Crónica de Patti Smith: Emoción, poesía, rock y magia

11 julio, 2016 12:10 pm Publicado por  Deja tus comentarios

Jardín Botánico Alfonso XIII de la Universidad Complutense, Madrid.

Hay conciertos en lo que uno, bien sea como periodista musical, o simplemente como seguidor, como espectador, va según sea el caso a trabajar o a disfrutar -en el mío la  mayoría de los dos casos coinciden- pero cuando se tiene una vez más la oportunidad de ver en directo a una artista como Patti Smith, yo personalmente siento que voy a participar de algo diferente, de algo que va más allá de los que es o pueda ser un concierto de rock. Ver en directo a Patti Smith es ir a una cita con la historia de la cultura contemporánea. Diría más; es acudir a una cita con momentos, sensaciones, versos, miradas, latidos, impresiones a veces muy presentes, a veces agazapadas en el desván de la memoria, de mi propia vida.

Musa de artistas como Mappelthorpe o Warhol, madre del punk, figura clave del Nueva York del CBGB o el Max´s Kansas City de mediados de los 70, el Hotel Chelsea, Sam Shepard, poetisa del rock... lugares comunes mil y una veces empleados sobre Patti y que entiendo que a la hora de relatar lo que fue este concierto, en cierto modo está de más reiterar. Si acaso, solo para remarcar que ese carisma acumulado por la historia crece y se multiplica aún más cuando a lo largo de dos horas, lo que tenemos enfrente es nada más -y nada menos- que una mujer de una sensibilidad desbordante, con una capacidad para transmitir y comunicar emociones única en el rock y que muy por encima de su leyenda, de su pasado, hoy es una artista que nos sigue estremeciendo y sobrecogiendo cuando se deja trozos de su propia vida en el escenario.

Con esa luz previa al anochecer que durante el verano en Madrid estalla en una paleta de texturas y colores entre las nubes que no podía ser un mejor decorado para lo que íbamos a vivir, alrededor de las 21.35 de la noche Patti y su banda aparecían en el escenario. La ovación, simplemente espectacular. Su público, su gente, la recibió con una ovación enorme mientras ella se acercaba caminando lentamente, de manera parsimoniosa al borde del escenario para saludar al público y empezar el concierto.

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Un concierto que a pesar de que conocería momentos de una intensidad tremenda, empezó con un ritmo relativamente pausado. Ritmo que marcaba 'Horses', el disco debut de Patti Smith en 1975 y que va a ser interpretado en su integridad en este concierto.

Solamente ya con los primeros versos de “Gloria”, ya empezamos a sentir que vamos a vivir algo apoteósico. La banda que la acompaña, en la que está su inseparable Jay Dee Dougherty en la batería -el mismo que grabó con ella 'Horses' en 1975 con John Cale sentado tras la mesa de mezclas- y entre otros, su hijo Jackson Smith y Lenny Kaye en las guitarras, ataca esta versión con mucha fuerza, imprimiendo en todo momento una gran solidez al sonido y creando una base musical en la que Patti se siente en todo momento cómoda, desenvuelta y muy desinhibida. Tras otra magnífica interpretación de “Redondo Beach”, Patti reconoce que ha olvidado en el camerino sus gafas de leer y mientras espera que se las traigan, nos cuenta, con una sencillez y una naturalidad que te desmonta, que te desarma -en las antípodas de la actitud en ocasiones arrogante y engreída de otras “estrellas” de rock”- que sin ellas no puede leer la parte recitada de la siguiente canción, “Birdland” y mientras se las traen, nos explica la vívida experiencia que ha significado para ella esa misma mañana visitar el museo donde se exhibe el Guernica de Picasso, y nos dice con emocionado acento: “Es uno de los cuadros más importantes de la historia del arte del siglo XX ¡y está en vuestra ciudad!”. Y ya con sus gafas, esa maravillosa pieza llamada “Birdland”, cobra una dimensión emotiva impresionante de principio a fin. Y en absoluto decaen ni “Free Money” ni “Kimberly”, en las que toda la banda está fabulosa de principio a fin.

Antes de interpretar “Break It Up”, Patti protagonizó a mi entender el momento más emocionante de toda la noche. Recodando que escribió esta canción junto a Tom Verlaine, nos narra un sueño que tuvo en el cual se aparecía ante ella, en el claro de un bosque una estatua de una figura que parecía ser un ángel abatido, caído, ante cuya visión, sentía como mariposas en el estómago, a las que quería sacar de dentro, expulsar... y en un momento determinado, el vientre de la estatua se quebraba y en medio de una oleada de mariposas emergía la figura de Jim Morrison con las alas de un angel, volando según ella, hacia otros parajes y otras aventuras... Os confieso que tanto la emotividad y la dulzura con la que Patti lo explicaba y el silencio sepulcral, impresionante, con el que todo el público la escuchaba, me pusieron un nudo en la garganta. No menos apoteósico fue el momento en el que volviendo a su recuerdo acerca del Guernica, en “Land”, la canción tributo que escribió para el poeta Arthur Rimbaud, improvisa sobre la letra y llama a Johnny, el protagonista de la canción, a cabalgar sobre el caballo del Guernica, el símbolo de todas las víctimas inocentes de la guerra civil española y de todas las guerras imperialistas.

