Crónica de Gritando en Silencio + Whisky Caravan: Marcando época

7 marzo, 2017 10:25 am Publicado por  Deja tus comentarios

Sala Copérnico, Madrid.

Han transcurrido más de dos años desde que Gritando en Silencio se pusiera en pie de guerra con su tercer LP y se lanzara a la carretera a patearse el país sin dejar esquina por pisar. Madrid ha respondido fielmente a cada una de sus llamadas y esta no iba a ser una excepción, vendiéndose todo el plantel días antes.

Son los locales Whisky Caravan los que se encargan de inaugurar la celebración, bien arropados por una bulliciosa tropa de seguidores.

Rocanrol, puesta en escena minuciosamente preparada, dos discos en el mercado (a cual mejor) y unas ganas bárbaras de comerse el mundo deberían llevarles en breve a lo más alto. Desgraciadamente, el micro del cautivador Danny Caravan no iba a terminar de sonar al volumen adecuado en ningún momento, quedando su exclusiva y peculiar voz enterrada entre el grueso del sonido. Lo que sí demostró es tener un poder de presencia sobre la tarima brutal, con esos dejes que van desde Bunbury hasta los primeros años de Jordi Skywalker.

A pesar de ello, el combo madrileño puso de manifiesto durante una hora la exquisitez de un producto listo para asaltar al gran público. Esta tropa lo tiene todo para triunfar a lo grande. Que así sea.

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Whisky Caravan

Gritando en Silencio siguen a lo suyo y en poco más de 15 minutos ellos mismos han preparado todos los bártulos. La razón está lista y el propósito en alto. Allá van.

Sin remilgos arrancan directos con “Estaré en el bar”, que viene haciendo de apertura de mitad de gira hacia acá, y que sacude desde abajo los cimientos de la Copérnico. No quieren que el temblor inicial decaiga, por lo que tiran de una de sus rolas maqueteras más redondas que incluyeron en su disco de debut: “Cuentos de desgarro”. Se empeñan en seguir dando rumbo al espectáculo con cancionero añejo, y “Flores de cartón” empaña de sudor un recinto que ve como los centenares de almas que lo han invadido se vienen cada vez más arriba. Santos, ofuscado con el sonido de su guitarra desde que tomara tablas, termina por cambiarla de una vez por todas. Más tarde serían los propios Whisky Caravan los que se la devolverían con las cuerdas cambiadas, lista para volver a la acción.

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Gritando en Silencio

“Alma de blues” y la cañera “Mírame desnudo” enfilan un setlist que está funcionando, con el respetable enfurecido al grito de “somos animales”. Es la rugosa pero siempre efectiva “Entre tus piernas” la que nos lleva a un largo pasaje donde los decibelios se convierten en pasión y la vertiginosidad se toma un respiro.

Bloque formado por “Estrellas fugaces”, “Nota de un suicida”, “Sueños rotos” y “A la luz de una sonrisa”, la cual recupera las altas pulsaciones en su escena final para abrir paso a esa ácida declaración de intenciones que es “A las armas”. Por cierto, mención especial aquí para Jorge Correa, que empuja como una locomotora desde su batería. “Dos copas de más” electrifica el ambiente con su dedicatoria a las que no están, y a pesar de su condición de medio tiempo acelerado, mantiene las constantes altas, al igual que la siguiente: “Perdedores en la lluvia”.

Aunque el fervor está ganado, es momento de subir marcha: “Actitud”; pero hace falta más combustible. Nada mejor que colocar uno de los temas más impresionantes que han parido los sevillanos y que lo bautizaron como “Vértigo”. Y aunque creo que su épica armonía y brutal consonancia eran perfectas para echar el cierre, no pierde fulgor la toquen cuando la toquen.

Sin visas de tomarse ni un respiro para exprimir el reloj al máximo, evitan los bises y terminan por reventar Madrid con “Mereció la pena”, “Va por vosotros”, y el último impacto: “Rock and roll de Barrabás”.

Dos horas henchidas de pasión, a las que sólo se puede poner la pega del enlace a mitad de función de varios medios tiempos con ritmos apelmazados.

Todo lo demás, como siempre, una sana y apetitosa locura que ya ha de dejar paso a lo que tenga que venir, que suponemos será nueva etapa con disco, gira y las miras puestas en cotas más altas. Han exprimido al máximo un discazo como ‘La edad de mierda’. Un futuro alentador, sin prisa pero sin pausa, les espera. Y estaremos ahí para contarlo.

Texto: Javier Pérez
Fotos: Sandro Santos

Redacción
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