Wacken Open Air: Crónica del viernes 5 de agosto
14 agosto, 2016 11:46 am Deja tus comentariosCON EL BARRO HASTA EL CUELLO Y LOS CUERNOS EMPAPADOS
El segundo día fuerte de Wacken prometía ser un viaje incesante de escenario a escenario, las bandas se acumulan y la mañana empezó con tormenta, el granizo nos dio la bienvenida justo al salir de la tienda.
Un poco de organización, planning del día y ¡al ataque!
La gran cantidad de conciertos que cubrir apenas nos dejaron una hora para sentarnos a comer. Aprovechamos para visitar la “Wackinger Village”, un espacio dedicado a rememorar la cultura vikinga al más puro estilo de Wacken: performances de todo tipo, puestos de comida y bebida, artesanía y las más diversas atracciones convierten el festival en un auténtico parque temático.
Para el visitante es algo interesante y es de resaltar cómo el evento va creciendo año tras año, y se diferencia del resto de los festivales de mundo en cada detalle. Sin embargo, no para todo el mundo este crecimiento es bienvenido.
No sorprendieron las opiniones de algunos de los asiduos del festival. Tal vez hay algo en el heavy metal de elitismo y necesidad de separación. Tal vez es inerente al ser humano la necesidad de pertenencia a un grupo, tribu urbana, o como queramos llamarlo. “Metal is religion”, gritaba una camiseta de uno de los asistentes. Está claro que ser heavy no es sólo escuchar metal, llevar camisetas y tatuajes calavéricos y el pelo más largo que tu vecino. El Rock y el Heavy son un estado del alma, así lo vemos nosotras.
El caso es que la fama que ha ido adquiriendo el festival año tras año lo ha hecho crecer sin límites, y podemos estar orgullosos de ello, o preferir la “marginación” que hemos vivido los metaleros desde que hacemos historia. Está claro, los heavies ya no damos miedo, y Wacken se ha convertido en una atracción turística a la que asisten visitantes que no necesariamente lo hacen por amor a la música, sino para vivir una “experiencia temática metalera”. Estos son los argumentos que escuchamos de algunos fans de Wacken que se sienten decepcionados por la expansión del festival y sus consecuencias: una gran masificación que incomoda la experiencia y la subida del precio de la entrada.
Nosotras no tenemos muy claro en qué postura posicionarnos. Por un lado, el incremento del precio tras 26 años de festival es normal y entendible, y si lo comparamos con el de otros festivales, teniendo en cuenta la calidad y cantidad de los servicios que ofrecen, no hay por qué quejarse. Por otro lado, si festivales como Wacken consiguen llevar el Rock y el Heavy a las masas, a los medios, etc., tal vez sea este un rayito de luz esperanzadora para que nuestra música siga viva. Ahora toca dar un paso más, desde adentro, y es dejarnos de elitismos y de mitificar lo que hemos erigido como símbolos heroicos del metal para abrirle camino a las nuevas bandas que luchan por un hueco en la escena. De ello depende el futuro del Rock ‘n’ Roll. Y dicho sea de paso, ojalá no se cumpla la predicción de Mr. Biff Byford en su rueda de prensa de que esa New Wave Of British Heavy Metal llegará “cuando nosotros decidamos darles paso, que de momento seguimos haciéndonos de oro, porque hemos sabido componer buenos temas”. Y es que en realidad, los heavies estamos enamorados de los mitos, nos encanta tener héroes y, con intención o sin ella, les hemos situado en el pedestal de los cabezas de cartel y de allí no los queremos mover. ¿Les dejaremos ir o tendremos que esperar a que ya no les quede voz?
Hablando de nuevas promesas, celebramos la aparición en la escena musical del trío islandés The Vintage Caravan.
Cuentan ya con tres discos de estudio y tocaron por primera vez en Wacken en 2014. Se les etiqueta entre el metal progresivo, el rock clásico y la psicodelia. La joven banda, instalada en el país germano, tiene un directo avasallador y contundente. Tocaron a la hora de comer en el W.E.T Stage, lleno de público, muchos con rastas y gafas de sol. “This is fucking beautiful!”, fue lo primero que dirigió el cantante Óskar Logi al público después de tocar Babylon, de su último disco Arrival. Y es que la carpa era un hervidero y se había convertido en una pista de baile.
Este metal sesentero tiene sabor ácido y dulce, los focos esbozan forma de soles y círculos de verde manzana y rosa fresa. El trío llena el escenario como si se tratara de una banda sinfónica y entre canción y canción no deja tiempo a nadie de recuperar el aliento.
Ya estábamos avisadas por la propia prensa del festival de que hasta el momento no había habido público que se resistiera a la gran ovación ante el show de los tres pequeños maestros. Y nosotras no vamos a ponerlo en duda. Sorprende gratamente la fusión de estilos que consiguen en cada composición, y aunque es cierto que las influencias de los 60’s y 70’s son fáciles de detectar, consiguen que su repertorio suene actual e innovador. The Vintage Caravan tienen una fórmula muy propia, y es el resultado de la combinación de la frescura que les es propia por edad, la madurez que expresan tanto en la ejecución técnica como en el groove de sus canciones y la confianza en sí mismos que transmiten al público.
