Crónica de Max & Iggor Cavalera + Crisix: Vuelta a las raíces

10 noviembre, 2016 6:08 pm Publicado por  Deja tus comentarios

Razzmatazz, Barcelona

Hace ni más ni menos que veinte años que se editó un lanzamiento que se posó como piedra angular de todo un fenómeno metálico que le seguiría en su posteridad. Hace ni más ni menos que veinte años, Sepultura lanzó ‘Roots’, el álbum más aclamado de la formación (o eso decían sus más de dos millones de ventas) pese a la clara experimentación tribal y numetalera que sufrió su sonido en comparación al cañonazo que fue ‘Arise’ o la evolución experimental en forma de ‘Chaos A.D.’, sin duda un paso al frente en su transformación más groovie.

En su último lanzamiento con Max Cavalera al frente de la banda, los brasileños se pusieron a las órdenes de Ross Robinson, productor de bandas como Korn o Deftones, y dejaron que la huella de personajes como Mike Patton (Faith No More), DJ Lethal (Limp Bizkit) o Carlinhos Brown y sus percusiones acabaran de redondear un producto acorde a las tendencias metálicas de los noventa. Los Sepultura más thrasheros eran historia y, si bien la controversia no dejo de supurar por los poros de toda la crítica habida y por haber, los hermanos Cavalera consiguieron parir uno de los lanzamientos fundamentales de la historia del metal.

20 años después de la marcha de Max (y 10 de la marcha de Iggor), los hermanos Cavalera, ya más rehechos de su particular década de disputas y ahora acostumbrados el uno al otro desde ese ‘Inflikted’ del año 2008, volvían a la ciudad que les vio parir uno de los directos insignia del género. Para más inri, el concierto que las hordas catalanas iban a presenciar, se cambio de la sala pequeña a la grande de la Razzmatazz, la antigua Zeleste, aquella que vio con sus propios ojos (o paredes) un ‘Under Siege Tour’ que mostraba a la banda brasileña en su más pletórico estado de forma. ‘Roots’ en su integridad y la magia de la localización en su favor. La mesa estaba ya preparada y solamente faltaba servir la comida. Bon appetit.

cavalera-return-to-roots-live-madrid

Max Cavalera

Como teloneros de verdadero lujo tendrían ni más ni menos que a una de la bandas españolas más en forma del momento, los thrasheros Crisix. Menos de un mes después de su brutal descarga junto a Suicidal Angels, los de la Conca d’Odena volvieron a dar un recital encima del escenario, congregando la batalla campal entre unas hordas deseosas de guerra. Era inevitable percibir el cambio de público entre un concierto y el otro; si en la Salamandra, hace un mes, la sala entera botaba y cantaba al son de los temas de los igualadinos, esta vez la masa entregada era mucho menor: probablemente la media de edad que llenaba la sala algo tuvo que ver en ello.

De todos modos, Crisix volvieron a presentar ese cañonazo titulado ‘From Blue To Black’ de la mano de canciones como “Conspiranoia” o “G.M.M” y volvieron a deslumbrar con una actitud en escena para la envidia del panorama internacional. Servidor nunca se cansará de destacar la actitud de Busi y Requena a la hora de adueñarse de un escenario que se les empequeñece por momentos. Nunca dejaré de alabar lo divertido que estos chicos consiguen que parezca un concierto de metal. Juli lo bordó una vez más a las voces, Ramis siguió machacando sus cuatro cuerdas sin compasión y, a los parches, y con una batería de tamaño un pelín reducido, Javi siguió dándole cera como si le fuera la vida en ello. La historia de siempre en este último ciclo de la banda; y que siga por muchas años más. Su excelsa actuación tubo su guinda en canciones de más antigua hornada como “I.F.F”, “Rise… Then Rest”, “Bring ‘Em To The Pit” (con un football of death que separó en dos la sala grande de la Razzmatazz), “Frieza The Tyrant”, recuperada para la ocasión, y ese trallazo final que es siempre “Ultra Thrash”. 40 minutos de puro espectáculo musical y visual. Hay que valorarlos como se merecen.

