Crónica de Porco Bravo + '77: Un brindis histórico

7 enero, 2016 3:18 pm Publicado por  1 Comentario

Kafe Antzokia, Bilbao.

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'77

Debería consagrarse el elogio a la visceralidad. A las agallas, a los sonidos crudos, a todo eso que habitualmente se le llama “tener un par”. Ante tanto timorato y susceptible que vive bajo el yugo de lo políticamente correcto, se hace necesario más que nunca reivindicar esa autenticidad que de puro sentimiento casi provoca espasmos. El olor a testosterona que impregna cada poro y manda un mensaje de rotundidad que se siente en varios kilómetros a la redonda.

Nadie por estos lares encarna esos valores con tanta fidelidad como los barakaldeses Porco Bravo, que siguen demostrando en sus espectaculares directos que el verdadero rock nace de las entrañas y avasalla con la misma fiereza que el jabalí al que alude su nombre. Una especie invasiva a la que se conjura con el contundente grito “¡Groooooo!” y que una vez que muerde ya no suelta a su presa hasta desfallecer. Las marcas de la dentadura permanecen mucho tiempo después.

Ya se barruntaba que el jolgorio montado para la noche de reyes agotaría el papel con toda probabilidad. Víspera de fiesta, presentación de nuevo disco y una banda con un poder de convocatoria descomunal eran el cóctel perfecto para insuflar a la cita la categoría de épico. Heavies, punkis, rockeros y hasta algunas gafapastas pasaron a formar parte de la piara y se retozaron con entusiasmo desmedido en ese agradable fango eléctrico que nos brindaron.

Muy acertados estuvieron asimismo los catalanes ’77, que salieron como un torbellino comiéndose el escenario, elevando mástiles al cielo y quedándose con la peña a pesar de su estilo básico que sigue la estela de AC/DC, Status Quo y otros profetas de los riffs sencillos pero efectivos. Apelaron a la entrepierna con temazos ideales para el directo como “It’s Alright” o la homónima “Nothing Gonna Stop Us” y por sus espasmos casi parecía que las guitarras les daban calambre. Muy grandes, no se ve todos los días grupos con un ímpetu semejante. Energía a paladas.

Todas las ceremonias tienen su liturgia y la de Porco Bravo no es una excepción. Con la intro de su reciente álbum ‘La Piara’ a modo de salmo, enarbolaron el negro estandarte del grito de guerra “¡Grooo!” antes del pepinazo “Mírame”, incisivo retrato de una mente perturbada que disfruta con el dolor ajeno. En “Solo quiero bailar” el voceras Manu ya empezó a descargar su desparpajo habitual desparramando entre el público antes de que llovieran confetis y “Animal” elevara las gargantas con punteos al tuétano escuela escandinava.

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Porco Bravo

“Españoles, ¿habéis matado a Dios?”, dijo el carismático frontman previamente a arrancarse con “Dios”. Por fortuna todavía para subirse a un escenario no hace falta ser un guapito ni poseer un físico determinado, el talento nada tiene que ver con eso, sino con las ganas que se ponen sobre las tablas. Y aquí contemplábamos sin duda a uno de los mejores exponentes que se pueden encontrar por estos lares, una mezcla entre el ex Turbonegro Hank Von Helvete y el Iggy Pop más desbocado que se lanza al público cada dos por tres. Eso sí que es sudar la camiseta.

Cortes nuevos como “Mienten” atronaban con la rotundidad de clásicos, mientras que “Lasciva” exhalaba un macarrismo del que ya no estila. Y manteniendo el pabellón por las nubes, en “Motel” Manu bajó a buscar entre el respetable una chica que gimiera de placer antes de ese poderoso estribillo que dice “Bésame fuerte y arranca mi razón, clávame las uñas hasta el corazón”. Pelos como escarpias.

Fiel a su fama de provocador, el vocalista volvió a retar a la audiencia: “Parecéis de Podemos, aquí ya no hay gente ni de la ETA”, una clara pulla en referencia a los resultados de las pasadas elecciones en el País Vasco donde la formación morada se alzó con el mayor número de votos, por encima incluso del eterno Partido Guía y otras opciones abertzales.

El preceptivo homenaje a Lemmy de Motörhead llegó con la pieza homónima en la que invitaron a chupitos de Jack Daniel’s a diestro y siniestro, una espectacular barra libre de proporciones inmensas con el personal desfogado por catar whisky. Y vuelta del voceras al pilón de la piara al grito de “¡Gora Lemmy militarra!”.

El repertorio fue algo de otro mundo, caían trallazos directos a la yugular sin apenas respiro, caso de “Nunca pasa nada” o “Pídelo otra vez” y la máscara de jabalí ya sobrevoló por ahí en “No hay nada”, con ese regusto añejo a lo The Hellacopters. Su apego a la calle relució en “Corre”, en la que se acopló a la voz un espontáneo que parecía salido de los auténticos bajos fondos. Y por supuesto no se dejó de lado el numerito habitual de Manu de graparse en el pecho papeles de periódico y prenderles fuego.

Las preguntas existenciales de “¿Estáis cachondos?” fueron una constante durante el show y apelaron asimismo a sus orígenes allá por 2002 cuando la mítica sala Edaska de Barakaldo servía de trampolín a sus incendiarios directos. Sin embargo, la etapa del grupo con la formación actual, la del verdadero show, llegaría el 14 de febrero de 2009. Sin aflojar lo más mínimo el pistón, “Donante” podría echar chispas por su intensidad, aunque lo de verdad expulsaba fuego era la bengala que Manu se introduce entre nalga y nalga mientras nada entre los fieles creando una estampa imborrable en la retina.

El preceptivo homenaje a Lemmy de Motörhead llegó con la pieza homónima en la que invitaron a chupitos de Jack Daniel’s a diestro y siniestro, una espectacular barra libre de proporciones inmensas con el personal desfogado por catar whisky. Y vuelta del voceras al pilón de la piara al grito de “¡Gora Lemmy militarra!”.

Ni siquiera en la recta final se pudo descansar con “El Cazador” mientras se levantaban los puños al unísono y Manu empezaba a preparar la tabla de surf para que lo llevaran en volandas hasta la misma entrada del garito. Volvió a llover confeti y las chispas brotaron de los mástiles para finiquitar un bolo de altura que puso al personal tan cachondo que hasta una fémina enseñó los pechos, algo tan raro en Euskadi como ver un cerdo volando.

Definitivamente, el día que se vayan, se acaba el rock n’ roll por estos lares, de lo mejor que se puede ver en la actualidad a lo largo y ancho de la península. Rememorando una de las piezas de su último disco, fue un brindis histórico, no al sol, sino a la salud de todos los seguidores que les han hecho grandes a través de estos años. ¡Gora Porco militarra!

Texto: Alfredo Villaescusa
Fotos: Marina Rouan

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