Crítica de Sôber: Vulcano

Los hermanos Escobedo (Carlos y Jorge), Manu Reyes y Antonio Bernardini han vuelto con mucha energía y, sobre todo, con un aire que recuerda a los primeros discos. 'Vulcano' es su octavo álbum de estudio, el renacimiento de la formación tras dos años de 'Letargo'. A los más fieles de la banda les llevará a esos primeros discos algo más oscuros en sonido y actitud; eso sí, como siempre, mantienen su fuerza y el sello definitorio que les da la voz de Carlos y la rotundidad instrumental que caracteriza el sonido "Sôber", con garra y rotundidad.

'Vulcano' cuenta con 11 pistas que superan todas ellas los cuatro minutos de duración, conformando un trabajo de más de 50 minutos de música. El plástico se abre con "Vulcano", un corte rotundo y premonitorio de la tónica que acompañará todo el trabajo. Ritmos muy marcados, rápidos, pegadizos y una voz que muestra todo su esplendor en el estribillo para pasar a un segundo plano cuando las guitarras toman el mando. Giros melódicos marca de la casa, combinados con acordes reiterativos y solos instrumentales, se meten en tu cabeza para atraparte hasta que el tema da respiro. Le sigue "Enterrado",  en la que se combinan estrofas más calmadas con fragmentos que cobran vida por sí solos, con un estribillo atronador. Sôber en esencia, en la que es una de las mejores combinaciones líricas e instrumentales del lanzamiento.

El avance implacable del LP continúa para llegar hasta "Irreal", una de las más pegadizas gracias a su alegre melodía y actitud que recuerda a sus orígenes, con cierta carga de nostalgia que no pasará desapercibida a sus seguidores. "Papel mojado" continuará esta línea evocativa y emotiva, recordando a esa gran "Eternidad" del 'Paradysso' (2002). La lenta del plástico es "Estrella Polar". Si recordáis "Náufrago" de 'Superbia' os haréis una idea de lo que tenemos por delante: piano, acordes de guitarra, una batería contenida y una voz que, de la forma más dulce posible, te cuenta una de esas historias con las que es imposible no sentirse identificado en algún sentido.

Entre descargas eléctricas que prometen ser fijas en sus próximos setlists llegamos al cierre con "Magnolia", con aires a Savia, proyecto paralelo de Carlos Escobedo con Manu Reyes, entre otros. Actitud, violencia sonora y fiereza vocal, con grandes tintes de rock alternativo.

En la portada del plástico encontramos un gran triángulo que juega con la perspectiva y que contiene, a su vez, otros 4 triángulos en él. Todos ellos, separados pero interconectados formando un conjunto armónico sin perder la esencia individual, no hace más que evocar la solida base personal en la que se sustenta Sôber, una formación que sigue demostrando por qué es una de las bandas referentes de nuestro país. Tras más de 20 años en el escenario y una música definitoria y casi tangible, consiguen permanecer en el podio del rock estatal gracias a 'Vulcano'. ¿Su secreto? Conservar la esencia y nutrirla de experiencia. Gracias Sôber, por hacer lo que hacéis.

Yoli. J.W.

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