LUIS VIL & LA MALA CRIANZA vs LEOPOLDO MARÍA PANERO: CLAVOS PARA EL POETA CRUCIFICADO

14 octubre, 2014 10:54 am Publicado por  1 Comentario

Teatro Campos, Bilbao

Luis Vil. Foto: Alfredo Villaescusa

El rock siempre debería ser un canto de inconformismo, un sonoro puñetazo en la mesa destinado a socavar los principios de lo políticamente correcto, ese grito que los marginados y parias sociales elevan para hacerse oír e incomodar con su propia existencia. Un recordatorio inexcusable de que debajo de la alfombra sigue ahí la mierda y no se volatizará mediante ninguna intervención divina, fiel testigo del paso del tiempo y de esa hipocresía que condena al ostracismo determinadas sensibilidades personales.

Un claro ejemplo de outsider o antisistema en el mundo de la literatura era sin duda Leopoldo María Panero, poeta por antonomasia de la autodestrucción y considerado como el último de la gran estirpe del malditismo que rinde sus raíces en Baudelaire. Cualquiera que haya visto la obra maestra del cine documental ‘El desencanto’ de Jaime Chávarri recordará a ese joven de media melena y mirada perdida que mezclaba frases inconexas con otras de la brillantez más absoluta, sin renunciar a una cierta dosis de rencor y reproche general hacia los convencionalismos.

Una desgarbada figura con un aura tan atractiva cuya influencia traspasó la palabra escrita y tocó a músicos con carácter tan marcado como Enrique Bunbury o Carlos Ann, que hace una década editaron un disco-libro con los versos atormentados de Panero e incluso barajaron la posibilidad de montar un espectáculo teatral. En esta tradición cabría incluir el homenaje de esa noche de Luis Vil y su intención de acercar las estrofas del antihéroe al rock sucio y fantasmagórico de Nick Cave & The Bad Seeds, una amalgama que únicamente podría fructificar.

Se pronosticaba una velada oscura como un tizón, pero el grueso de los asistentes parecían tener un perfil más bien amable, de inofensivos culturetas, alguno incluso con sombrero y bigote de literato. Muchos de ellos hasta se sentaron en el suelo durante parte del recital, igual que si fueran niños en un campamento de verano. Una estampa muy poco decadente.

Previamente, el extremeño afincado en Bilbao Julien Elsie ofreció un espectáculo titulado ‘Canciones al filo’, que consistía en cosas de sus tres discos en solitario junto con revisiones de temas ya versionados por gente como Dylan o Leonard Cohen, de hecho, uno de los momentos cumbres fue su soberbia interpretación del “The Partisan” popularizado por el bardo canadiense. Con camperas, patillas y algo de chulería insufló autenticidad al evento al evocar aire fronterizo, entonar con poso poético a lo Lou Reed y perderse en marasmos eléctricos con cierta épica a lo Neil Young. Un entremés bastante decente que no desentonó en el menú.

En formato minimalista Luis Vil arrancó el homenaje al poeta de la autodestrucción, el poeta crucificado, el maldito Leopoldo María Panero, acompañado de la corista Juncal Altzugarai, cuya prodigiosa voz sirvió desde el principio de perfecto contrapunto al desgarro emocional. De poner pelos de punta fueron los primeros versos hechos música de ‘Danza de la muerte’, certeras palabras que se clavaban cual dardos en el alma, como aquellas que afirman que “es un rito vivir” y que rememoran al “hombre que aun tiene envidia de que yo viva”.

El espíritu de este apóstol de la sordidez seguiría esa noche más presente que nunca, tanto en las camisetas que portaban los miembros de una banda que se incrementaba a menudo que avanzaba el repertorio, como en esas adaptaciones de poemas tan logradas que casi parecían haber sido concebidas así originalmente. A años luz, por tanto, del experimento anterior de Bunbury y Carlos Ann, que si bien destaca por su variedad, adolece en ocasiones de falta de ritmo.

Al igual que si fuera una estrella del rock con un considerable catálogo de discos, Vil eligió auténticos temazos, esos que te obligaban a no perderte ni una sola palabra de lo que se escuchaba, caso del clásico “Dedicatoria”, donde Panero declamaba ser capaz de prostituir su muerte y hacer de su cadáver el último poema. Inolvidable fue asimismo “Los Inmortales”, precedida de aquella lapidaria frase de Hegel que reza que “cada conciencia busca la muerte de la otra”.

Recordaron a la faceta más intimista de Doctor Deseo en “¿Qué es el destino?”, el único tema que conocíamos con anterioridad gracias a un vídeo de aroma casero que intercala imágenes del poeta con un sonido totalmente profesional. Aquí brilló de nuevo la excepcional voz cristalina de Juncal, que a veces amortiguaba la bilis original de la obra literaria y te elevaba a un mundo ajeno de preocupaciones, esa dicotomía entre el desgarro a lo Corcobado y el halo celestial en plan Kate Bush se antojó lo mejor del bolo.

El inconformismo congénito y la vocación de rechazo a lo establecido estuvo representado en “A Claudio Rodríguez…” y su mesiánica sentencia “a esta gente hay que ganarla”, un verdadero in crescendo de poso fantasmagórico deudor de Nick Cave que terminó con rasgueo inmisericorde de guitarras. Y la electricidad siguió abriéndose paso en “Nada hay ya turbio”, cuyo verso “la muerte es la cuna del rock n’ roll” delata la afición del autor por los sonidos estridentes, pocos literatos han logrado la proeza de convertirse en toda una influencia a la altura de Rolling Stones o Bob Dylan.

El clímax llegó con la visceral “Proyecto de un beso”, rock tenebroso hasta la médula y con un teclado que se asemejaba al tic tac de un reloj. Parecía mentira que con semejante lobreguez hubiera escasa peña ataviada de negro, suponemos que pedir a alguien con lentillas de ojos de gato que conozca la obra de Panero se antoja poco menos que un imposible. Viva el postureo.

Unos acoples mezclados con ruido de tormenta sirvieron para colocar los últimos clavos al poeta crucificado, aquel que se atrevió a ir a su bola y atravesó los mismos prejuicios que los que no comulgamos con el buenrollismo imperante y esa pestilente costumbre de tener que caer bien a todo el mundo, un auténtico elogio a la diferencia que todavía no se acepta en pleno siglo XXI. Esa debería ser la verdadera subversión del ser humano, el “deseo de ser piel roja”.

Texto y foto: Alfredo Villaescusa

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Esta entrada fue escrita por Redacción

1 comentario

  • Juandie dice:

    Fenomenal concierto en Bilbao por parte de LUIS VIL y su banda con esas influencias en su música a poetas rockeros como BOB DYLAN,LOU REED,etc pero en plan macarra y con dos huevos interpretando su repertorio como pocos.Me ha gustao la crónica!!!

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