Crónica de Gotthard + Pretty Maids: Morir de almíbar

27 febrero, 2017 5:38 pm Publicado por  Deja tus comentarios

Sala Santana 27, Bilbao.

Quizás con el paso de los años cada vez nos volvamos más trues en determinados aspectos y nos invada una pereza infinita cuando hay que afrontar uno de esos eventos en los que se citan todos los que no van a conciertos ni de casualidad y aquello acaba convertido en algo parecido a las carreras de caballos de Ascot. Sustituyamos las imposibles pamelas y tocados por las galas metaleras y encontraremos una estampa muy similar con grupillos cuchicheando como cotorras y otros que van allí solamente a lucir palmito o a hablar con su colega de cualquier mamarrachada. ¿A quién le importa la música?

La asistencia empero estaba en entredicho en la parada norteña, y a la postre única fecha de la gira peninsular de Gotthard. De hecho, escasos momentos después de terminar su bolo bilbaíno, los suizos anunciaban en las redes sociales que debido a la gripe que sufría el vocalista Nic Maeder no podrían completar el resto de sus compromisos en Madrid y Barcelona, aunque volverían más adelante. Una sorprendente decisión que dejaría con un palmo de narices a miles de seguidores y que explicaría unos cuantos detalles del flojo recital que ofrecieron esa noche.

Como decíamos, en su anterior visita por estos lares no lograron atraer multitudes, aunque en esta ocasión salvarían los muebles con una sala repleta de viejas glorias. Eso sí, habría que mirar el tema del recambio generacional, prácticamente inexistente si a uno le daba por mirar al paisanaje y que barrunta un futuro muy negro para el género.

Con un leve retraso sobre la hora estipulada, Pretty Maids intentarían calentar el ambiente con himnos que ya forman parte de la historia del hard rock/heavy metal, caso de “Red, Hot and Heavy” o “Future World” y moló que rescataran “Little Drops of Heaven”, así como no desagradaron piezas de su reciente álbum ‘Kingmaker’ como “Face The World” o su tema homónimo. A estas alturas de la película hemos coincidido con los daneses en infinidad de circunstancias, diversos festivales, salas de distinto tamaño, y lo cierto es que no alcanzamos a rememorar ningún show épico suyo. Es más, lo que sí que recordamos es que un colega apodaba a su voceras Ronnie Atkins “El mudo” y no tardamos en comprobar por qué.

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A pesar de que no gozaron del mejor de los sonidos posible, en la actualidad cuentan con una banda muy competente, pero lo que falla de una manera escandalosa es el señor Atkins, que ya no está en condiciones de cantar determinadas piezas, decir que está cascado sería hasta ser benevolente. Era una pena, porque el repertorio fue acertado y con lo rotundos que suenan en estudio ya podrían haber aprendido a pillar el truquillo a esto del directo, que desde 1981 ya han tenido tiempo, pero al igual que esos sabores de siempre de los que hablan en los anuncios publicitarios, hay cosas que nunca cambiarán. Esta parece una de ellas.

Que Gotthard tengan un mal día debido a la gripe de su vocalista entra dentro de lo imprevisible, por lo que tampoco haremos sangre a ese respecto, aunque leímos por ahí comentarios que lo comparaban con ir a un restaurante y que te sirvan comida en mal estado. Nunca comulgamos con la autocensura, pero en esta ocasión dejaremos el tema abierto al debate porque entendemos que en todas las profesiones existen momentos más inspirados que otros y por mucho que a veces afilemos la pluma no somos partidarios de hacer leña del árbol caído, menos todavía de un hecho casual e incontrolable. ¿Ustedes nunca pillan catarros o qué?

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Lo que ya sí que es bastante criticable es la propia estructuración de los bolos, dedicarse a masturbar instrumentos como si no hubiera un mañana o cascarte un intervalo acústico de esos de sacar la mantita. Pero vayamos por partes, la verdad es que en un comienzo agradecimos un sonido como dios manda por primera vez en la noche y eso posibilitó que tras una intro reminiscente de su hit  “Lift U Up” “Silver River” o el inevitable “Hush” de Joe South atronaran con la dignidad requerida.

Siguieron ganando puntos con un soberbio “Stay With Me” entonado de manera impecable por Nic y dejando en evidencia a colosos como David Coverdale, totalmente incapaz de reproducir en directo hoy en día aquellos registros que le hicieron famoso. No recordarían solo en esa ocasión a la “serpiente blanca”, sino también cuando finiquitaron su clásico “Mountain Mama” con el inolvidable riff de “Fool For Your Loving” y en los coqueteos con el talk box la referencia ineludible era por supuesto Bon Jovi.

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Nic Maeder dejándose lo que le quedaba de garganta.

No entraremos tampoco al trapo de las cansinas comparaciones con Steve Lee, bastan apenas unos pocos minutos para darse cuenta de que Nic Maeder en las distancias cortas es un vocalista como la copa de un pino, como bien demostraron “Remember It’s Me” o “Feel What I Feel”, con unos coros perfectos y un potencial tan inmenso que debería permanecer en su repertorio por los siglos de los siglos. Hasta las hembras se contoneaban. Normal.

Pero a partir de entonces empezaron a perder irremediablemente el rumbo, primero, con un solo de bajo que no venía a cuento de nada y cortó de un plumazo el rollo, y luego, cuando observamos que sacaban los taburetes, ya temblamos. En efecto, se avecinaba una brasa de proporciones bíblicas con un intervalo acústico con “One Life, One Soul”, “Angel” o “Heaven” de dormir hasta a las piedras. Quizás existan los entusiastas de este formato minimalista, pero por el recinto desde luego no estaban, aquello no parecía interesar demasiado y un molesto cacareo iba subiendo poco a poco en volumen. Las cacatúas estaban en su salsa.

Recuperar el ritmo después de eso iba a ser harto complicado, nosotros íbamos luego a otro concierto y no desertamos porque nos pudo la vena piadosa. Ridículo a más no poder nos pareció asimismo el numerito de “Miss Me” de sacar a una moza del público para que Nic se marcara un “agarrao” con ella, como en la verbena del pueblo. Una banda de primer nivel transformada en una vulgar charanga, lo que hay que ver.

¿Habría todavía más mierdas para perder el tiempo? Por supuesto, ahí estaba el solo de batería de Dani Löble, sustituto de Hena Habegger, que se tuvo que ausentar en plena gira por motivos de salud. Ni siquiera “Lift U Up” conseguiría reparar semejante desaguisado producto de una mala configuración de show. El broche final y único bis “Anytime Anywhere” hubiera sido todo un subidón en otras circunstancias, pero a estas alturas solo valía para suspirar aliviados por poner pies en polvorosa. En fin.

Los románticos del siglo XIX creían que realmente se podía morir de amor y que eso de contraer la tuberculosis te daba un plus adicional de malditismo. Tal vez sean ciertas ambas afirmaciones, eso entrará dentro de las creencias de cada cual, de lo que no cabe duda es de que también se puede morir de almíbar con sets acústicos interminables. Y de sopor con esos toqueteos indiscriminados. Que vuelvan otra vez con las ideas más claras.

Texto: Alfredo Villaescusa
Fotos: Íñigo Malvido


A pesar de las cancelaciones de última hora en Madrid y Barcelona, Gotthard estará actuando en el Rock Fest Barcelona, que se celebrará entre el 30 de junio y el 2 de julio en el Parc Can Zam de Santa Coloma de Gramanet.

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