Crónica del Rock Fest Barcelona 2016 (Iron Maiden, Twisted Sister, King Diamond...)

19 julio, 2016 1:18 pm Publicado por  5 Comentarios

Tercera edición del Rock Fest Barcelona. Tercer verano consecutivo pisando ese parc de Can Zam, que tan buenos recuerdos nos trae. Pese a las dudas y las quejas, el festival por excelencia en Cataluña ha sabido hacerse un hueco en el panorama estatal y ha conseguido traer, de nuevo, un festival a la altura de las circunstancias a Barcelona. Porque ya no hace falta recorrer miles de kilómetros para pasar unos días al sol escuchando música. Lo tenemos al lado de casa.

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Foto: Íñigo Malvido


Viernes 15 de julio

Bajo un tórrido sol que nos acompañaría durante los tres días de festival comenzamos con NonSense, una joven y prometedora formación local que venían presentando su primer trabajo, titulado ‘Another Way To Escape’. Solo contaron con 20 y, pese a ello, supieron animar a unas primeras filas ya entregadas por aquellas horas, demostrando sus tablas a la hora de montar una propuesta bien sólida encima del escenario. Combinando sonidos melódicos con la agresividad de unas guitarras bien afiladas, ese metal de corte tan moderno caldeó el ambiente hasta que su tema insignia, “Deep Horizon”, concluyó un set bien construido con una puesta en escena a tener en cuenta.

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Heaven Shall Burn. Foto: Alfonso Dávila

Si bien son una formación lo suficientemente consagrada como para haberse presentado como cabezas de cartel en salas durante este último año en la Ciudad Condal, a Orphaned Land les tocó presentarse ni más ni menos que a la una del mediodía en el escenario del Rock Fest BCN. Pese a la marcha de su pieza clave a nivel compositivo, Yossi Sassi, los israelíes demostraron, una vez más, que son capaces de congregar a una masa más que considerable de gente que presenciaría una actuación con la misma fuerza interpretativa que antaño. Con ese inicio al son de “All Is One” y “The Simple Man”, y con algunos problemas de sonido que no permitieron distinguir el compendio musical a la perfección hasta un poquito más tarde, Kobi Farhi empezó a pasearse a lo largo y ancho del escenario totalmente descalzo (bien resguardado a la sombra, eso sí), para encarar con maestría cada una de las piezas que interpretarían. Para abordar el final de su set, basado en samplers por doquier que dotarían a las composiciones de esa forma final que tanto necesitan en directo, “Sampari” y “Norra El Norra” pondrían el broche de oro a su calurosa actuación.

Con el sol ya apuntando desde su cénit, tocaba el turno a los himnos de batalla de una Grave Digger siempre entregada y portentosa. Fustigada por la combativa y ferrosa voz de Chris Boltendahl, la acerada guitarra de Axel Ritt, las cadavéricas armonías en los teclados de H.P Katzenburg, los pesados trotes del bajo de Jens Becker y de la batería de Stefan Arnold, Grave Digger volvió hacernos vibrar con himnos de la vieja guardia del clan del heavy metal más apasionado como lo fueron los destacados “Headbanging Man”, “Seasons Of The Witch”, “Excalibur”, “Highland Farewell”,  “Rebellion” y “Heavy Metal Breakdown”. Con treinta y cinco años atronando en los campos de batalla, Grave Digger siguen siendo una formación de arrastre más que de tirada, pero sus himnos siguen contando como un referente a la hora de proponer diversión. En el Rock Fest los clanes volvieron a estar de celebración…

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Mägo de Oz. Foto: Alfonso Dávila

Moonspell serían los siguientes en entrar a escena, siendo una de las bandas más interesantes del día. Los lusitanos centraron su actuación en sus primeras obras y, sin bien no interpretaron ‘Irreligious’ en su integridad (como sí han hecho alguna vez este verano), dejaron un fantástico sabor de boca a la audiencia allí congregada. Con Fernando Ribeiro a la cabeza, comunicándose en un castellano más o menos entendible según el momento y siempre con su característico maquillaje en la cara, y un compendio instrumental bien definido, en parte gracias a ese maravilloso teclado formado por puntas de madera que tocaría Pedro Paixao, desgranaron canciones como la sonada “Opium”, “Alma Matter”, la tan folklórica y bailable “Ataegina” o la final y ya clásica “Full Moon Madness”. Ellos mismos dijeron que, pese a ganar Eurocopas, no tenían carteles de festivales de este calibre. Por último, nos emplazaron a su actuación prevista para el mes de diciembre, una nueva oportunidad para disfrutar de una formación sólida y bien conjuntada. Sin duda alguna, una fecha a marcar en nuestro particular calendario.

Ese power metal de mil y una notas tan característico de Dragonforce sería el siguiente que invadiría el espacio sonoro de Can Zam. No cabe ya duda alguna de que la entrada del agudo vocalista Marc Hudson ha ayudado con creces a la maduración del sonido de la banda, tanto en estudio como en directo. Y si a ello se le suma ese virtuosismo que todo el mundo espera de los músicos de la formación (a veces, eso sí, algo tedioso), solamente nos queda que disfrutar de un compendio musical que resulta siempre bienvenido en un festival de estas características. El mayor fallo de su actuación fue un sonido que no llegó ser perfecto en ningún momento, pero que al menos fue mejorando en el transcurso de piezas como “Holding On”, “My Spirit Will Go On” o “Heroes Of Our Time”. Como no podía ser de otra manera, la dupla formada por Herman Li y Sam Totman lidió con la atenta mirada de la mayor parte de la audiencia, y el keytar de Pruzhanov, con sus constantes incursiones a pie de escenario, supo tomar parte del protagonismo en según qué partes de las canciones. Tras temas como “Operation Ground And Pound” y ese nuevo clásico que es “Cry Thunder”, terminaron, como no podía ser de otra manera, con la rápida “Valley Of The Damned” y con la imprescindible “Through The Fire And Flames”, que pondría a la audiencia a jugar a un Guitar Hero, si cabe, aún más virtual, y nos dejaría ver por última vez esos saltos desde la plataforma central y esos juegos de guitarra por encima del mástil.

Otra de las leyendas retornadas a la escena activa que podemos disfrutar en los festivales fueron los suizos Coroner. Tras más de un lustro desde su reagrupación como banda, y cuatro desde su última visita a Barcelona, los cambios en su estilo musical y la ambivalencia en su propuesta casi nada han variado... si no fuera porque tras su nueva aparición, el trío helvético se ha convertido en un cuarteto gracias a la presencia de la poco usual utilización de samplers en directo. Pero es que Coroner siempre han sido así, revolucionarios y ambivalentes. La lástima es que su concierto en el Rock Fest no cubrió con las expectativas creadas. La buena forma de las guitarras de Tommy Baron y la voz de Ron Royce en los iniciales “Golden Cashmere Sleeper” y “Divine Sleep”, se contrarestaron con un mal sonido pero con buena convicción por parte de la banda. Por desgracia, el show fue de más a menos, envasado en una mustia puesta en escena que, junto al parco sonido, dio al traste con la ilusión de disfrutar al máximo de temas como “Son Of Lilith”, “Tunnel Of Pain” o la dedicada a Donald Trump “Masked Jackal”. Al menos nos quedó el final con un “Grin” que para nada fue el espejo de un resto en el que no pudimos reflejarles. De aquí para la otra…

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Foto: Íñigo Malvido

El Rock Fest se ha preocupado para que la variedad de estilos tenga su propio peso en el cartel, y Tyketto fue buena muestra de ello. Con una fuente de voz en la que sustentarse, como la que mostró el efervescente Danny Vaughn, la banda para nada se pareció a la que el año pasado dio un sublime espectáculo en el germano festival Rock Of Ages. Quizá paralizados por el intenso calor, sólo la batería de Michael Clayton, y ocasionalmente las guitarras de Chris Green, supieron sostener el peso de temas como “Sail Away”, “Strip Me Down”, “Nothing But Love” y “Walk On Fire” que se siguieron con intensidad por parte de unos fans que sí disfrutamos. Danny demostró seguir estando en muy buena forma vocal y prometió regresar tras la edición en noviembre de su nuevo disco; espero que entonces la energía que la banda sí mostró en un intenso “Forever Young” sea la premisa de su regreso a nuestro país.

Las notas más violentas y contundentes de la jornada las pondrían los germanos de Heaven Shall Burn, quienes se erigieron sin duda alguna como la propuesta más extrema de todo el festival, con un deathcore que sonó a altísimo volumen. Animaron de forma fantástica a un público dividido entre fieles y curiosos, y animarían a cierta parte del audiencia a bailar al son de temas como “Hunters Will Be Haunted”, “Endzeit”, “Godiva” o esa cover de Edge Of Sanity que es “Black Tears”. Por su parte, el frontman de la banda, Marcus Bischoff, fue quien se llevó la mayor parte de las miradas con sus incesantes movimientos sobre el escenario, pero no por ello fue menos determinante el genial compendio instrumental a sus espaldas, que consiguió que las crudas estructuras de sus canciones sonaran de forma casi perfecta y lograran introducir a la audiencia en ese mundo tan característico que solo ellos saben transmitir.

Mägo de Oz regresó al escenario de un festival en tierras catalanas con un setlist poco esperado y con ganas de convencer. Para otra se dejaron sus hits más controvertidos entre la escena heavy, “Fiesta pagana” o “El que quiera entender que entienda”, y centraron su tiempo en un concierto en el que los parámetros largos y evolutivos fueron protagonistas a la par de la energía que se destiló desde las tablas. Así, la ampulosidad de “Satania”, “Pensatorium”, “Astaroth” o “Finisterra” se unieron a la unánime festividad con la que fans y pródigos al desenfreno deshidrataron sus cuerpos al son de “La cruz de Santiago”, “La danza del fuego” o “Molinos de viento”. El sonido no les ayudó, tampoco el setlist, pero a sus fans siguen siendo tan fieles que ningunean a sus detractores.

Una de las actuaciones más esperadas de la jornada y, por qué no decirlo, de todo el festival, era la de Kreator, que ya había actuado en la primera edición del evento. Pese a que las tablas de Petrozza y los suyos son ya de sobras conocidos por todos, su actuación en el Rock Fest BCN se vio claramente mermada por un sonido que no llegó a estar, en ningún momento, a la altura; que una formación tan directa y contundente no goce de un volumen acorde a su propuesta es algo que restó enteros a su show. Por suerte, y a pesar de ese handicap en toda su actuación, los germanos construyeron un setlist tan brutal como demoledor, en el que dejarían hueco tanto a sus nuevos clásicos, tales como “Phantom Antichrist”, “From Flood Into Fire” o “Civilization Collapse”, y a las piezas fundamentales de su discografía: la inicial “Enemy Of God”, “Phobia”, “Violent Revolution” o la final e imprescindible “Pleasure To Kill". Como no podía ser de otra forma, la locura se desbordó entre el público y las columnas de fuego y de humo que surgieron del escenario dotaron a la actuación de unos matices extra en comparación a lo visto de ellos en salas. Pese a ese volumen que no llegó a aparecer, otra actuación brutal de Kreator. Y ya van unas cuantas.