Fue en el cuarto tema, Innerverse, cuando el público felicitió el cumpleaños al batería Stefán Ari y continuaron con Crazy Horses. Esos rifs de guitarra estremecedores, un solo de batera arrollador y los focos gravitando entre el rojo, el violeta y el blanco generaron una atmósfera psicodélica que les encajaba a la perfección.
Con Last Day of Light y Expand Your Mind los islandeses ya habían plasmado su talento y su entrega y el público se había dejado el sudor y la voz; entonces, Óskar se lanzó al público, que lo paseó hasta mitad del recinto como a un héroe. Broche de oro.
Bury Tomorrow, o lo que es lo mismo, death metal melódico de Southampton, Inglaterra, producido por un quinteto joven que ha crecido con el metal core americano más amable. La combinación de voz gutural y melódica, focos blancos cegadores y la rapidez pesada de los ritmos, comvierten el directo de la banda en un estado de permanente adrenalina. En esta gira presentan su cuatro y último álbum de estudio, Earthbound, y tocaron por primera vez en W.O.A.
Les gusta dar discursos entre tema y tema y lo hacen hablando de cómo veneran la música y el heavy metal, pero también para cagarse en el pop, el dance o los paquetes VIP de los conciertos y el capitalismo en general. La escenografía es enérgica, se sitúan en línea en la primera fila y descargan con avidez la dureza y la urgencia de su estilo. Los pogos se propagan sin cesar, el público levanta en volandas a todo a quien se atreva, hay momentos que llegan a ser cinco personas a la vez; el cantante, Daniel Winter-Bates, no se cansa de animar al personal, a gritar, a saltar y a cantar. Sonaron Royal Blood, 301, Earthbound y Last Light, entre otras. Su descarga fue sensacional.
Son las 17.10 de la tarde del viernes cuando las Girlschool aparecen en el WET Stage. La carpa está concurrida hasta los topes para acoger a las legendarias féminas de los 80. El telón se abre cuando ya están sonando los primeros acordes de Demolition Boys, y las chicas salen a escena animando al público a empezar la fiesta enmarcadas por un ambiente de luces rojas.
Poco más podemos decir aparte de que dieron un show crudo y directo. Kim McAuliffe y Anid Williams se turnan el micro para ofrecernos un set list lleno de clásicos de la banda como C’mon, Let’s Go, Hit and Run, Future Flash, Kick It Down, Watch Your Step o su célebre versión de Race With The Devil (The Gun).
Denis Dufort apenas se deja ver tras la batería pero se hace sentir a cada golpe de baqueta, y Jackie Chambers se luce como solista disfrutando cada solo.
Momentos especiales fueron I Spy, el tema en el que colaboró Dio a las voces y Tony Iomy a la guitarra, dedicado (“This one’s for Ronnie!”) al cantante; y Come the Revolution de su último álbum Guilty As Sin, dedicada a todo aquel que se mantiene en pie por aquello en lo que cree, y a todo aquel que cree en la paz, el amor y el heavy metal.
Por supuesto, no pudo faltar una dedicatoria para su amigo Lemmy con TakeIit Like A Band, también de su último trabajo, homenaje que McAuliffe brindó al cantante durante todo el concierto luciendo camiseta de una de las giras en que la banda acompañó a los Motor.
El de las Gilschool fue un concierto sincero y directo, sin más florituras que su saber hacer, su pasión por la música y sus sonrisas radiantes para los fans. Tal vez la presencia sencilla y cruda sobre el escenario, el sonido algo sucio y una actitud aún llena de ganas de conectar con el público, hicieron que el concierto de Wacken nos transportara a cualquier club de cualquier ciudad en que asistimos a un concierto de rock ‘n’ roll. Emergency y una gran ovación de los asistentes pusieron punto y final al paso de las Gilschool por el festival.
Bajo un sol de infierno y en el que es sin duda el peor escenario del Wacken Open Air, el Party Stage, tocaron a las tres y media de la tarde los germanos Equilibrium.
El Party Stage se encuentra en el Infield, al lado del True Metal Stage, pero colocado en diagonal. La cantidad ingente de barro hace prácticamente intransitables muchas zonas del público, así como las carpas de las bebidas y el merchandising vario. Hay que ver los conciertos con el barro hasta media pantorrilla o alejarse más de lo debido, pero entonces el viento distorsionaba la llegada del sonido.
Este grupo de metal sinfónico que cabalga entre el folk y el power metal se marcó un concierto con más de una decena de temas y una puesta en escena clásica, con molinillos en primera fila y un público entregado sin parar de hacer pogos y saltar al foso. Tocaron Born to Be Epic y Prey de su último álbum Armageddon (2016) y repasaron los singles de su carrera, como Blut im Auge o Karawane.
Los Equilibrium jugaban en casa y no decepcionaron a sus fans, entregando lo mejor de ellos. Sin embargo, sigo pensando que en otro escenario y de noche, este habría sido un concierto de nivel A.