Termina el tramo dedicado a 'Horses' con un “Elegie” en la que retoman de nuevo fragmentos de “Gloria” que dedica de manera muy emotiva a Jimi Hendrix, a Janis Joplin, a Brian Jones, Kurt Cobain, Amy Winehouse, Prince, Lou Reed, David Bowie y una larga lista de grandes nombres del mundo del rock, de “amigos que tristemente, se han ido demasiado pronto y que no pueden estar con nosotros”, según dice antes de empezar a recitar sus nombres, como en una suerte de oración fúnebre en la que da la impresión de que, mientras recita sus nombre, con los ojos cerrados, entra en trance. Durante la interpretación de “Elegie” Patti se acerca con frecuencia hacia la zona en la que estoy para saludar, hacer muecas y mandar besos a una niña de corta edad que está con sus padres en la primera fila. Inevitablemente no puedo pensar: ¡Y que por culpa de la ignorancia y la estupidez del anterior ayuntamiento en Madrid, esta niña no hubiera podido vivir esta experiencia si el concierto hubiera tenido lugar simplemente hace dos años!

La parte final del concierto, terminada ya la revisión de 'Horses', se centra en una selección de clásicos de su trayectoria que se va abrir con una dedicatoria y una felicitación a su amiga Laura García Lorca, sobrina del gran poeta de cuyo asesinato por el franquismo nada más comenzada la guerra civil se cumplirán 80 años este mes de agosto, de su preciosa “Dancing Barefoot”. Tras esta canción, Patti se retira del escenario y deja a su banda que nos regale en primer lugar una versión fantástica del “Eight Miles High” de los Byrds, a la que sigue “The Last Time”, de los Rolling Stones en cuya parte final, bailando y vacilando con todos, se una la propia Patti en lo que es ya una fiesta de rock´n´roll maravillosa, sensacional. Apuesto lo que queráis a que si Mick Jagger o Keith Richards hubieran podido ver este “The Last Time” les hubiera entusiasmado.

Estamos en la parte final del concierto. Suena “Summer Cannibals” - ¡sublime!- y una versión del “When Doves Cry” de Prince, Patti presenta a la banda y al terminar, al referirse a su hijo, Jackson, anuncia que la siguiente canción está dedicada a su padre, el guitarrista de los míticos MC5, Fred “Sonic” Smith, y esta no es otra sino “Because The Night”. ¿Qué os puedo decir...?

¿Y que os puedo decir de “People Have The Power”? La canción que para muchos de nosotros ha sido en los últimos años nuestro himno de lucha, ese grito de libertad que reivindica que podemos soñar, que podemos luchar, que llevamos en nuestro cerebro y en nuestros corazones una fuerza incontenible - “atesoramos un universo entero en nuestros corazones”, decía el legendario luchador antifascista Buenaventura Durruti – y que Patti, más que cantar, grita, con la mano en el pecho y frente a un mar de puños en alto que os aseguro que era realmente emocionante ver bajo esta cálida y preciosa noche de verano en Madrid.

Tras una breve retirada, Patti y la banda regresan para despedirse definitivamente con una versión del “My Generation” de los Who – incluida en la reedición en CD del 'Horses' original- muy guitarrera, muy rockera y con una Patti Smith que lo canta con un sentimiento enorme. Termina el concierto, la banda se retira y la sensación que nos queda es, con toda sinceridad, la de haber podido vivir un acontecimiento único, sensacional, algo que al menos tanto para mí como para muchas de las personas que acudimos, quedará ya para siempre en nuestra memoria.

Desde la máxima objetividad, dejando ahora al margen las numerosas evocaciones personales que a cada uno le pueda traer las canciones, la poesía, el arte de Patti Smith, con todas las letras y todos los caracteres, un CONCIERTAZO. Una sesión de alimento y de combustible vital para el espíritu, el corazón y el cerebro por parte de una mujer que desde su primer disco, este mítico 'Horses' que hoy celebrábamos en directo, y tras haber sido modelo, actriz, escritora, madre -dejó diez años la música para dedicarse por entero a cuidar y a educar a sus hijos - obrera en la cadena de montaje de una fábrica, y por encima de todo, un ser humano admirable, que volvió a cautivarme cuando en un momento determinado se dirigió al público y dijo, riéndose: “Me queréis mucho porque me equivoco muchas veces”.

Seguramente sí, querida Patti. Y por muchas más cosas, como las que nos regalaste esta noche en Madrid

Texto: Mariano Muniesa

Redacción
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