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King Diamond. Foto: Alfonso Dávila

Antes de su actuación en el Rock Fest, en el periodo de un año, había tenido la oportunidad de ver a Michael Schenker en tres ocasiones, las tres con un formato diferente de banda y actuación. Ahora debo añadir una cuarta, la de ésta crónica. Sinceramente, para nada me esperaba un concierto como el del cierre del Sweden Rock, en el que Michael contó con la participación de Graham Bonnet, Gary Barden y Robin McAuley como cantantes, pero tampoco que iba a poder disfrutar de la misma formación de base con la que Michael Schenker Fest nos deslumbró en el Sweden, en compañía de Gary Barden a las voces, con Ted McKenna a la batería, Chris Glen al bajo y Steve Mann a la rítmica y los teclados. En aquella ocasión, Gary Barden estaba mal de voz y no llegó a aguantar ni el cuarto de los siete clásicos que debía cubrir, lo que me hizo sufrir, pero ya hablando del Rock Fest, a medida que los temas iban transmitiéndose, ese temor se desvanecía, aunque Gary tuviera que tirar de falsetes. El set fue más corto que el del Sweden, pero contamos con la esencia de un Schenker entregado, cómodo consigo mismo y, cómo no, con ese virtuosismo que propone un arco iris de increíbles escalas, cautivadoras armonías e inteligentes y punzantes solos. El setlist lo dice todo con “Into The Arena”, “Attack Of The Mad Axeman”, “On And On", “Cry For The Nations” y “Armed And Ready”, las partes más expeditivas de los clásicos con su propia firma como banda. Tampoco faltó el repaso a su pasado en Scorpions y UFO que se dieron en “Coast To Coast”, “Doctor Doctor” y “Rock Bottom”, himnos que encaminaron nuestro camino hacia las barras para rehidratarnos nuevamente.

Blind Guardian volvía a Cataluña tras la presentación de su último trabajo discográfico, ‘Beyond The Red Mirror’, para darle un poco más de cancha al álbum y para aprovechar la ocasión para hacer cantar a los bardos allí congregados. Cada vez más progresivos y con una instrumentación a su vez más pomposa, dieron el pistoletazo de salida a ritmo de la larga “Ninth Wave”, con un mero telón de fondo negro y la confirmación, una vez más, de los problemas de sonido, especialmente en el escenario izquierdo del festival. Tras “The Script For My Requiem” y la clásica “Time Stands Still (At The Iron Hill)”, la relativamente nueva “Tanelorn (Into The Void)”, “The Last Candle” y “Twilight Of The Gods”, que pinta a nuevo clásico, demostraron una vez más el poderío vocal de Hansi y lo bien que cuajan sus composiciones entre una audiencia muy animada. Ya en la recta final de su actuación, “Imaginations From The Other Side”, la larga “Sacred Worlds” y las imprescindibles “Bright Eyes”, “The Bard’s Song – In The Forest” y “Valhalla”, con un estribillo alargado hasta la saciedad, lo terminaron de poner todo patas arriba pese a que nada llegó a sonar lo definido que debiera. Se dejaron en el tintero “Mirror, Mirror”, sin duda una sorpresa para una legión de fans que la esperaba como agua de mayo. Tocará esperar una nueva oportunidad.

Finalizaba el día e íbamos a cerrar por todo lo alto con King Diamond. Al igual que en el Sweden y el Graspop, el rey diamante volvía a ser protagonista de otra noche de resurrección de Abigail, lo cual nos ayudó a cerrar el primer día de festival de manera pasional y entregada. Y eso a pesar de un sonido excesivamente elevado, sobre todo en lo que respecta a las guitarras de Andy LaRocque y Mike Weard, cuyos solos se asemejaban más a una sierra circular cortando acero que a los enervantes punteos que el tándem suele proponer en sus directos. Con un setlist que no varía un ápice de lo estipulado, el set se conformó en las consabidas tres partes de la carrera de KD; la primera con temas de sus discos ‘Them’ con Welcome Home”, ‘Conspiracy’ “The Sleepless Nights”, ‘Fatal Portrait’ con “Helloween” y ‘The Eye’ con “Eye Of The Witch". La segunda incidiendo en su pasado con Merciful Fate en “Melissa” y “Come To The Sabbath”, y el tercero, la representación de ‘Abigail’ al completo que nos mostró a King Diamond motivado y ejecutor con sus mil y un matices, sus poses y sus inspiraciones teatrales de nuestra energía. Buen final para una noche que acabó siendo fría en temperatura pero musicalmente acalorada.


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Foto: Íñigo Malvido

Sábado 16 de julio

Los hard-rockeros Wild Lies abrieron la veda para la segunda jornada festivalera en el parc de Can Zam. Ellos, junto con The Raven Age, son los encargados de abrir las actuaciones de Iron Maiden en esta su presente gira, así que no es de extrañar que también les acompañen a lo largo de los diversos festivales donde ellos actúan. Aún con poca gente presenciando su actuación, pero no por ello menos dispuestos a gustar a su audiencia, presentaron su más reciente trabajo (gratuito) ‘The Animal’, compuesto por los temas “The Animal”, “Shape Shifter” y “Can’t Carry On”.

Ya lo pude comprobar en el Graspop. The Raven Age es una propuesta sin color propio, y que aparte de contar con uno de los hijos de Steve Harris, George Harris a la guitarra, poco más aporta a la escena. Con un posicionamiento muy estático y unos temas de corte moderno y melancólico, el quinteto londinense lo intentó aún sin mucho público frente al frontstage, pero sólo consiguió apasionamiento con el doblete de guitarras que representaron en “Uprising”, “Salem’s Fate” y “Angel In Disgrace". El resto no llegó a conectar con el convencimiento de un público que aun así les apoyó, aunque fuera tímidamente.

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Overkill. Foto: Íñigo Malvido

Cuarta vez en un año que nos visitaban, la más reciente tendencia powermetalera tenía nombre propio en el festival: Battle Beast. Liderados en todo momento por una incombustible Noora Louhimo (¡qué voz!) y con una actitud y buen rollo sobre el escenario para la envidia de formaciones más consagradas, los finlandeses desgranaron sin demasiada variación lo visto en otras visitas a Barcelona. Desde la inicial “Let It Roar”, pasando por “I Want The World… And Everything In It” o las aún más coreadas “Out On The Streets” o “Black Ninja”, supieron poner a saltar y cantar a un público que se ve que les conoce y admira sus composiciones. Una vez más, cabe destacar el gran poderío de la formación para hacerse con el escenario y, pese a la repetición de gags como la bebida de cerveza con la marcha imperial de fondo, su capacidad para desenvolverse a tales horas y con el sol pegando muy fuerte es remarcable. Para finalizar su excelente propuesta, “Sea Of Madness” puso los brazos de la gente a moverse en el aire, “Touch In The Night” le dio el rollo discotequero al concierto y “Iron Hand” y “Out Of Control” pusieron el broche de oro a un show con todas sus letras. Una banda destinada a ocupar mejores puestos en carteles de festival venideros.

Todo un acierto haber incluido al cuarteto guipuzcuano Leize en el festival, ya que a la postre se iban a convertir en la banda hispana que más y mejor propuso en él. Con la celebración del aniversario de Patxi Carrasco (guitarra) como plus a la celebración, Leize supieron llenar de rock 'n' roll la calurosa tarde de Santako y a nosotros inundarnos con esos himnos repletos de latidos de poesía con trasfusión urbana, de rock sin estética ni teatralidad, sólo música, sólo pasión, como la representada en las construidas en “Acosándome”, “A fuego”, “Buscando, mirando”, “Devorando las calles” o “Muros”. ¡Carta ganadora!

Una de las bazas para los amantes del thrash era poder ver en acción a Armored Saint con John Bush en sus filas; eso sí, en el espacio de un gran escenario como el de éste festival, que es realmente dónde el quinteto de Los Angeles expone todo su potencial. Con un sonido bastante aceptable y una magnífica voz, los temas de Armored Saint supieron entusiasmar a los seguidores más acérrimos y llegar a los menos allegados a su música. Si bien es verdad que John Bush llegó a Anthrax en un momento convulso musicalmente, también lo es que su regreso a Armored ha dado un cáliz de superioridad a unos hits que en el Rock Fest propusieron ambivalencia y apasionamiento. En ese sentido destacar la disposición de “Pay Dirt”, “Reign Of Fire” y “Madhouse” como algunos de los más celebrados en un buen y activo setlist.

Una de las actuaciones más esperadas de todo el festival era la de Unisonic, ese concierto que uniría una vez más en tierras catalanas a dos estandartes del género como son Kiske y Hansen. Con el cantante enfundado en una chaqueta roja de motero y el ahora simplemente guitarrista con un curioso sombrero de vaquero, fueron a por todas con esas sensacionales “For The Kingdom” y “Exceptional”. La voz de Kiske era inigualable, como siempre, y el compendio general de la formación nos permitió gozar de un concierto entretenido y perfectamente organizado. Tras algunas piezas como “King For A Day”, “Your Time Has Come” o “Star Rider”, era evidente que llegaba el momento de escuchar una vez más esos temas de Helloween que pusieron la piel de gallina a tantos. Como viene siendo habitual en sus giras, la aguda “March Of Time” y la clásica “I Want Out” pusieron a cantar al respetable, que revivía por momentos esa época de los Keepers. Para cerrar por todo lo alto, “Unisonic” pondría una vez más a Kiske y a Hansen, con una química excepcional durante todo el concierto, a interpretar esas preciosas melodías powermetaleras como solo ellos dos saben hacer. Es evidente que muchos se acercaron a su concierto por haber sido parte de aquellos Helloween tan míticos. Y es también evidente que muchos esperaban con ansias esa parte final de concierto para corear las clásicas melodías de los reyes del power-metal. Pero estoy seguro de que muchos de ellos quedarían también convencidos con ese proyecto que es Unisonic, que tan buenos resultados está cosechando.

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Iron Maiden. Foto: Alfonso Dávila

Overkill nunca fallan, y es que la formación liderada por Bobby “Blitz” Ellsworth se ha ganado a pulso un nombre con letras de oro en la escena thrash internacional. Como suele ser habitual en ellos, salieron a por todas y dieron rienda suelta tanto a sus clásicos como a esos nuevos temas que tan bien están cuajando entre sus seguidores. Desde la inicial “Armorist”, pasando por “Rotten To The Core”, “Electric Rattlesnake” y “Hello From The Gutter”, los americanos volvieron a dar una clase magistral y demostraron a los allí congregados lo que era repartir cera a base de bien. Canciones coreadas y bailadas hasta la extenuación como “Feel The Fire”, “Coma” o “Ironbound” lo pusieron todo patas arriba. Para cerrar como el público se merecía, “Elimination” y ese “Fuck You”, que nos pondría a todos a hacer la peineta, acabaría con los últimos mosh pits de la actuación. Absolutamente remarcable la actitud de la banda y su capacidad para mantener el pabellón bien alto.

Siempre esperados, disfrutados y venerados, los himnos de Barón Rojo nunca dejarán de ser un referente para todos; aunque estos en directo y poco a poco se vayan reconvirtiendo en un rock progresivamente abluesado. “Cueste lo que cueste”, “Hermanos del rock & roll”, “Las flores del mal”, “Resistiré”, “Los roqueros van al infierno” o “Cuerdas de acero” necesitaron de nuestro apoyo para salvaguardar una hegemonía que sigue intacta, pero que necesita de un aire fresco, un cantante que dé más alas a ese gran dueto de guitarras que surge de la sapiencia de los hermanos de Castro; una garganta que eleve aún más el vuelo de un triplano al que esperemos aún le queden muchos más trayectos en los que hacernos viajar.

