Después de la legendaria imagen de ‘Horses’ a cargo de Robert Mapplethorpe y la siniestra foto en blanco y negro de Judy Linn de ‘Radio Ethiopia’, la cota de transgresión no podría disminuir y para ello confiaron en Lynn Goldsmith, que acababa de fundar la primera agencia fotográfica centrada en retratos de famosos.
En un alarde provocación, la misma Patti Smith confesó a Rolling Stone que incluso se había masturbado con su propia portada: “Pensaba que podría hacerlo como experimento, así luego los chavales de 15 años también lo podrían hacer y eso me haría muy feliz”. El apelativo de madrina del punk no se lo ganó solo en base a la música.
9. La herencia de Velvet Underground
En esa especie de cajón de sastre de influencias y homenajes en el que se había convertido ‘Easter’ no podría faltar la deuda debida a Lou Reed y la Velvet Underground, que sobresale en concreto en “25th Floor”, el momento en el que la ardiente amante de “Because The Night” enciende la luz de la habitación y se ilumina de improvisto toda la estancia. Por algo canta “El amor en mi corazón y una noche por explotar, 25 historias sobre Detroit”, recuerdos de la pasión desatada en el Book Cadillac Hotel, donde ella y Fred “Sonic” Smith vivieron antes de casarse en 1980. Varios fragmentos de su vida en pareja pueden leerse en su reciente libro de memorias ‘M Train’: “Vivíamos alrededor del reloj, nos movíamos por los días y las noches con poca consideración por el tiempo”. Maravillas de la existencia bohemia.
10. Los afectos y los contrarrevolucionarios
Pese a que las críticas de ‘Easter’ en la época la mayoría fueron favorables, resaltando su poso místico y trascendente y considerándolo su mejor lanzamiento hasta la fecha, también hubo algunos detractores que pensaban que no llegaba a la altura de su debut ‘Horses’, pues en aquella ocasión había dejado el listón muy alto. Entre ellos estaba el mítico periodista musical Lester Bangs, que empezaba la reseña del álbum de la siguiente manera: “Querida Patti, empieza la revolución sin mí”. Una apelación tras la que admitía que aunque ‘Easter’ era un buen álbum, el primer disco fue el que cambió su vida. Ya se sabe, en cuestión de gustos no hay nada escrito. Una obra que era a la vez una carta de amor y una de despedida podría desatar miles de reacciones, pero no cabe duda de que supuso el despegue definitivo de la carrera de Patti Smith. Santificada sea la noche.
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