VIÑAROCK SIGUE VIGENTE

Villarrobledo, Albacete

El festival español más alternativo y multitudinario, en tierra de molinos, sigue siendo el mejor referente y ejemplo de que la música y cultura del país resisten cualquier tipo de crisis.

Voy a poner en perspectiva esta crónica antes comenzar a desgranar lo que ha sido hasta la fecha el más multitudinario festival español de cariz alternativo (dentro de la definición más amplia que podemos encontrar en la variedad de las bandas y estilos del cartel). Servidor es un seguidor acérrimo del metal clásico, metal extremo y ciertos grupos españoles, por lo que este festival se podía encontrar lejos de la tesitura de gustos personales, y lejos de los estándares de festivales a los que uno ha ido fuera de la península. Sin embargo, la experiencia fue muy positiva y tengo que admitir que salvo detalles este festival no tiene tanto que envidiar a lo que sucede fuera de nuestras fronteras.

Mi acceso de prensa me dio la oportunidad de ver áreas de organización y logística que normalmente se escapan de los ojos de la masa, y puedo decir que podrían mejorar ligeramente en cuestiones de entrevistas, acceso a las bandas y tal vez normas en el recinto que cambiaban de un día para otro. Por otro lado, el sonido en todo el festival fue correcto, con puntos positivos, pero sí es verdad que las primeras bandas de cada escenario solían adolecer de ajustes y algunas sin los detalles necesarios para conseguir un sonido perfecto. Hay que decir que esta área sigue siendo la asignatura pendiente de España tanto en salas como eventos multitudinarios.

El ambiente, como se sabe, es muy variopinto. Hay grupos fusión, rock urbano, metal clásico y nuevas tendencias, así como hip-hop y reggae. La edad del público tiende a ser baja y esto se refleja en el ambiente de fiesta y jolgorio a lo largo del recinto. Números estimados dicen que cada día se pudieron ver casi 60.000 personas en los conciertos.

El cartel tenía cinco escenarios con un gran número de grupos, por lo que intenté ver un grupo selecto de grupos para dar forma a esta crónica. Por tanto, un “lo siento” para aquellos que no vean comentarios de sus grupos preferidos.

Un gran punto positivo que tiene este festival es la organización de horarios de los tres escenarios principales: Poliakov, Negrita y Doogee, con estos dos teniendo bandas muy distintas, estilo rumba/fiesta y estilo metal respectivamente, y siempre funcionando a la vez para no pisar al escenario Poliakov, donde las bandas principales del festival tocaban con toda la atención del público.

Día 1

Con buen tiempo, el festival rompió con Sínkope haciendo sonar sus temas de siempre. Terminan y el servidor se da el pequeño paseo para ver la descarga de Ktulu, quienes tocaron varios temas nuevos que no hicieron mover a la gente como debían. Continuamos en el mismo escenario con los grandes Habeas Corpus, a los que la gente les tenía muchas ganas. El único punto negativo fue un setlist con demasiados temas de su recién sacado último disco, el cual es bueno pero no ha sonado lo suficiente como para que la gente se entregase.

Cambio el chip y me voy a ver a Banda Bassotti, quienes con su ska fiestero venidos de Italia no paraban de hacer bailar y saltar a toda la gente que les estaba viendo, que no eran pocos. Salto de nuevo al plano duro y me voy a ver a Hamlet, clásicos del festival y legendarios en escenario. Son buenos, no debemos negarlo, y tienen temazos que han sonado en todos los bares rockeros, pero no sé qué me falta ahora que les veo en el escenario. Resumiendo, podemos decir que fueron correctos.

La noche cae y empieza la hora de los cabezas del festival. Reincidentes ofrecieron un buen show, con gran apoyo de la gente, pero tras el concierto oí muchos comentarios diciendo que no había sido de sus mejores bolos. Clásicos como “Vicio” y “Grana y Oro” fueron cantados con fuerza, y temas de últimos discos también fueron saliendo bien parados. Terminaron y tuve una disyuntiva: ¿La Pegatina o Tierra Santa? La hora, las cervezas de antes y los amigos me hicieron decantarme por La Pegatina, quienes se definen como fiesta y que de verdad montaron una en el escenario acompañada de otra entre el público. No puedo hablar de temas que reconociera ya que no es un grupo que siga, pero tengo que admitir que los estribillos no paraban de pegárseme y recomiendo a cualquiera que vaya a ver un show suyo.

Mi primer día termino viendo los temas finales de El Último Ke Zierre, quienes tocaron muchos temas clásicos y no pararon de moverse en el escenario. Buen colofón para la jornada inaugural.

Día 2

Comenzó para mí con Segismundo Toxicómano, que abrió con los riffs y gritos de “En Este Infierno”. Con tanta fuerza, la gente se empezaba a mover con ganas en la pista. Siguieron con temas de siempre. No terminé el concierto pues los grandes Violadores del Verso se encontraban con la prensa ya que se habían reunido para venir a tocar a este festival (admitámoslo, un metalero como yo sigue habiendo crecido con estos señores y amigos que me forzaban a escucharlos). Tienen intención de seguir juntándose para hacer más fechas e incluso considerarían ir a tocar a Reino Unido.