Media hora de longeva y aburrida espera fue la que nos esperaba antes de que, por fin, los hermanos Cavalera, acompañados una vez más por Marc Rizzo y Johny Chow a la guitarra y al bajo respectivamente, salieran a rendir tributo a esa pieza que con anterioridad os explicábamos. Qué decir de un inicio al son de “Roots Bloody Roots”, momento en el que las estrellas de la noche saltan al escenario y el público en completo éxtasis corea cada una de las sílabas de la susodicha canción. Es entonces cuando se monta un vendaval de saltos y empujones en medio de la sala. “Attitude” le puso el toque tribal al asunto y con “Cut-Throat” la gente volvió a darlo todo. Max no es el que era, su voz no da ya para mucho, así que no es para nada sorprendente decir que, la mayoría de las veces, el espectáculo de la noche estuvo entre el público, entre aquellos que rememoraban cada una de las composiciones de ese ‘Roots’ que tanto adoraban.

crisix-directo-en-vivo-barcelona-2016

Crisix

“Ratamahatta” fue seguramente el punto álgido de un concierto que empezó tan fuerte como el álbum al que rendían pleitesía, y fue así inevitable que a partir de allí el concierto sufriera un bajón algo obvio. Temas como “Breed Apart”, “Straighthate”, “Spit”, “Lookaway”, “Dusted”  o “Burn Stubborn” seguirían con un público entregado y con una base musical que se mantenía sólida encima del escenario, pero era inevitable recordar que ese ‘Roots’ que tanto admiramos contiene sus piezas más letales en el inicio de su duración. Igualmente, el momento del solo de batería de “Itsari”, con Max acompañando a Iggor con un tambor colocado al filo del escenario, se vio algo mermado por el poco componente tribal en la situación. De fondo sonaban samplers, pero lo que veíamos en escena distaba de lo que nuestros oídos percibían.

Así pues, con el cantante y guitarra animando a la audiencia, suscitando saltos, palmas y circle pits, llegamos a la recta final del larga duración de la mano de “Ambush”, “Endangered Species” y el trallazo final que es “Dictatorshit”, al son de los gritos: “Tortura nunca más”.

Los bises crearon expectación. ¿Con qué nos iban a sorprender los hermanos? Al volver a la palestra, una versión de “Procreation (Of The Wicked)” de Celtic Frost, incluida en el EP de los brasileños bajo el mismo nombre, ponía los cimientos de lo que parecía ser un final por todo lo alto. Pese a los constantes acoples intencionados que nos remitían una y otra vez a “Raining Blood”, optaron por una versión de ese “Policia” de Titãs que ellos mismos ya habían interpretado en el pasado y que se acabó convirtiendo en una oda a los gritos de hijo de puta por parte de cantante y público. Acto seguido, y pese a las ganas de un “Territory” o un “Arise”, los Cavalera optaron por una algo descafeinada y acelerada versión de “Ace Of Spades” que no vino mucho a cuento; quizás “Orgasmatron” hubiera justificado el tributo a Motörhead de forma más lógica.

Para terminar un concierto de poco más de hora y cuarto, los brasileños optaron por interpretar otra vez las notas de “Roots Bloody Roots”, esta vez acelerada hasta el máximo exponente y con el colofón de fondo de un wall of death que se erigió entre la multitud.  Un final algo confuso para un concierto que, pese a las carencias lógicas encima del escenario, sirvió para que muchos vivieran una celebración cumpleañera de un disco insignia y de una época de los músicos que tenían enfrente digna de ser recordada. Lastima de final. ¿Por qué narices no quisieron terminar por todo lo alto?

Texto y fotos: Víctor Vallespir

Etiquetas: , , , , ,

Categorizado en: ,

Esta entrada fue escrita por Redacción

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *