Crónica de Berri Txarrak + Viva Belgrado: Perdonad que no dejemos de sonreír
6 marzo, 2017 9:45 pm 1 ComentarioSala La Riviera, Madrid
La banda de rock en euskera más aclamada de todos los tiempos hizo historia a orilla del Manzanares y ante una Sala La Riviera que colgaba el cartel de “no hay entradas” un mes antes de un concierto enmarcado en la recta final de su presente y triunfante gira. Berri Txarrak ya había cosechado éxitos importantes en Madrid, pero hasta ahora no se había atrevido con su más emblemática sala de gran aforo, tan solo un escalón por debajo de recintos de mayor capacidad como pabellones. ¿Los alcanzará en la capital del Estado? El tiempo, que ellos consideran “el único polígrafo”, lo dirá.
Abrían la lata en un horario complicado para un día laborable como es el viernes Secret Society, que exprimieron cada minuto de su actuación para amenizar todo lo posible a un público que seguía aumentando en número y al que aún le faltaba mucha noche por delante, razón de peso para su comedida aunque agradecida reacción ante su descarga de un una propuesta tal vez descafeinada en demasía.
Habiendo multiplicado repercusión en los últimos años, los cordobeses Viva Belgrado demostraron que son firmes candidatos a ser una de las bandas más representativas del post rock en este país. Está claro que no se trata de un estilo digerible por todos y que si hay una base de fans heterogénea a la fuerza, esa es la de Berri Txarrak, pero ni el más alejado en sus gustos del estilo que practican se atrevería a negar que la ejecución de temas como “Aeropuertos”, “El gran danés” o “Ravenala” fue consistente, enérgica y envolvente como el género demanda. El sonido también acompañó, y la firme base rítmica secuestró nuestros latidos, impulsados por la etérea distorsión de las guitarras y la visceral voz del también guitarrista Cándido Gálvez. Últimamente han abierto para bandas de la entidad de Toundra o los propios Berri Txarrak, así que está por ver si heredarán su estatus. En camino están, con una propuesta, eso sí, menos asequible.
Con la sala a rebosar - de gente y de entusiasmo - y tras una pausa relativamente corta, el telón se abrió dejando ante nuestros ojos la cálida y visual escenografía de Berri Txarrak, cuyo enorme telón de fondo - cubierto de alambre metálico - situado justo tras la batería a reducía la amplitud del escenario a la mitad, enésima muestra de sencillez y franqueza. La antítesis de la vanidad, la esencia misma de la verdadera actitud del rock and roll pisó entonces la tarima: el trío comandado por Gorka Urbizu estaba listo. No, no salieron tocando directamente, ni siquiera tenían aún los instrumentos colgados, tuvieron la deferencia de acercarse al borde del escenario a saludar a la audiencia como si de un pequeño bar se tratase, antes de dar paso a “Etsia” una de las piezas que abanderan un 'Denbora da Poligrafo Bakarra’ que, no os voy a engañar, sigo sin saber por donde cogerlo. Ahora bien, tenían claro que un concierto tan señalado tenía que ser un repaso por sus ya más de veinte años de música y así fue sin ambages, y por eso no tardó en sonar, tras “Ordaina” una canción cumbre y definitoria de la banda de Lekunberri, “Jaio.Musika.Hil”. “Nacer.Musica.Morir” significa en castellano, ¿alguna pregunta, señoría?
“Nunca fue fácil, no siempre fue posible, hoy vamos a hacer historia”, proclamó Gorka antes de derretir de emoción a los acérrimos de los álbumes pretéritos de la banda con dos himnos consecutivos extraídos de ‘Libre ©’ (2003), “Izena, izana, ezina” y “Espero zaitzaket”. Enérgicos, profundos, melódicos, cambiantes… Berri Txarrak en estado puro.
No había tiempo que perder puesto que el repertorio, para deleite de todos - también de unos músicos que lo viven con una intensidad contagiosa - era kilométrico. Sonaron perfectamente hiladas “Ez du nahi” y “FAQ”, única representante, por cierto, del penúltimo disco, 'Haria’, antes de que regresaran a la más reciente jornada de la mano de “Aditu Bihurtuak”. Aunque su inicio baladesco cortó el ritmo del concierto, su lúcida melodía fue coreada a viva voz por toda la sala. “Perdonad que no dejemos de sonreír aquí arriba”, manifestó un exultante Gorka antes de presentarla, mencionando también que el segundo de los tres cedés que compran su último disco fue grabado en Madrid y saludando a sus productores.
