20 años de “Chaparrón de plomo”, el último disco de Narco con Chato Chungo: Juerga, mambo y jaleo

18 febrero, 2021 8:36 pm Publicado por  1 Comentario

Foto: Jerónimo Álvarez.

Se cumplen veinte años de ‘Chaparrón de plomo’, el disco de Narco que, si bien no es su más reconocido, fue el que supuso la primera evolución en el sonido de su rap metal y el último con Chato Chungo acompañando al Vikingo a las voces. En el siguiente artículo repasamos lo que fue y lo que supuso la tercera criatura de una de las bandas con mayor identidad propia del panorama nacional.

Corría el mes de febrero del año 2001 y España y el mundo entero comenzaban ya a asentarse una vez superadas las incertidumbres de la entrada del nuevo siglo y milenio (el famoso Efecto 2000). No tardaría, sin embargo, en saltar todo por los aires unos meses después, el fatídico 11 de septiembre del 2001, pero eso ya es otra historia.

En el apartado musical, la fiebre del nu metal (si es que de verdad existe tal término) originada a finales de los años noventa, y que fue tan intensa como breve, iniciaba su declive. Algunas bandas como Slipknot o Korn todavía se mantendrían en primera línea de batalla, pero, por lo general, la mayoría de ellas atravesaron por un momento de crisis que a muchas todavía les perdura, aunque en los últimos años parece haber resurgido un poco el sonido. La fórmula parecía estar demasiado manida.

El antes

Vikingo y Distorsión Morales en un concierto de Narco en 2017.

En España, quizás demasiado tarde y sin llegar a copar casi nunca las primeras planas, también surgieron varias propuestas claramente influenciadas por el sonido de entonces. Sin embargo, paradójicamente, fueron las que más se alejaron de los estándares del nu metal americano las que más consiguieron asomar la cabeza y, finalmente, hacerse con un nombre dentro de la escena del rock y del metal patrios. Narco, una de estas últimas, había surgido antes incluso de que aquel movimiento comenzase a tener forma, tomando más parte de esa vertiente que surgió a raíz de las recurrentes colaboraciones entre bandas de rap y de metal norteamericanas y de los Rage Against The Machine que tanto revolucionaron la escena musical a principios de los noventa.

Ese surgimiento de los sevillanos se produjo de la mano de Def Con Dos, la otra gran banda de rap metal nacional que ya llevaba varios años de éxito a sus espaldas, sobre todo a partir del estreno de la película ‘El día de la bestia’ en 1995. De hecho, los primeros bolos de Narco fueron en 1996 acompañando a Def Con Dos, y su primer disco, ‘Satán vive’ (1997), lo lanzaron con Bruto, el subsello propio de Def Con Dos, aunque dependiente de DRO. Además, Jesús Airpont (aka J. Al Ándalus), bajista de Def con dos y gran amigo del grupo, fue el productor tanto de aquel primer trabajo como de los dos siguientes, y masterizó el a la postre controvertido ‘Registros de penados y rebeldes’ (2002) en su propio y recién estrenado estudio, Masterispont, por donde han pasado bandas de la talla de Barricada o Berri Txarrak.

Incluso se pueden encontrar ciertos paralelismos en cuanto al nacimiento de ambas bandas: Si Def Con Dos nació por iniciativa, en parte, de Julián Hernández, guitarrista de Siniestro Total, en Narco fue Finito de Badajoz, guitarrista de Reincidentes, quién formó parte inicialmente del proyecto, convirtiéndose en el primer DJ de la banda bajo el pseudónimo de DJ Muerte y grabando el primer disco, ‘Satán vive’ (1997).

 

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El caso es que, tras un comienzo más que prometedor con aquel ‘Satán vive’, dos años después, en 1999, la banda formada entonces por Vikingo M.D. y Chato Chungo a las voces, Diablero Díaz a la guitarra, Amnésico al bajo, Manipulador a la batería (sustituido en la actualidad por Caraperro) y Abogado del diablo como DJ (quién sustituyó en 1998 a DJ muerte), publicó su segundo disco de línea continuista, ‘Talego pon pon’: sonido pesado y oscuro, acercándose a veces a ese thrash y metal extremos del que también bebían, mezclado con hip hop y letras que hacían honor al nombre del grupo, y todo ello metido en una coctelera junto con la peculiaridad (una más) de la contraposición de las voces de Vikingo, rasgada al límite de la afonía, y Chato Chungo, un poco más limpia aunque también considerablemente grave.

Temas como “Siempre enmarronao”, “Ambiente cadáver”, “Kolikotrón” o “Puta policía” (que aún mantenían en muchos de sus setlist antes del parón de 2019), sumados a un directo de pura apisonadora, les permitieron recorrer en aquellos años el país de norte a sur y de este a oeste con un éxito más que notable. Otro de los puntos de inflexión fue la publicación, en el año 2000, del disco recopilatorio del festival Viñarock de ese año, en el cual se incluía su canción “Tu dios de madera”, seguramente la más reconocida de toda su discografía.