Los cabeza de cartel indiscutibles de la noche y de todo el festival estaban a punto de entrar a escena. En su ya cuarta actuación en territorio español, eran pocos los que aún ignoraban lo que estaba a punto de suceder. Todos sabemos lo que es una actuación de Iron Maiden y todo lo que ello significa: historia viva de la música y una demostración de clase y saber hacer atemporal. Así pues, con las lianas colgando del escenario y con todo el montaje de los ingleses preparado, “Doctor Doctor” empezó a sonar por la PA del festival. Cuando el tema termina, en las pantallas empezaríamos a ver ese vídeo introductorio que llevan presentando durante toda la gira de ‘The Book Of Souls’, con un Eddie que impulsa el Ed Force One hasta que el mismísimo Bruce Dickinson hace aparición encima del escenario con ese cáliz humeante y las primeras frases de “If Eternity Should Fail”. “Speed Of Light”, el tema que escuchábamos después que el frontman derrotara ese cáncer que no pudo con él, precedió a “Children Of The Damned”, una canción que, como bien dijeron los de la doncella, fue compuesta antes de que muchos de los allí presentes nacieran.

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Doro. Foto: Íñigo Malvido

Tal y como es costumbre cuando Iron Maiden viene con nuevo disco, se explayan a sus anchas para presentarlo debidamente. ¡Qué menos! “Tears Of A Clown”, el tema en memoria de Robin Williams, y la larga y lúcida “The Red And The Black” seguirían con el festín de movimiento encima del escenario. Ya sabemos cómo va esto: Harris y Gers moviéndose sin parar, mientras Smith y Murray ejecutan esos solos y frases de ensueño grabadas en el subconsciente global. Sabemos cómo va, pero nos sigue gustando. Era el momento de empezar a desgranar los clásicos, así que la bandera inglesa ondeó sobre nuestras cabezas al son de “The Trooper” y, acto seguido, un Dickinson en un estado de forma envidiable saldría de detrás de la pirotecnia (con esa máscara de luchador mexicano incluida) para atacarnos con “Powerslave”, una de las sorpresas más agradables de esta gira de la doncella.

“Death Or Glory”, como bien llevan haciendo durante todo el tour, sacó el lado más bromista de Bruce y fue él mismo quien volvió a escena entre monos de peluche y una máscara del mismo animal. Ese movimiento que la gente repitió sin parar está cuajando en sus actuaciones, la verdad. Como no podía ser de otra forma, el tema que da título al último disco de Iron Maiden, “The Book Of Souls”, puso el punto y final a la presentación de dicho álbum con sus alargados ritmos, sus progresivas melodías y ese Eddie andante que, tras sus juegos con Gers, se enfrenta al vocalista del grupo hasta que este le arranca el corazón. Sin duda alguna, tras un par de giras en que desapareció del setlist de la banda, “Hallowed Be Thy Name” se sigue erigiendo como un momento cumbre en la actuación de los ingleses, ahora con Dickinson cogiendo una soga y simulando ese momento de ejecución del que nos habla el corte. Para terminar el set principal, “Fear Of The Dark” puso Can Zam entero a cantar y “Iron Maiden” nos hizo seguir el ritmo con las cabezas mientras el mismísimo Eddie se alzaba por encima nuestros rostros.

Esa frase que introduce “The Number Of The Beast” y que todos nos sabemos  de memoria, haría que la bestia se alzara en el lateral del escenario, y los fuegos aparecieron cada vez que sonaba el estribillo del corte. Mensaje de fraternidad en mano, “Blood Brothers”, rescatada en las últimas giras de presentación de Iron Maiden, puso la piel de gallina a los allí presentes mientras los fieles seguidores de la banda cantaban aquello de los hermanos de sangre. Sorpresa en esta gira, “Wasted Years” se encargó de cerrar un concierto para enmarcar, la enésima prueba de fuego que la doncella supera y la eterna demostración de que los ingleses siguen arriba de todo del metal mundial. En un estado de forma sublime, Dickinson, Harris, Gers, Murray, Smith y McBrain nos enseñaron otra vez lo que solamente ellos saben hacer. Aunque solo pasen dos años, siempre se les echa de menos.

Por segunda vez consecutiva en el festival y por petición popular, Loudness volvió al Rock Fest. El pasado año supo ganarse a un público que se rindió ante la entrega, la potencia y el melódico virtuosismo del cuarteto nipón; en esta ocasión, el depósito de la máquina japonesa se llenó de diésel y le costó tomar el ritmo indicado, nada que ver con lo sucedido en el Sweden de este año, concierto en el que me clavaron frente a un escenario por la energía de Akira Takasaki a las guitarras y la pasión vocal de Minoru Niihara. En Santako, Loudness tuvo demasiados paréntesis de tiempo entre los temas, demasiados parones que reinvertían el apasionamiento. Aun así, el apoyo en las bases rítmicas de Yamashita (bajo) y de Suzuki (batería) soportaron el ralentí y ayudaron a reconstruir en himnos seguidos en masa como “Crazy Nights”, “Heavy Chains”, “The Sun Will Rise Again”, “Got To Be Strong” o “S.D.I.”.

Poca gente aguantó la noche y los argentinos de Rata Blanca salieron a escena con poco público. Pese a ello, y tal y como un animado Adrián Barilari dijo, Barcelona quería rock y, por tanto, ellos nos lo dieron. “Tormenta eléctrica”, “Los chicos quieren rock” y “Sólo para amarte” dieron el pistoletazo de salida al concierto, y las primeras filas seguían con atención el devenir de los acontecimientos. Con un Walter pletórico, que ejerció en todo momento de guitar hero de la velada, fueron cayendo temas que demostrarían el buen estado de forma de la banda. “Guerrero del arco iris”, “Mujer amante” y “La leyenda del hada y el mago” cerrarían un concierto que nos dejó muy buen sabor de boca a los que allí aguantamos pese a la caída de la noche. Esperemos que vuelvan en gira propia.