Dos temas más del 'Denbora da Poligrafo Bakarra’, “Bigarren Itzala” y “Helduleku Guztiak”, sirvieron en cierta medida para recuperar el aliento que perderíamos en cuestión de segundos cuando arrancaron la efectiva e imprescindible “Ikasten”, con la que nos remontamos nada menos que a 1999. Acto seguido, la exquisita y medio rapeada “Biziraun” hizo de aquello un hervidero. Particularmente nunca había podido disfrutarla en Madrid, con lo que me embargó una felicidad de esa tan especial que pocos conciertos logran extraer. Tanto cantaba la sala que se escuchó, de broma sobre el escenario, la pregunta “¿qué pasa, que sois todos vascos?” Mucha gente de Euskal Herria desde luego sí había, y es que uno de sus principales embajadores musicales estaba en Madrid marcando un hito.
La aplaudida “Hitzen oinarri ahula”, de lo mejorcito de su última obra, precedió a la breve, sosegada y emotiva “Eskuak”, que fue puente hacia “26 segundotan”, inaugurada en castellano. Fue momento justo después para que Gorka defendiese al euskera como lengua y al resto de lenguas minoritarias, reivindicando la lucha por su uso y su conservación. Lejos de atribuirse méritos por emplearla en su música, señaló que el mérito era de generaciones anteriores y loó al emblemático cantautor Mikel Laboa antes de emprender la versión de su “Liluraren kontra”, tras la que mencionaron al resto de bandas de la noche y trataron de que contásemos hasta cuatro en euskera. “Son sureños”, mascullaron a modo de amable broma. “Zerbait amastuku dugu” y “Lemak, aingurak” sonaron justo después, para llevarnos en volandas hasta la breve pero mágica “Zertarako amestu”. No fue “Berba eta Irudia” la que sonó acto seguido, como cabía esperar, sino una “Maravillas” robustecida que fue recibida como un auténtico clasicazo. No es para menos tratándose de uno de los temas que más hondo han calado entre los devotos del grupo. No menos inevitable es la preciosa “Bueltatzen”, que aúna melodía y expresividad a las mil maravillas y que hechizó por completo a una audiencia enfervorecida.
“Bigarren eskuko amets” y la momentánea retirada del grupo del escenario fueron buenas excusas para tomar impulso y lanzarnos de cabeza hacia los bises con “Oreka”, canción con un ciento diez por cierto de feeling en la que intercalaron, de manera sorpresiva, versiones de MGMT (“The Kids”) y Daft Punk (“Around the World”) antes de cerrar el círculo con su fase final. Con la gente desatada, era el momento ideal para hacer sonar al fin la icónica “Denak ez du balio”, cuyas partes en inglés, cantadas originalmente por el vocalista de los estadounidenses Rise Against, Tim McIlrath, fueron interpretadas por el bajista David González, hiperactivo, expresivo e infalible durante toda la gala. Gorka, por su parte, cortó las cuerdas de su guitarra con un alicate e hizo un guiño al “Iron Man” de Black Sabbath a su conclusión.
Parecía que el show se iba a culminar ahí, pero de golpe y porrazo descargaron, cual diluvio de alto voltaje universal, la irresistible “Oihu”, que hizo que la sala se viniese definitivamente abajo. Aún queda un cartucho por disparar, y tras incontables agradecimientos y la reiteración, por parte de Gorka, de que “nunca fue fácil, no siempre fue posible, hoy ha sido histórico”; detonaron “Polígrafo Bakarra”, quizá adolecente de la pólvora que precisa un fin de fiesta.
Que nos perdonen ellos a nosotros si no dejamos de sonreír, pero tener el privilegio de vivir noches tan memorables como la que Berri Txarrak nos brindó en Madrid perpetúa la sonrisa mucho más allá de la mañana siguiente con solo recordarla. Eskerrik asko, Berri!
Texto y fotos: Jason Cenador
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1 comentario
Viva Belgrado no son post-rock.