Chaparrón de plomo

Chato Chungo en el festival por el Cuerno de África del año 2000 en Madrid. Foto: Juan Destroyer.

Para su tercera criatura, la que hoy nos ocupa y que grabaron, mezclaron y masterizaron en apenas un mes, decidieron abrir más el espectro y darle más protagonismo a Abogado del diablo en las labores de DJ. La temática de las letras seguía siendo muy parecida, con alusiones constantes a las drogas (directa o indirectamente), aunque quizá con una vena menos reivindicativa que en los dos discos anteriores y sí más cachonda y costumbrista. Lo cierto es que el nombre del álbum ya es una declaración de intenciones y no puede ir más a pelo con el del grupo. Al igual que en sus dos anteriores trabajos, aunque todavía si cabe más en este, los Narco crean un submundo ambientado en los bajos fondos de Sevilla, evocando en ocasiones a la España quinqui de los setenta; el coche que aparece en la portada, de hecho, es de la película “Deprisa, deprisa”, uno de los clásicos del cine quinqui. Además, el hecho de que la mitad de los temas cuenten historias en primera persona no hace sino reflejar que muchas de ellas están basadas en hechos que les son cercanos, como han asegurado en alguna ocasión cuando se les ha preguntado por la temática de sus letras.

En cuanto a la crítica, la iglesia se salva más en esta ocasión, no así la policía, que con “La pasma está buscando”, colaboración funky de Andreas O’funk’illo incluida, recibe su dosis en forma de canción: “Siempre está cabreando, siempre está chuleando, siempre está jodiendo, siempre está asesinando”. Eso sí, de un modo mucho menos censurable que en el clásico “Puta policía” de su anterior disco ‘Talego pon pon’, con el que solían cerrar los directos, si bien es cierto que en “Chivato manso” arremeten de nuevo de manera muy directa: “porque la mucha policía es una hija de puta, te quita la guasa y luego se la fuman”.

No es “La pasma está buscando” la única canción del álbum que podría tener cierto paralelismo con otras de su discografía: si este ‘Chaparrón de plomo’ tiene en “El caraloco”, uno de los temas más cortos de su repertorio y en el que la música corre enteramente a cargo del DJ, al tío chungo del barrio, el futuro ‘Dios te odia’ (2015) tendría en “Chispazo” al que se ha quedado colgado por las drogas. Algo parecido ocurre también con “Kimikaze” de ‘Espichufrenia’ (2018).

Es más; aunque, a su manera, la incursión de un tema carente de instrumentos más allá de la base del DJ recuerda en cierto modo al “N 2 Gether Now” del ‘Significant other’ (1999) de Limp Bizkit, uno de los álbumes más exitosos del nu metal y publicado dos años antes.

Pero tampoco es “El caraloco” el único personaje de ese submundo de los bajos fondos de Sevilla que los Narco crean para ‘Chaparrón de plomo’. También encontramos al sicario en “El encargaito (cuidado con el carnicero)”, al soplón en “Chivato manso” y al camello en “El cotarro” y “Nuestras mulas”, que funciona además como homenaje a las susodichas desde el punto de vista del emisario; a veces parece una especie de Los Soprano a la andaluza en forma de disco. Incluso, aunque la temática general, tanto musical como en las letras, no es tan oscura como la sus dos álbumes anteriores, también hay sitio para ella en ‘Chaparrón de plomo’ con temas como “A tomar por culo el mundo” (el título lo deja bastante claro), uno de los clásicos de la banda y con el que abren el disco y algunos conciertos, y “Miseria, sangre y muerte”, crítica a la sociedad de entonces.

El resto de los temas sí que tiran más hacia el cachondeo, empezando por otro de sus clásicos, “Vizco”, que parece narrar la experiencia de alguien en una rave de las de aquellos años y que es de las que más hacían botar al público en sus conciertos. Su estribillo de “Juerga, mambo y jaleo, todos preparados para el mamoneo” es el mejor resumen; o, ya iniciando la traca final, “Pero vivió más que 1000 viejos”, una especie de alegato al carpe diem al estilo Narco: “De abuso en abuso reventaste tu cuerpo / es cierto que a viejo quieren llegar, más cierto es que nadie se va a salvar”.

Y, para cerrar el disco, otros dos trallazos en primera persona que hacen especial gala de ese costumbrismo sevillano antes mencionado; “Actitud gamberra”: “me siento en el banco, estoy con los colegas, contando batallitas, mirando a las tías buenas; riendo, fumando, bebiendo litrona fresca, cogiendo un gran pelotazo para olvidar las penas”; y “De bajona”, una historia al más puro estilo Porretas sobre un tipo que (¡alerta spoiler!), después de volver de fiesta, cree que le han robado el coche y se pasa todo el día buscándolo de resaca para después descubrir que, simplemente, lo había aparcado en otro lado.