Rosendo, ya empezado, tenía una verdadera multitud viéndole e hizo bien lo que tenía que hacer bien. El “Maneras de Vivir” fue coreado como nunca lo había escuchado. El servidor se dio el paseo para ver a las majestades Def Con Dos y lo que en mi opinión fue uno de los mejores conciertos del festival. “El Día de la Bestia”, “AMV”, “No Me Rayes el Coche” salían como “churros” y la gente no paraba de saltar, cantar e iniciar algunos pogos. Es impresionante ver a César Strawberry tras 25 años que siga dando todo en el escenario y que este grupo siga atrayendo tanto a jóvenes como a los que ya no lo son tanto.

Cambio de tercio, y Evaristo y sus chicos de Gatillazo rompen en el escenario principal. Punk rock con letras ácidas, sin dejar títere con cabeza, como en su grupo anterior, es la seña de identidad de este conjunto que tuvo un gran volumen de audiencia cantando y saltando. Hicieron un versión con letra cambiada de “Txus” que arrancó miles de sonrisas y coreos a lo largo de la pista. Evaristo es un grande y lo sigue demostrando en los puestos altos de los festivales de la península.

Un poco de descanso con Canteca de Macao de fondo para relajar la tralla de Gatillazo y preparar los pies, garganta y cuerpo para Boikot. Es interesante la mezcla de fiesta, rumba y flamenco que traen los chicos de Canteca, quienes dentro de su estilo se marcaron una versión del “Bailando” de Alaska. Cuanto menos curioso.

Boikot sale al escenario para convertirse en otro de los mejores del festival. Sonido perfecto y con fuerza, canciones que van desde el punk, pasando por el ska y algún que otro riff metalero, y una puesta en escena con gran interacción con el público. Trompeta (Txikitín de Ska-o) y acordeón les acompañaban y más aún les secundó el público. Lo mejor de su concierto fue cuando se marcaron su personal versión de “Kualquier día” y metieron un medley de temas desde el “Vicio” de Reincidentes, pasando por el “Marihuana” de Porretas.

Antes de retirarme a mis aposentos, me pasé a ver a los americanos Biohazard, que no tuvieron un gran número de público y hasta bien entrado el concierto  no consiguieron que la gente interactuase con ellos. El sonido no fue bueno, tal vez sería que no trajeron su técnico. Podría sugerir que el Viña no debería tener bandas internacionales, ya que mucho público no les conoce.

Día 3

Jornada más que esperada. Día donde los vascos Soziedad Alkohólika eran cabezas de cartel y a quien, voy a admitirlo, vine a ver desde mi sede de Londres.

Comenzó el día con una verdadera bomba musical, los también euskaldunes El Reno Renardo, quienes decoraron vivamente el escenario. Antes de empezar su bolo congregaron casi mismo número de asistentes que DCD. Música muy bien tocada, voz potente y fuerte tal y como en los discos y un cachondeo grupal. El mejor momento fue cuando pidieron hacer un wall of death al son del “Raining Blood” de Slayer para continuar con su clásico bien vitoreado “Camino a Moria”. Seguí con Benito Kamelas quienes se mantienen firmes en su estilo y tocaron temas de toda su discografía. Buen ambiente.

Cambiamos de escenario y me voy a una verdadera sesión de thrash de la mano de los Angelus Apatrida, quienes tocaban coincidiendo con La Raíz. Conciertazo de los de Albacete, mientras en la distancia se veía a otro grupo repartir regalos entre el público. No se puede estar en misa y repicando. Una pena.

Un servidor se mueve y se posiciona para ver a los chicos de La Fuga, a quienes tengo el placer de conocer y que me dijeron que estaban muy ilusionados con el festival y el tocar delante de tanta gente. No defraudaron y tuvieron de principio a fin a todo el mundo cantando. Un muy buen show y un muy buen feeling.

Preparo los oídos y me voy a ver a Narco,  quienes me sorprendieron gratamente. Nunca les había visto, y ahora han pasado a formar parte de mis bandas preferidas de directo. Bestial, absolutamente bestial.

El momento del festival llega y todo el mundo en el sentido más estricto de la palabra preparado para ver a los chicos de S.A. Tuve la oportunidad de estar en un lateral del escenario y disfrutar de un conciertazo y de ver cómo la gente se volvía loca. Temazos clásicos como “Polvo en los Ojos”, “Cuando Nada Vale Nada” y “Nos Vimos en Berlín” dejaron a la gente pidiendo más. Es curioso escuchar comentarios diciendo que el Viña Rock empieza y termina con S.A.

Antes de pasar página festivalera disfruté de dos conciertos más. Sôber estuvieron correctos pero no levantaron mucho los ánimos de la gente. Porretas cerró el escenario principal con clásicos y jolgorio a lo largo y ancho de la pista. Buena manera de terminar el festival, y buena manera de volverse a casa.

Como conclusión, el Viña Rock es el vivo exponente y portal para la música rock y alternativa de este país. El cartel de todo vendido se colgó, y si siguen ofreciendo lo que ofrecen, lo seguirá teniendo que colgar.

Texto: Kuko Dr. Metal

Fotos: Dani Claudin

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