Se cerraba la noche e igual que el día anterior, a pesar de la hora y el cansancio, éramos muchos los que decidimos no abandonar el festival y disponernos a sacar fuerzas de flaqueza para seguir disfrutando. ¡Y vaya si lo hicimos! Doro Pesch siempre es uno de esos referentes al hablar sobre las bandas que nunca fallan en directo. Apasionada, entregada, dinámica y efectiva, Doro siempre encuentra el punto de conexión con un público que sabe agradecer con su apoyo sus sinceras muestras de simpatía y de enérgica líder de una banda que, en esta ocasión, volvió a destrozar nuestras gargantas a base de himnos de unos Warlock que no dejan de estar presentes.“Earthshaker Rock”, “I Rule The Ruins”, “Burning The Witches”, “Metal Racer”, “Für Immer” y “All We Are”, se fundieron con “Raise Your Fist In The Air”, “Revenge” y “Burn It Up” en un concierto en el que la memoria a Dio y Lemmy estuvieron muy presentes.


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Foto: Íñigo Malvido

Domingo 17 de Julio

Segunda ocasión que el cuarteto Alyanza se sube al escenario del Rock Fest. Esta vez lo hizo con más resolución y madurez, aunque más o menos con la misma cantidad de público. Desgraciadamente, el último día de festival suele ser el menos concurrido a primera hora, por lo que no éramos muchos los que nos apostamos ante el Stage Fest para comprobar que temas como “We Are Dead” o “Revolution” traspasan las barreras del thrash para reconvertirse en la parte vocal en un death metal al estilo de lo que horas más tarde disfrutaríamos con Obituary.

Una de las sensaciones del día vino bien temprano. Y es que la actuación de Eclipse dio para mucho y de altísima calidad. Con su frontman Erik Mårtensson dando una clase magistral de saber hacer encima de un escenario, presentaron su más reciente lanzamiento discográfico ‘Armageddonize’ frente a una audiencia que, pese a ser escasa a aquellas horas y con aquel sol de justicia machacando, se lo pasó en grande y pudo dar prueba del excelente momento de forma de la banda. Temas como la inicial “I Don’t Wanna Say I’m Sorry”, pasando por la canción que da título a su álbum ‘Bleed And Scream’ o la fantástica “Runaways”, mostraron una formación compenetrada y, sobre todo y como ya se ha dicho, un cantante a la altura de las circunstancias. Cerraron con “Breaking My Heart Away” ganándose los aplausos del respetable y el puesto de sorpresa de la jornada con canciones pegadizas y bailables.

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Candlemass. Foto: Alfonso Dávila

En este tercer día de festival, el hard rock estuvo representado en casi todos sus ámbitos y The Answer lideraron el sentido setentero de una música claramente locuaz y ambivalente, con temas con claras tendencias y referencias a la historia del rock en lo que en él inocularon bandas como Led Zeppelin, Bad Company y Black Crowes. Lo hizo gracias a la entereza de temas de estructura de hard blues y repuntes southern como “Under The Sky”, “Come Follow Me”, “Into The Gutter, “Thief Of Light” e incluso con sabor a rock sinfónico de influencias a Marillion como “Solas”, tema que da título a la próxima obra que, según el cantante Cormac Neeson, verá la luz el próximo mes de noviembre, excusa para volver la banda volverá a visitarnos y nosotros a corresponderles.

El doom metal y sus sonidos duros y pesados tendrían presencia en el Rock Fest BCN de este año de la mano de Candlemass, con su nuevo cantante Mats Levén. Pese al 30 aniversario de su LP primigenio, ‘Epicus Doomicus Metallicus’, la formación se dedicó a desgranar un setlist variado donde tuvieron cabida, entre otros, temas como “At The Gallows End”, Emperor Of The Void” o “A Cry From The Crypt”. Así pues, el nuevo cantante de la banda supo dar la talla y tomó las riendas del show mientras se arrodillaba para cantar las canciones lo más cerca posible del público, llegando a ondear esa bandera con una calavera pintada sobre negro.

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Ciclonautas. Foto: Íñigo Malvido

De nuevo otra dosis de hard rock, en esta ocasión con tintes urbanitas y carácter southern de manos de Ciclonautas, trío que sabe hacer muy bien las cosas y no sólo por su veteranía. Los pamplonicas cuentan con buenas dosis de guitarra y una base rítmica sin exageraciones pero lo suficientemente amplias como para mecer unas letras repletas de simpatía y crudeza, convincentes y socialmente incorrectas, como deben ser… Esos fueron los percutores de una entrega que en ningún momento se reprimió y que llegó al máximo apasionamiento en “Bienvenidos los muertos”, ”¿Qué tal?”, “Que Corra el aire” o “Los hermanos”. Uno de los buenos momentos del día y del festival. Como dijo Mai (cantante): “Nos vemos… ¡y si no, al oculista!”

Pese a que les hemos tenido por aquí de forma reciente, en especial cuando vinieron acompañando a Carcass el pasado año, siempre es un placer ver a una banda tan profesional como son Obituary. Si ‘Inked In Blood’ se remonta ya al año 2014, en Can Zam pudimos disfrutar de un repertorio variado dónde tuvieron cabida tanto clásicos como temas de relativa nueva hornada. Desde la inicial “Redneck Stomp” pudimos comprobar la potencia de la actuación de los americanos y la brutalidad de todos sus acordes. “Visions In My Head”, que ya se ha ganado un sitio fijo en los setlist de la banda, “Intoxicated” o “Bloodsoaked” nos dejaron ver a una formación perfectamente engrasada y a un John Tardy que, pese a que seguimos sin verle la cara entre tanto pelo, sigue encarando cada frase como si fuera la última. Clásicos como “Chopped In Haklf” y “Slowly We Rot” cerraron su actuación de forma brillante.