Existe un tema extra, “Dígitos humanos”, que solo se incluyó en el single promocional y, posteriormente, como tema inédito en el recopilatorio ‘Alijos confiscados 1996/2008’, con el que dieron por iniciada la segunda etapa del grupo.

Es, en definitiva, un álbum en el que la importancia del DJ aumenta considerablemente, con más presencia de samples y scratches, pero manteniendo el sello Narco, lo que les ha permitido ir siempre a su bola y tener éxito siendo ajenos a cualquier movimiento musical con el que se cruzasen

El después

Apenas unas semanas después del lanzamiento del disco, lo presentaron en la Sala Caracol de Madrid y grabaron el concierto en un DVD que salió, junto a un “documental” en forma de informe policial sobre la banda, dos años después, con su siguiente disco de estudio, ‘Registros de penados y rebeldes’ (2002), ya publicado. Resulta curioso, además de esto último, que apenas registrasen nueve temas de aquel directo (no sé si tocarían más), cinco de ellos de ‘Chaparrón de plomo’, más el videoclip de “Ambiente cadáver”; y que en la carátula del DVD aparezca “febrero 2001”, cuando el concierto fue en realidad realizado en marzo de aquel año.

Poco después, en mitad de la gira de “Chaparrón de plomo”, Chato Chungo abandonó Narco. Y, a diferencia de lo que ocurrió hace dos años con el Vikingo, cuando fue expulsado y sustituido por El Chupasangre (tercero por la izquierda en la fotografía) para los conciertos restantes de la gira, en aquella ocasión decidieron proseguir con el Vikingo como único cantante.

La versión no oficial cuenta que la repentina marcha de Chato Chungo se debió a su entrada en la cárcel, algo que han dejado caer en alguna que otra entrevista, e incluso esta crónica de un concierto de la segunda etapa cuenta que Vikingo le dedicó la canción “Pa los restos y un día” de ‘Alita de mosca’ (2010), que trata precisamente sobre la experiencia entre rejas de un preso. Al tratarse de un tema tan delicado lo mejor es no especular, pero lo que sí que está confirmado por la propia banda es que una gran parte de culpa del regreso de Narco en 2008 recayó sobre el Chato, quién volvió a juntar a sus miembros e incorporó a Distorsión Morales para sustituirle en el micro.

Después de alguna que otra aparición esporádica en conciertos del grupo en Sevilla, hizo acto de presencia el pasado 30 de noviembre de 2019 en el concierto de despedida de Narco en La Riviera, subiendo a cantar “Cree en dios”, “Hemorroides” y “Ambiente cadáver”, de ‘Satán vive’ (las dos primeras) y ‘Talego pon pon’ respectivamente. También había hecho lo propio minutos antes DJ Muerte, Finito de Badajoz, colocándose a los platos para interpretar “Seke 6”, en lo que fueron dos de los platos fuertes de una fiesta a la que servidor tuvo el placer de asistir. Otros que tampoco se la perdieron fueron César Strawberry y su antiguo productor Jesús Airpont, ambos de Def Con Dos.

 

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Así pues, esa mayor apertura hacia la electrónica y hacia un sonido más “accesible” iniciado con ‘Chaparrón de plomo’ y continuado con ‘Registros de penados y rebeldes’ (2002), publicado tan solo un año después con Vikingo como único vocalista, se fue asentando en los sucesivos discos de Narco de su segunda etapa tras el parón de cuatro años iniciado en 2004 y ya con Curro Morales (aka Distorsión Morales) como vocalista acompañando al Vikingo (de ‘Alita de Mosca’ (2010), su primer álbum de estudio tras dicho parón, hicieron hasta un CD de remixes de electrónica bajo el nombre de ‘La rave del infierno’ (2012)). Casualidad o no, Curro Morales procedía más de la cultura rave y, de hecho, entre sus múltiples proyectos, se encuentra el de DJ de música electrónica bajo el seudónimo de SKLT SLKT.

El más reciente de todos, Espichufrenia (2018), es con diferencia el que más electrónica y variedad tiene de todos, motivo por el cuál no ha sido tan bien recibido por los fans de aquellos primeros álbumes, algunos de los cuales lo ven casi más un disco de música rave que de metal. Sea como fuere, y tras la expulsión de Vikingo y el último parón de un año, Narco se ha embarcado recientemente en un nuevo proyecto junto con el dúo de rap-electrónica Space Surimi, lo que sí que ha supuesto un cambio radical con respecto a la trayectoria anterior del grupo. Dicho proyecto se llama Forza la makina y acaba de publicar su primer EP homónimo.

PD: Resulta curioso que, en el tema “Quién es el hombre”, perteneciente a ‘Big King XXL’, la primera maqueta del rapero sevillano Toteking publicada también en 2001, se escuche el siguiente verso: “¿sabes qué? Esto no es polvo de talco; lo llaman chaparrón de plomo con Zatu, estilo narco”.

Manuel Gamarra

Redacción
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