Punto y aparte lo de Hansen & Friends. Nuestro querido Hansen (Helloween, Gamma Ray, Unisonic) ya había anunciado que en Wacken iba a hacer su primer concierto (y de momento único) de su debut en solitario XXX. Este álbum lo ha grabado rodeado de amigos y con Alex Dietz (guitarra de Heaven Shall Burn) al bajo, Eike Freese (coproductor e ingeniero en el último disco de Gamma Ray) a la guitarra y Daniel Wilding (Carcass) a la batería. El trabajo cuenta con las colaboraciones de Tobias Sammet (Avantasia, Edguy), Dee Snider (Twisted Sister), Michael Kiske o Blind Guardian. En la rueda de prensa anterior al show, Hansen explicó que se trata de un disco muy personal que llega después de treinta años en el heavy metal, las letras son un reflejo de lo que le viene a la cabeza, como flashes de su carrera o él mismo reflejado en su historia. Todas las ganancias que produzca el álbum Kai las destinará a la Wacken Fountation, entidad sin ánimo de lucro creada en 2009 para ayudar y impulsar a jóvenes bandas de hard rock y heavy metal.
Aunque a Hansen le tocó hacer el show en el Party Stage, el infield estaba hasta la bandera. Nosotras tuvimos la suerte de colarnos en primera fila, así que pudimos disfrutar del concierto sin lidiar con el barro. Aparte de Alex Dietz y Eike Freese, a Kai le acompañaban Michael Ehré (batería de Gamma Ray), la soprano francesa Clementine Delauney y Frank Beck, el cantante en la última gira de Gamma Ray. (Por cierto, una muestra de humildad es reconocer que “yo ya no llego solo” y dar la oportunidad a otro de lucirse a su lado. Tomen nota Mr. Coverdale and Co.)
Empezaron con Born Free y The Contract Song, del álbum XXX, dos temas entre el power y el speed metal, cargados de significado y crítica, con los que Hansen presentó a la banda. Intercaló las dos primeras canciones de Helloween, Ride the Sky y Victim of Fate. Como podéis imaginaros, no había nadie de los presentes que no saltara o cantara. El sexto tema fue The Enemies of Fun, una canción con desenfado, divertida y pegadiza. Para la séptima, se nos ablandó y nos habló del desamor y los corazones rotos, le acompañó Clementine Delauney, que realmente no lució su estupenda voz hasta la última canción del concierto. Apareció Michael Kiske y sonaron I Want Out y Future World. Fueron instantes llenos de magia cuando se quedaron solos tumbados en el escenario, cómplices de tantos años de música, carreteras, backstages y heavy metal. Este mismo día se encontrarían mas tarde en el mismo escenario para tocar juntos con Unisonic. Cerraron el concierto con All Or Nothing y Save Us.
A Kai le sale la creatividad por las orejas, prueba de ello es que sigue en activo con Gamma Ray y Unisonic, aparte de este primer disco en solitario. En principio, con “sus amigos” solo hizo el concierto de Wacken, pero no dejó ni una puerta cerrada. Ya veremos. De entrada, el XXX suena bien y con tantas colaboraciones es uno de esos discos que dan ganas de tener.
El concierto de Blind Guardian en Wacken fue de una exquisitez sublime. Era de noche y el sonido fue el mejor de todos los conciertos que habíamos escuchado en el infield. No cabía un alfiler y la temperatura era ideal. El inicio ya dejó claro el nivel de lo que ibamos a ver: un increíble espectáculo de luces y una profesionalidad en la musicalidad y la puesta en escena de matrícula de honor. Con Nightfall, la tercera canción que sonaría, se encendieron las llamas y a nosotras se nos pusieron los pelos de punta. ¡Espectacular! Repasaron hits de los álbumes más aclamados como Tales From The Twilight World, Nightfall in Middle-Earth o A Twist in the Myth, pero lo mejor llegó con la la aclamada Imaginations From The Other Side, canción que da nombre a su sexto disco. Remataron el setlist de una foma inmejorable: Twilight Of The Gods, The Bard’s Song - In the Forest, Mirror Mirror y Valhalla. Un final con el público cantando a capella con la base de la batería. Concierto para enmarcar bajo las llamas de los cuernos de Wacken. Un paraíso en la tierra.
El Party Stage parecía alquilado por Kai Hansen, que unas horas después de tocar con “sus amigos”, lo hizo con Unisonic, la banda que creó en 2010 junto a Michael Kiske. Aunque el sonido dejaba mucho que desear, los germanos hicieron correctamente el show que han estado interpretando en la última gira. Empezaron con For The Kingdom y Exceptional, dos temazos de power metal exquisitos, en el que todos se lucen, especialmente Kiske, que a sus 48 tacos te recuerda que sigue teniendo la mejor voz del género. King For A Day, The Time Has Come, Star Rider y llegó el turno de recordar a Helloween, esta vez con A Little Time y March Of Time.
Texto: Roser Montané y Eva Marcos
Fotos: Iñigo Malvido
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