Para muchos amantes del hard rock, una de las motivaciones especiales del festival era poder disfrutar de las evoluciones virtuosas de un Chris Impelliteri que se prodiga muy poco por los escenarios europeos. Las expectativas se cubrieron positivamente. Con un cantante de la talla de Rob Rock, que mostró que su laringe no sufre con el paso del tiempo, Impelliteri unieron pasión y virtuosismo en el momento más caluroso del día. El setlist estuvo repleto de clásicos que se repartieron en un repaso a la ya dilatada historia de una banda que con “Speed Demon”, “Warrior”, “Stand In Line”, “Wicked Maiden” con recuerdo a Dio en un tramo del  “Heaven & Hell”, “Time Machine” y “Answer To The Master”, cortes que nos obligaron a muchos a recurrir al rubio elemento para revivir nuestras gargantas.

Era el turno de la que es para servidor la banda más divertida de ver de las que conforman ese compendio llamado Big 4. Anthrax, que siguen comandados por un Belladona en estado de gracia, un Scott Ian que no se cansa de dar vueltas sobre sí mismo y ese Frank Bello que sigue tocando con la misma locura de siempre, ofrecieron en Can Zam casi el mismo recital de siempre, con las obvias incorporaciones de las canciones que conforman ese último trabajo llamado ‘For All Kings’. Y es que, por encima de todo, cuando vas a un concierto de los thrasheros sabes lo que te vas a encontrar. Y sabes que vas a pasártelo bien. Canciones como “Caught In A Mosh”, “Got The Time”, “Madhouse” o “Antisocial” siguen conectando con la audiencia de forma excepcional: la banda lo sabe y lo hace a la perfección. Para cerrar una actuación para enmarcar, “Indians” llevó a Belladona hasta el escenario paralelo para animar a los que se encontraban allí de pie.

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Thin Lizzy. Foto: Alfonso Dávila

Antes de que salieran a escena, vimos como la actuación de Amon Amarth tendría cambios respecto lo visto en otros festivales europeos. En lugar de ese gigantesco dragón que comandaba el escenario, ahora nos encontrábamos con un Drakkar, un barco vikingo, como epicentro del concierto. Allí, se subieron continuamente los miembros de la banda, dando el mismo juego que aquella figura que habían usado con anterioridad. Respecto a la actuación, los suecos siguieron presentando el que es su último disco ‘Jomsviking’, eso sí, relegándolo a un segundo plano para así condimentar el set con las canciones más conocidas por su fiel público. Así pues, temas como la inicial “The Pursuit Of Vikings”, la coreada “As Loke Falls” o las impresionantes “Cry Of The Black Birds” y “Death In Fire” convocaron la batalla en Santa Coloma. Con un público entregado, que coreó cada una de las estrofas de sus canciones, Johan Hegg, su cuerno y los otros miembros de la banda terminaron su potente concierto con las imprescindibles “Guardians Of Asgaard” y “Twilight Of The Thunder God”. Muchas ganas de verlos de nuevo en salas.

¡De matrícula de honor! Por muchas veces que les vea, bien bajo el nombre de los legítimos o como Black Star Riders, siempre salgo del concierto con la sensación de haber vivido concentradas las sensaciones que sólo la buena música sabe proponer. En esta ocasión, Thin Lizzy se presentaba con una formación de lujo (Scott Gorham y Damon Johnson a las guitarras, Darren Warton a los teclados, Ricky Warwick a la voz y acústica, Tom Hamilton –Aerosmith- al bajo y lo más asombroso, Scott Travis –Judas Priest- a la batería). Desde principio a final, desde “Jailbreak” hasta “Whiskey In The Jar” todo fue un devenir brutal de feeling, una explosión de adrenalina que sacudió nuestras laringes hasta la extenuación. El concierto contó con doce de los mayores hits de unos Thin Lizzy que supieron contraponer fuerza, rapidez y sentimiento en cada uno de los momentos que “Jaibreak”, “Are You Ready?”, “Killer On The Loose”, “Dancing In The Moonlight”, “Massacre”, “Emerald”, “Rosalie”, “Don’t Believe A Word”, “Cowboy Song”, “The Boys Are Back In Town”, “Roisin Dubh (Black Rose)” y “Whiskey In The Jar” nos hicieron disfrutar. Para mí fue el mejor de los conciertos del festival y no sólo por lo que estos himnos conllevan, sino por la pasión y entrega con la que esta nueva versión de Thin Lizzy sabe proponer y trasladar. Repito. ¡De matrícula de honor!

Whitesnake se presentó como viene siendo habitual, con una superbanda centrada, expeditiva, motivadora y especialmente entregada. Tommy Aldridge sigue teniendo el suficiente par de fuerzas como para aguantar un concierto con una velocidad y técnica que rompería a la mayoría de bateristas, el recién incorporado Joel Hoeskstra se mostró tan efectivo y dinámico a las guitarras como lo fue AdrianVandenberg en su día. Sobre Reb Beach recayó casi todo el peso de los momentos en los que los solos de guitarra necesitaron de su técnica. Por su parte, las líneas de bajo estuvieron bien cubiertas con la velocidad de Michael Devin y las melodías se reverberaron en el ejercicio de teclados de Michelle Luppi. Todos ellos fueron participes de la buena forma musical de un setlist que recoge la gira de Greatest Hits que Coverdale se ha sacado de la manga. Voy a ser muy sincero: si el concierto de Thin Lizzy me pareció lo mejor del festival, el de Whitesnake tristemente me pareció el mayor fiasco.

