THE BRAINS: LO QUE QUIERAN

Kafe Antzokia, Bilbao

The Brains en concierto | Foto: Alfredo Villaescusa

Hay bandas que desde su misma creación parecen tocadas con una especie de magnetismo, una cualidad que les acompaña inevitablemente en sus discos, directos e incluso en su forma de comportarse. El género del psychobilly ha sido una mina en este sentido al aunar clase, actitud y canciones a tope de revoluciones que combinan solos al tuétano con la profundidad de los crooners de antaño. Un saber estar lejos de la ñoñería y de lo políticamente correcto que engatusa del mismo modo que el aroma de un Martini, un placer al paladar sin perder de vista la necesaria pizca de distinción ante tanta vulgaridad.

Si a todo este cóctel le añadimos el azúcar que supone la procedencia latina de su cantante, los canadienses The Brains ofrecen un combinado bastante equilibrado que entra como un tiro y deja un agradable regusto que te hace volver a pillar de inmediato la botella. Un puntillo que no llega a desbarrarse, porque en realidad cualquiera puede emborracharse en un momento dado, pero pocos conservan ese mínimo de dignidad que permite levantarse con orgullo a la mañana siguiente.

Pensábamos que acudirían a la cata del Antzoki un tropel de féminas estilosas seguidoras de la estética pin up, pero al igual que suele suceder en otras escenas, ya imaginábamos que en el fondo se trataría de un postureo más que otra cosa, pues se pueden contar con los dedos de la mano a las chicas que les mola de verdad el rollo al margen de lo monas que se vean en el espejo. El mechón oxigenado de Imelda May también ha hecho estragos.

Con todo, para estar a las puertas de vacaciones, se alcanzó una afluencia muy digna, pese a que un grupo de semejante categoría merecería todavía un mayor reconocimiento. Vimos por ahí incluso a personajes variopintos como Iñaki ‘Gato’ del supergrupo punk Radiocrimen y a otro tocayo suyo, el televisivo Iñaki López de La Sexta, muy emocionado, sin intención alguna de moderar ese incendiario debate que se presenció a las tablas. ¡Hasta se hizo una foto con el cantante!

Con un leve retraso sobre la hora fijada, The Brains comenzaron metiendo zapatilla de lo lindo con “Yeah” y “Kill Kill”, granjeándose esa pose de pendencieros inherente al palo. Las notas del contrabajo casi se atropellaban y marcaban un incesante ritmo reforzado por el que imprimía con saña su musculado batería, que también le pegaba bien al asunto.

Enseguida sacaron del armario las esencias hispanas con la frenética “Gato Calavera” y en honor a “Sweeter Than Wine” el voceras René de la Muerte bebió a morro de una botella de vino y dijo que nos “fucking amaban”. Y en “Screaming” hicieron del mismo modo honor al título con el contrabajo chillando como un cochinillo en el estribillo.

Andan ya enfrascados para sacar en breve próximo material, pero se acordaron de lo último editado en estudio ‘The Monster Within’ con “Misery”, e incluso de ese peculiar EP de versiones que se cascaron el año pasado con su “Love Song” de The Cure a tope de revoluciones. Somos muy fan de Robert Smith y de la original, pero mola mucho ese toque cincuentero a lo Roy Orbison que proporciona la voz de René. Uno de los momentazos de la noche, aderezado además por una pin up del respetable que movía la coleta de un lado a otro mientras tintineaban los ganchos de manos huesudas que llevaba en el pelo.

Y lo que nunca hubiéramos imaginado en un concierto de esas características es que en “Take What I Want” se montara un pogo, pero no punki, sino rockabilly. Una curiosa ceremonia que se acercaba más bien a la lucha libre en la que un gigantón de apariencia teutónica empezaba a mover los puños como un rodillo y otro le contrarrestaba con idéntica maniobra. No tardaron en unirse otros con tupé al fiestón tratando de derribar al coloso, al que incluso agarraron por detrás. Pero todo de muy buen rollo, nada de violencia gratuita.

A los canadienses les gustaba el pimple selecto, y no lo ocultaron con los lingotazos que le pegaban a la botella de vinacho. Pero ya se sabe que eso de beber siempre lo mismo acaba cansando, así que hicieron una pausa para que el contrabajista fuera a la cocina a pillar tequila, al que parece que eran muy aficionados. “¡Canta ‘La Cucaracha!’”, bramaron desde la multitud, y lo cierto es que tampoco habría desentonado para completar la estampa racial.

Con “Out In The Dark” y “More Brains” el personal andaba tan emocionado que la chica de los ganchos esqueleto ya daba palmas y todo. Y la homónima “Drunk Not Dead” tuvo un final apoteósico con el contrabajo desgañitándose como animal camino del matadero, no sin antes reparar en los asistentes que lucían camiseta de The Brains y aconsejar visitar el merchandising para lucir “tan sexy como ellos”. Qué cachondos.

Fruto de una mala traducción del inglés, el cantante mandó “gritar alto” para seguir con unos bises. Y como nadie se atrevió a gritar bajo, se arrancaron con “Devil In Disguise” y luego pisaron a fondo el acelerador con “Black Jack Death Bet”, en la que volvieron los pogos rockabillies mientras el contrabajo escupía al aire como un macarra. En el set list que arramplamos todo impresionado al final del bolo, todavía aparecían unos seis temas extra que no se entiende que obviaran con el fiestón que tenían montado, muchos incluso se resistían a abandonar el recinto, a pesar de que encendieran luces y sonara la música.

El único punto negativo estaría precisamente en eso, que nos resultó demasiado corto, una sensación quizás inevitable con cortes que por norma general no superan los dos o tres minutos. Valió para certificar por lo menos que en el escenario pueden hacer lo que quieran y salir aclamados como dioses. Que vuelvan cuanto antes y así seguir el consejo del cantante de  brindar con ellos con “cerveza o whatever que tengan en la mano”. Enormes.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA

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