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Whitesnake. Foto: Íñigo Malvido

David Coverdale hace ya años que demuestra sólo pensar en su ego y en el dinero que el nombre que cultivó durante dos décadas aún le aporta, que en dar una talla que se queda muy lejos de alcanzar. Sinceramente, sólo entiendo que Whitesnake siga siendo cabeza de cartel en algunos festivales por la calidad, fuera de toda duda, de la banda que le acompaña y por la expectativa de poder disfrutar de sus míticos himnos, centrándose en ellos y en los músicos que los saben apoyar y conformar, más que en lo que vocalmente ya pueda aportar uno de los grandes iconos del hard rock. Rompiendo registros, con tonos guturales y, eso sí, con algunos datos muy forzados en los agudos, David Coverdale intentó salvar los muebles como pudo. Un setlist de lujo repleto de clásicos que hicieron vibrar y exaltarnos al máximo, pero que de no ser por el apoyo vocal que el quinteto ofreció a Coverdalese, se hubiera convertido en un pasaje dramático.“Bad Boys”, “Slide It In”, “Love Ain’t No Stranger”, “The Deeper The Love”, “Fool For Your Loving”, “Slow And Easy”, “Crying In The Rain”, “Is This Love”, “Give Me All Your Love”, “Here I Go Again y “Still Of The Night” compartieron un set que estuvo plagado de solos y muletas vocales, siendo lo que salvó a Coverdale de otra patada en el culo.

En su tercera visita consecutiva al festival barcelonés, Twisted Sister venía a despedirse de forma definitiva (o al menos eso dicen ellos) con otro show en mayúsculas. No hubo excesivas variaciones respecto lo visto en otros conciertos de la formación, y pudimos comprobar una vez más, y van unas cuantas, el excelente estado de forma de un Dee Snider espectacular que sigue sabiendo conducir sus conciertos como él quiere. Una vez más, el siempre presente Mike Portnoy estuvo detrás de los parches, una vez más también sabiéndose controlar y alterando mínimamente las composiciones de los americanos. Así pues, Snider, Ojeda, French, Mendoza y Portnoy salieron a por todas detrás de la humareda provocada por la pirotecnia. Tras una “It’s A Long Way To The Top (If You Wanna Rock N’Roll)” que sonó por la PA del festival, los chicos salieron al son de “What You Don’t Know (Sure Can Hurt You)” y “The Kids Are Back”. Mientras nos recuerdan que este sería su último concierto en la Ciudad Condal, y que si vuelven lo harán solamente como turistas (esperan que para entonces la Sagrada Família esté acabada), “Burn In Hell” llenó de fuego el escenario del Rock Fest y puso a cantar a todo el respetable. Tras “Destroyer”, “Like A Knife In The Back”, la coreada “You Can’t Stop Rock n’Roll”, “The Fire Still Burns” y “I Am (I’m Me)”, el momento huevos con aceite hizo acto de presencia. Ciertamente, la interpretación de “We’re Not Gonna Take It” se acortó considerablemente respecto a anteriores ocasiones, siendo el propio Snider quién introdujo las ya famosas palabras en castellano desde el inicio.

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Twisted Sister. Foto: Alfonso Dávila

Para terminar un concierto muy entretenido, la tanda final con “The Price”, “Under The Blade”, la tremenda “I Wanna Rock” y “S.M.F” pusieron el broche de oro a las actuaciones de Twisted Sister en Barcelona. Tal y como bien dijo durante el concierto Jay Jay French, para tener éxito como grupo “solamente” te hacen falta los mejores guitarras, el mejor bajista, el mejor batería y el mejor frontman del mundo. Una vez más, así lo demostraron. Y, a ver, que si vuelven pues tampoco nos vamos a quejar.

Llegábamos al final de nuestra estancia en el parque de Can Zam con la entrada al escenario de los maestros del thrash mundial, Slayer. Como llevan haciendo durante toda esta última gira, su último éxito “Repentless” dio el pistoletazo de salida a su concurso. Si bien las fuerzas ya escaseaban a aquellas horas, los americanos supieron animar el cotarro y desgranaron con pura violencia temas como “Disciple”, “Postmortem”, “Hate Worldwide” o “War Ensemble”. La intensidad de su concierto se vio claramente mermada durante el periodo en el que se dedicaron a tocar canciones como “When The Stillness Comes” o “You Against You”, pero todo ello fue revocado de nuevo con “Dead Skin Mask” y las cruces que aparecerían en los laterales del escenario. Respecto al show de Slayer, qué decir a estas alturas.

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Slayer. Foto: Alfonso Dávila

Como siempre, Kerry King dándolo todo en cada canción, un Gary Holt totalmente incorporado a la formación y un Araya que, pese a que parezca incluso aburrido mientras toca, sigue machacando su bajo y nuestros oídos con esa voz que él tiene. Seguramente, Bostaph es el punto más flojo de la banda. Nadie dijo que fuera fácil sustituir a un portento como Lombardo, pero en absoluto mermó la calidad final del concierto de Slayer. Encarando ya la recta de este, las imprescindibles (y predecibles) “Seasons In The Abyss”, “South Of Heaven”, “Raining Blood”, “Black Magic” y esa “Angel Of Death” que desplegaría la lona en homenaje a Hanneman (que también llevó Holt en su guitarra) lo pondrían todo a volar con la locura desenfrenada más absoluta.

Y así concluía la tercera edición del Rock Fest BCN. Nos despedíamos de Can Zam, nuestro hogar durante esos tres días, con la certeza de que el año que viene habrá más y mejor. Porque nos lo merecíamos y aquí está. Que nadie nos quite nuestros peregrinajes, pero siempre vamos a saber que tenemos un festival a la altura al lado de casa. ¡Por muchos años más!

Texto: Víctor Vallespir / Josep Fleitas

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5 comentarios

  • Álvaro Domínguez Prado dice:

    Sin ánimo de ofender ni crear asperezas (sólo generar debate), qué propones? Que Coverdale se retire? Que abandone su banda? O que meta una segunda voz?

  • Anvil dice:

    En Sevilla fue diferente, de ese no presumis tanto, 13.000 personas en un campo de 60.000 casi na. Tuvieron que llevarse el escenario al fondo para dar la sensacion de lleno, pateticos.

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